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El 'Panenka', la creación de un bohemio

PRAGA, REPÚBLICA CHECA.-- Transpórtate a la Eurocopa 2012. El arquero de Inglaterra, Joe Hart, se encuentra parado en la línea de meta durante la tanda de penales de los Cuartos de Final contra Italia.

Las mejillas hinchadas, los ojos bien abiertos, los brazos extendidos, se intenta agrandar como si fuera un pájaro amarillo gigante. Hart murmura algo. Inglaterra va ganando 2-1 y Riccardo Montolivo falló su penalti para los Azzurri. Andrea Pirlo se coloca en el manchón penal.

"Hart lucía muy seguro de sí mismo", dijo Pirlo después del partido. "Estaba volando alto. Tuve que cortarle las alas, hacer algo para derribar su confianza".

Pirlo hace una larga carrerilla en ángulo antes de golpear el balón. Aparentemente piensa incrustarlo en la red por la derecha de Hart. O quizá por la izquierda. Sólo es cuestión de adivinar y anticiparse. Hart supone que va a tirarlo por la derecha y se lanza para hacer la salvada. Sin embargo, no hay ningún balón que detener.

En la última milésima de segundo, Pirlo se detiene en seco y pica suavemente la bola, con mucho efecto, por el centro de la portería. El esférico ingresa lentamente por el centro del arco, donde Hart había estado parado una milésima de segundo antes.

El guardameta inglés observa indefenso, postrado sobre el césped. Le había aplicado un 'Panenka': lo había engañado.

Pirlo había echado mano de un golpe de genialidad que nació hace 40 años, una manera difícil y en contra de la intuición de ejecutar un penalti, que ha desconcertado tanto a los porteros que quieren pararlo como a los delanteros que intentan ejecutarlo.

Por cada grandioso penalti a lo Panenka anotado (como el de Pirlo), hay un espantoso penalti a lo Panenka fallado (como el de Cristiano Ronaldo).

Todo comenzó con el hombre que conocí una fría mañana de invierno en Praga, Antonin Panenka, el jugador que hace cuatro décadas en la Eurocopa de 1976 dio a conocer al mundo el estilo de "picar" el tiro desde los doce pasos, el penalti a lo Panenka.

Además, es el presidente y el jugador más grandioso de la historia de los FK Bohemians de Praga. Lo cual, si lo comparamos, sería el equivalente a que Wolverine fuera el presidente de los Wanderers de Wolverhampton, o una caja de polvo limpiador estuviera a cargo de Ajax.

Panenka es un hombre que está a la altura del nombre del club que representa. Su bigote está un poco más recortado que cuando jugaba, su cabellera más gris, pero sus ojos brillan igual que siempre.Este es un hombre que creaba magia, que cambiaba convención por ingenio.

Su casa es el estadio de los Bohemians, una estructura destartalada, pintada de verde y amarillo, a poca distancia del centro de Praga.

"Me integré al equipo cuando tenía 10, y jugué aquí durante 23 años", dijo Panenka de 67 años. "Luego fui a Austria para finalizar mi carrera, regresé y he estado aquí desde ese entonces".

Este es el Left Bank o West Village [distrito bohemio de Nueva York] del futbol, que atrae a una base de héroes de la clase trabajadora, o a personas que así se ven a sí mismos o que desean que así los vean. Esta es la familia de los Bohemians, un grupo tan diverso como unido.

Puede que la Czech League no sea como la Premier League, en términos de entretenimiento aséptico y comercializado, diseñado especialmente para televisión, pero no se queda muy atrás. Excepto por algunos clubes, como los Bohemians.

Aquí, la tienda del equipo muestra el aspecto de una venta de garaje, los patrocinadores son negocios locales y las concesiones parecen áreas de carga y descarga, con cajas de plástico de cerveza embotellada y salchichas arrojadas a asadores improvisados. Hombres y mujeres que, como Panenka los describe, "tienen los corazones pintados de verde y blanco".

"El club estaba al borde de la quiebra", dijo Panenka mientras se le borraba la sonrisa del rostro al recordar la época en el que los desarrolladores iban a demoler el estadio de los Bohemians para construir condominios para yuppies. "Así que se rascaron los bolsillos, recaudaron fondos, organizaron asados, y lo salvaron. Sin ellos, todo esto ya no existiría. Este sería un edificio de departamentos".

