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La tormenta del Barça

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¿Podría hacer algo más Koeman con la plantilla del Barcelona? (1:30)

Andrés Agulla y Paco Gabriel de Anda analizan la derrota ante el Atlético de Madrid. (1:30)

Un equipo lleno de juveniles con talento pero sin guía y en el peor momento posible para crecer en este club

Se combinó todo, la tormenta perfecta. El Barça llegó fatal: goleado en Champions, rumores por todos lados, malas declaraciones. El Atlético, a la inversa: desempacado de un triunfo in extremis contra el Milan, con hambre por haber perdido la cima de La Liga, y con Luis Suárez dispuesto a devorarse al equipo que lo trató como si fuera un juvenil cualquiera.

Y entonces pasó lo que pasó. Ganó el mejor equipo, y ganó con claridad. Transiciones ofensivas letales, con un gran Lemar y un Joao Félix pletórico. De paso, anotó Suárez y no lo festejó. Oblak tapó una clara a Coutinho, y el Wanda Metropolitano disfrutó de principio a fin en su primer lleno post pandemia.

Mientras, en el palco, Koeman se acababa sus datos hablando y hablando. El coro dirigido por Simeone no le dejaba dar instrucciones en lo que de por sí era ya una infracción al reglamento. Pero este partido aunque lo dirigiera Guardiola igual lo perdía el Barcelona. Un equipo lleno de juveniles con talento pero sin guía y en el peor momento posible para crecer en este club. Sus líderes desgastados y sus figuras (si es que cabe la expresión) opacadas.

En este partido no hubo sorpresas, para desgracia blaugrana. Un campeón que lució ante su gente, ante un grande en la lona, desfigurado del rostro. Solo faltó que anotara Griezmann para completar el wishlist de los anti Barça.

Y es que esta será la tónica de la temporada, el club catalán se contonea entre la reconstrucción y el pataleo. En tanto, su presidente ve hacia el futuro, el cual quisiera que llegara más rápido. Porque a menos de que pidan otro préstamo millonario para cesar a Koeman, no hay más que aguantarlo hasta final de temporada. Entonces sí, pensar en lo que viene. Y ese que llegue la tendrá muy, muy difícil.

Porque hoy, no hay prácticamente nada.