Fútbol Americano
Graham Hunter 3y

Simeone y Atlético de Madrid encaran el momento perfecto para cortar la maldición contra Barcelona

Dos días antes de Navidad será el noveno aniversario de Diego Simeone como director técnico de Atlético de Madrid. Tan gloriosa ha sido su era, la mejor en los 117 años de historia de este club, que los logros del aguerrido técnico argentino parecen interminables. No lo son, por supuesto, pero no sería difícil verse seducido por la ilusión.

Saquemos cuentas: Seis finales europeas, cuatro copas traídas de vuelta a Madrid desde Mónaco, Tallin, Bucarest y Lyon contra Chelsea, Real Madrid, Athletic Club y Marsella. Ejemplar. Aunque sus dos derrotas en la final de la Champions League siguen ardiendo como sal en una herida abierta, y quizá lo dejen marcado por el resto de su vida, forman parte de los cientos de millones de euros que su trabajo, en sociedad con Germán 'El Mono' Burgos, ha recaudado para el club.

El ejercicio de Simeone no sólo está marcado por la capacidad de Atleti de operar muy por encima de sus capacidades en el mercado de pases --y con transacciones superlativas-- sino por el hecho de que los rojiblancos nunca, en toda su historia, habían tenido tantos ingresos. Es cierto que esto abrió la puerta a una inusitada tolerancia al riesgo, como salarios enormes y dos fichajes, Thomas Lemar y Joao Felix, que hicieron añicos los récords anteriores del club en el mercado de pases. Pero Simeone ha sido una máquina de hacer dinero para sus empleadores.

Creo que Simeone es el entrenador de fútbol mejor pagado del mundo, y Atleti nunca ha disputado los reportes de que su contrato, que vence en el verano de 2022, tiene una base de €22 millones.

Ganó para el club de sus amores su primer título de liga desde 1996. ¡Nirvana!

Cortó el brutal maleficio de 14 años que Real Madrid tenía sobre ellos: Atleti no sólo fue incapaz de ganar durante este tiempo, sino que realmente mereció la infame pancarta que decía "Se busca rival digno para derby decente. Razón aquí", que los hinchas de Los Blancos levantaron justo antes de que prendiera el efecto Simeone y Atleti empezara a ganar rutinariamente otra vez, proceso que comenzó con la victoria en la final de la Copa del Rey 2013 en el Bernabéu, en el último partido de José Mourinho en el cargo de los merengues.

La Simeoneización de Atleti se tradujo en triunfos en Oporto, Milán, Roma, Londres, Eindhoven, Lisboa, Leverkusen, Moscú, Liverpool y Estambul, un récord que haría salivar hasta a los más "grandes" entrenadores. Pero lo que este entrenador inteligente, duradero y guerrero no ha podido hacer ni por amor ni por dinero, a pesar de haberlo eliminado de la Champions League dos veces y de haber ganado el título con un empate 1-1 en Camp Nou, es vencer al Barcelona en La Liga.

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Por definición (de lo contrario no habría sido campeón) el equipo rojiblanco de Madrid no necesitó vencer al conjunto blaugrana de 'Tata' Martino en 2013-14, pero eso no será suficiente esta vez. Esa campaña hubo tres candidatos al título; 2020 es una batalla real con hasta seis candidatos. La Real Sociedad, Madrid, Barcelona, Sevilla, Villarreal y Atleti.

Ríete si quieres, descarta a los tapados si te atreves. Pero ésta definitivamente no será una temporada en la que el cuarto en la tabla (Athletic en 2014) estará 20 puntos abajo del ganador y 17 abajo de los equipos que terminaron en segundo y tercer lugar. Ésta es una liga en la que cada punto clave que se gana es como liberar a un prisionero a quien tus enemigos desesperadamente quieren mantener cautivo.

Si Simeone logra liquidar la estadística más embarazosa de toda su carrera en la dirección --cualquiera que piense que es haber perdido dos finales de Champions League contra Madrid puede perderse de mi vista-- superando a Barcelona en el Wanda Metropolitano el sábado por la noche, el festejo no será únicamente por haber sumado otro récord. Será una firme declaración de credibilidad como candidatos al título.

Pongamos un poco de carne en estos huesos.

- En La Liga, el Atleti de Simeone jugó contra Barcelona 17 veces, con 11 derrotas y seis empates

- Goles convertidos: 13. Goles cedidos: 27.

- Atleti logró mantener el arco en cero una sola vez.

¿El resultado más común? 2-1, que con las otras tres derrotas por 1-0 y cuatro empates 1-1, más un empate sin goles, ilustra lo poco que les faltó para pasar de empates peleados o derrotas por un gol a una gloriosa y esquiva victoria estos últimos nueve años. Sin embargo, nunca llegó.

En términos generales, la marca no es tan atroz como la que Simeone vino a hacer añicos --los 14 años de fracasos contra Madrid en todas las competencias-- pero no deja de ser pobre. Simeone, kryptonita devastadora para la mayoría de los entrenadores de elite de Europa, no ha logrado superar a Pep Guardiola, Tito Villanueva, Tata Martino, Luis Enrique, Ernesto Valverde o --sí, es verdad, amigos-- Quique Setién a la cabeza de distintos conjuntos de Barcelona en buenos y malos momentos.

Obviamente, la principal espina en el costado de Simeone ha sido un compatriota argentino, por irónico que sea.

Lionel Messi suma 15 goles o asistencias en el dominio de Barcelona sobre Atleti en la Primera División de España desde 2011. Ha convertido penales y tiros libres directos, ha anotado o asistido sobre la hora para convertir derrotas en empates, empates en triunfos, y cada tanto crea obras maestras como el gol del triunfo en este cruce, en el Metropolitano, la última vez que jugaron.

