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Doblete. ¿Por qué no?

ESPN

La fiesta del Rey de Copas fue absoluta y Lio Messi brilló como casi siempre y embelleciendo la pelota como sólo él lo sabe hacer

El FC Barcelona se proclamó campeón de la Copa del Rey de España por trigésima primera ocasión en la historia y lo hizo contundentemente al golear 4 goles a 0 al Athletic Club de Bilbao en el estadio de la Cartuja de Sevilla. Los culés apretaron desde el primer minuto del partido y no le concedieron ni la más mínima oportunidad a los dirigidos por Marcelino de al menos festejar un gol. La fiesta del Rey de Copas fue absoluta y Lio Messi brilló como casi siempre: desbordando, dirigiendo, empujando a sus compañeros y tumbando rivales, desquiciando al de enfrente y embelleciendo la pelota como sólo él lo sabe hacer. El argentino, satisfecho por lo hecho por él mismo y por su equipo en tierras hispalenses, levantó la Copa radiante, feliz, como hacía rato no se le veía con los blaugranas.

Al Barca, este título le servirá para, al menos, evitar culminar la temporada con las manos vacías luego de haber perdido la oportunidad de conseguir su sexta orejona. Si bien es cierto que el panorama en La Liga luce esperanzador al encontrarse a sólo dos puntos del Atlético de Madrid, líder de la tabla, y apenas uno por debajo del Real Madrid, el nivel competitivo de todos los equipos involucrados es altísimo y el margen de maniobra es prácticamente nulo. Faltando 24 puntos por disputarse, las chances de la escuadra de Ronald Koeman permanecen aún intactas a pesar de haber caído en El Clásico 2-1 ante los dirigidos por Zinedine Zidane.

Pero regresando al triunfo copero de este sábado, el sabor de boca que deja la exhibición del FC Barcelona es dulce para sus seguidores. El volumen de juego de los catalanes se ha incrementado y en el que, junto a la de Messi, sobresale la figura de Frenkie De Jong. El neerlandés ya se ha quedado con la titularidad en el medio campo y es decididamente uno de los infaltables en el sistema táctico de su estratega y compatriota. La sociedad que ejerce con sus compañeros es altamente efectiva y su aporte en la final fue determinante para conquistar el trofeo, aunque en las fases previas también tuvo mucho que ver con el éxito alcanzado.

La crisis con la que iniciaron los Culés el presente curso parece que se está diluyendo. El amago de salida de Messi cimbró en su momento a toda la entidad y la oscuridad se cernía en un equipo que se distraía por aspectos extra-cancha. La derrota del 17 de enero pasado en la Súper Copa de España, coincidentemente ante el mismo rival y en el mismo estadio de este fin de semana, mostró imágenes de una evidente crisis catalana que amenazaba con arrasarlo todo: prestigio, honra, historia, jugadores, técnico y directivos incluidos. Sin embargo, la serenidad prevaleció en medio de la tormenta y cada integrante del plantel se avocó al trabajo que le correspondía, permitiéndole crecer a un proyecto que, con todo y la eliminación sufrida en la Champions ante el Paris Saint Germain, empieza a dar frutos, al menos en una competencia en la que se tiene la etiqueta de Rey de Copas.

El primer paso se ha dado pero aun no el más importante. Los verdaderos alcances de la gestión de Ronald Koeman se medirán en todos y cada uno de los ocho partidos que le restan en la actual temporada. Getafe, Villarreal, Granada, Valencia, Atlético de Madrid,

Levante, Celta de Vigo y Eibar son los rivales a los que tienen que vencer, sí o sí, para revertir la actual desventaja y conseguir el título. El duelo ante los colchoneros el 8 de mayo próximo se jugará como si se tratara de una finalísima que además será en la ciudad Condal.

Joan Laporta, que regresó a la Presidencia del equipo para recuperarlo todo, tiene en claro que las gestiones se mantienen únicamente con éxitos en la cancha. Y va decididamente por ellos, como aconteció en el pasado. Llegará el tiempo para tomar decisiones en los próximos meses pero sabe que lo que tiene que hacer hoy mismo es apoyar a Koeman y facilitar un clima de respeto, apoyo, unión y, por qué no, camaradería entre aquellos que hace pocos meses lo pasaban muy mal.

Jamás la Copa tendrá el mismo valor que se le confiere a La Liga pero vaya que sí influye en el ánimo y en la confianza de todos, incluido aquel de quien se dice, pudo haber jugado su última final con la camiseta blaugrana. Esto aun no lo sabemos, pero de lo que sí estoy seguro es que si seguimos viendo sonreír a la Pulga tal y como lo hizo levantando la gigantesca Copa del Rey, el FC Barcelona se lo pondrá muy difícil tanto a colchoneros como a merengues en el cierre del campeonato y eventualmente pueda llegar, ¿por qué no?, un Doblete a las vitrinas mediterráneas.