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Un Barcelona sin '9' deja cierta sensación de alarma tras revés ante Getafe

El Barça de Koeman entró en el primer maratón trascendental de la temporada con el pie cambiado. Derrotado en Getafe, lo peor no fue el resultado sino las sensaciones. El nuevo entrenador proclamó desde el primer día que la intensidad era innegociable, la presión indiscutible, la rapidez se daba por supuesta y el ritmo fijo. Siempre, de principio a fin. No hubo nada.

Lo que hubo fue una imagen demasiado frágil y parecida, peligrosamente, al pasado más reciente de un equipo que vestido de rosa no supo responder a la derrota del Real Madrid. Le regaló el campeón la posibilidad de dar un primer golpe de efecto y respondió el Barça con un drama mayúsculo, impotente y frío, como si la victoria no fuera ni necesaria ni trascendental.

Porque innegociable debería ser imaginar un Barça que rompa con el pasado reciente y lastimoso es encontrarse el partido que protagonizó en Getafe. Un naufragio en toda regla, una decepción sin que pueda discutirse nada y que, pudiendo ser un toque de atención, deberá ser muy tenido en cuenta por el entrenador azulgrana.

El equipo se rompió. De Jong siguió sin ser el líder que se espera, Griezmann volvió a fallar un gol evidente y a sumar un partido para el olvido, Dembélé tiró por la borda una ocasión de oro para rebelarse, Messi apareció en cuentagotas, sin poder rescatar a un colectivo demasiado apagado. Y todo se pagó con una derrota que obligará a pensar.

Del equipo que arrasó al Villarreal y borró al Celta quedó entre poco y nada en Getafe. Si ya sufrió, antes del parón, frente al Sevilla de Lopetegui, en su regreso a la competición quedó 'retratado' de mala manera mostrando esa imagen que se pensó olvidada. Ya pudo Koeman meter mano al equipo para intentar revolucionarlo y ya pudo hasta, en una última decisión, dar entrada a Braithwaite y hasta Ansu Fati porque nada funcionó.

Especial mención para Messi. Apenas 42 intervenciones en los 96 minutos que se mantuvo en el terreno de juego, cuatro disparos a puerta, uno al palo, en una noche que algunas voces reclamaron su descanso para dar mayor protagonismo al equipo y menos a su estrella, reservándola al menos de entrada.

Pero jugó, de principio a fin, para seguir completando todos los minutos como líder de un Barça que ni supo ni pudo sacarse de encima la frialdad de una noche desangelada. Un Barça sin '9' que empieza a dar qué pensar, con las cosas menos claras que pudieran imaginarse y una sensación de cierta alarma.
¿Se acabó la felicidad? Habrá que verlo... Pero es cierto que la dinámica de este Barça no es la mejor.