¿Lo recuerdan? Barcelona no fue particularmente impresionante o insistente a lo largo de todo el encuentro. Completó muchos pases, pero con el 70% de los mismos a los costados o hacia atrás, con Koke haciendo un estilo catenaccio pegado a Messi hasta el minuto 41 del segundo tiempo.

Requirió de un pase por la cancha de Lemar, Sergi Roberto con la pelota a Frenkie de Jong que estaba abierto, un avance al mejor estilo Ajax de parte del holandés y Messi gritando por la derecha para que le dieran la pelota. Una vez que la misma llegó a sus pies, con el mediocampo de Atleti jadeando ferozmente incluso para poder quedar al alcance visual, ni hablar de prevenir la catástrofe, Messi tomó la pelota para un avance por adentro, hizo que Thomas Partey y Saul jugaran al Twister entre ellos, jugó el pase uno-dos de Luis Suárez y disparó con la izquierda un láser que dejó perplejo y completamente estirado a Jan Oblak.

Mario Hermoso puso las manos en la cabeza, Felipe bajó al piso, Oblak pateó la pelota con una furia impotente. ¿Y Simeone? Comenzó a mover los brazos, sabiendo que había sido testigo de una genialidad… sólo pudo aplaudir. Todo fue absolutamente asombroso y un microcosmos de los nueve años del dominio de Barcelona en este enfrentamiento mientras que ganó cinco títulos de liga en contraposición de uno para Atleti.

Su rivalidad es irónica, sino imaginen si la misión de encontrar el “Santo Grial” de Messi en su intento de ganar el Mundial con Argentina hubiese tenido a un joven Simeone detrás de él en el mediocampo. O si Simeone, entrenador, hubiese estado al mando de Argentina durante los años dorados de Messi.

Son los socios perfectos, pero parecen condenados a ser eternos rivales respetuosos, con uno de ellos saliendo del lado victorioso siempre. Pero ahora, las cosas son diferentes – o al menos Simeone, Oblak, Félix, Koke y Marcos Llorente necesitan que sea así. Que el partido sea un sábado después del receso internacional que por lo general siempre produce un impacto, significó una leve ventaja para Atleti, al menos hasta que Luis Suárez dio positivo de COVID-19.

Atlético está en casa, por lo tanto, no tendrá que trasladarse: enfrentarán a Messi cuando él está, en el mejor de los casos, cansado y con los efectos del jet-lag.

Perú vs. Argentina terminó alrededor de las 3:30 a.m. del miércoles, hora española. Con todas las repercusiones post partido y un mínimo de 13 horas de vuelo mientras que Messi viaja directo desde Lima hasta Barcelona en un avión privado, llevando a Lucas Ocampos, Guido Rodríguez y Nehuén Pérez de regreso a sus clubes de La Liga, él estará aterrizando en la cuidad donde vive por la tarde, a unas 72 horas del inicio de las actividades en el Metropolitano.

Eso es simplemente horrible. También asumiendo que (crucemos los dedos) no esté lesionado o no haya estado expuesto al coronavirus.

Es una pena que esta no sea la primera vez que Messi y Suárez se enfrenten en el fútbol de clubes. Suárez ha enfrentado a Kozakken Boys, Libia, FK Gomel y Tahití más de lo que ha enfrentado a FC Barcelona (una vez cada uno y cero respectivamente). Está bien, cumplirá 34 años en enero y hubiese estado afectado por el mismo cansancio y jet-lag que Messi, además de haber disputado un partido duro contra Brasil. Pero esta iba a ser la primera vez que iba a intentar darle su merecido a las personas de Barcelona, incluso aquellas que recientemente han abandonado el club, que pensaron que no valía la pena retenerlo. ¿Hubiesen apostado que no iba a marcar un gol?

Quizá hayamos pasado al territorio de Antoine Griezmann ahora. Él terminó con su sequía, contra Real Betis, la última vez que jugó y en lugar de Suárez, es el francés el que tiene una chance de poder perjudicar a su antiguo club. Pero Atleti, para mí, parece el favorito aquí. Están impulsados por un mix de necesidad de ganar y, al parecer, el conocimiento de cómo hacerlo. Más que eso, reconozco que la adición de Geoffrey Kondogbia ha hecho que Atleti sea el favorito de cara al título.

Su mediocampo, que ya era feroz, ahora cuenta con un referente que puede bajar a sus rivales y hacer que su equipo avance hacia los espacios donde se ganan los partidos. También será una amenaza aérea y cuenta con un buen record ante Barcelona, habiendo perdido dos de sus últimos siete partidos en contra de ellos.

Sin un Ansu Fati o Sergio Busquets con los catalanes, y sólo un punto ganado de los últimos seis disponibles de visitantes, con Marc-Andre ter Stegen trabajando horas extra para intentar evitar que los rivales marquen – este realmente tiene que ser un momento en el que Atleti mida su fuerza llegada del norte, y decida que cuenta con la posibilidad y la voluntad de imponerse.

Cuando Simeone lideró a Atleti hacia el título hace seis años, su mantra era "un partido a la vez" en referencia a no adelantarse a las cosas. Esta temporada, con una brillante chance de repetir el triunfo de La Liga, este partido en noviembre no será crucial de cara al título. Pero sí es cierto que una victoria los dejará a nueve puntos del escuadrón de Ronald Koeman y además será fundamental para la confianza y determinación de Atleti.

En contraste, si este no es el momento de poner a Barça entre la espada y la pared después de años de fracasar en el intento en La Liga, entonces... ¿cuándo será el momento, Simeone? ¿Cuándo?

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