En cambio, es un hogar de hierro y concreto desgastado, que les brinda calor a las almas que se congregan aquí cada fin de semana. El salón de trofeos, en donde también hay un canguro de peluche que símboliza los años de gloria del club cuando viajaron hasta las lejanas tierras de Australia, está repleto de recuerdos que celebran al hijo favorito de los Bohemian y su legendario momento.

Checoslovaquia, como era conocido el país antes de la era de la ruptura postsoviética que lo transformó en Eslovaquia y la República Checa, había llegado hasta la final de la Eurocopa en 1976, donde derrotaron al equipo favorito, Alemania Occidental, en aquel entonces campeón mundial y de Europa. De alguna manera, lograron anotar dos goles después de 25 minutos.

"Pero sabíamos que en cualquier momento podrían voltear el marcador, ya lo habían hecho una vez contra Yugoslavia, de 0-2 a 4-2", dijo. "Y en efecto, así fue, marcaron un gol y luego nos empataron en el último minuto".

Se fueron a tiempos extras, y el equipo de Panenka pendía de un hilo.

Finalmente, el partido se fue a penaltis. Los primeros siete hicieron temblar las redes, pero luego el de Uli Hoeness se fue por encima del travesaño.

Panenka pudo hacer lo que había anhelado por tanto tiempo y que nadie nunca había hecho a ese nivel.

"Tomé vuelo con un ligero ángulo hacia la izquierda, para hacer creer al portero que iba a tirar a la derecha, es decir, hacia la izquierda del arquero", dijo. "Con una preparación para tirar como esa, el 90 por ciento de los penaltis se van a la derecha, así que el arquero forzosamente se debe lanzar, y lo único que hice fue picarla suavemente hacia el centro".

Lo único que hizo fue redefinir la forma de cobrar un penalti. La anécdota de cómo sucedió, dado que la relata Panenka, no nos sorprende que vaya acompañada de chocolate y cerveza. Incluso hoy en día, la cara redonda, las mejillas rojas y los ojos brillantes no nos hacen dudar que este hombre disfruta esos pequeños placeres de la vida.

"Después de cada sesión de entrenamiento, me quedaba con nuestro arquero, Zdenek Hruska, y competíamos en penaltis y tiros libres", comentó. "Para divertirnos más, apostábamos: chocolates, cerveza o dinero. Me estaba saliendo caro, porque siempre perdía. En las noches en la cama me ponía a pensar en eso y me preocupaba. Luego se me ocurrió. Él era un portero que a menudo se esperaba hasta el último segundo y luego adivinaba si iba a la izquierda o la derecha. Así que tenía sentido tirar hacia el centro. Aunque, si haces eso en un tiro normal, el arquero puede levantar una pierna por reflejo y pararlo. Pero si la bombeas con delicadeza, no puede hacer eso. Una vez que se lanza, no puede echarse para atrás y atraparla".

Es como una bola con cambio de velocidad en el béisbol: todo se resume en el engaño y la sincronización.

"Obviamente, si el arquero no se mueve, puedes parecer verdaderamente tonto", dijo. "Pero la realidad es que los guardametas casi siempre se lanzan hacia uno u otro lado. Si eres inteligente y los puedes engañar con tu lenguaje corporal o con la mirada, puedes hacer que siempre se lancen".

Funcionaba en las sesiones de entrenamiento –lo único malo, dice Panenka, es que "engordé mucho por tanto chocolate y cerveza"– pero ¿funcionaría contra adversarios reales?

"Primero lo probé en juegos amistosos, luego en partidos de copa contra oponentes de divisiones inferiores y entonces contra contrincantes de la máxima categoría", dijo. "Mínimo lo apliqué 30 veces y solo una vez no funcionó. Y fue porque el arquero fue demasiado flojo como para lanzarse".

Quizá por eso, si ves el video del tiro original a lo Panenka, notarás que el guardameta checoslovaco, Ivo Viktor, se queda totalmente relajado tirado en la cancha. Él sabía lo que le esperaba, dijo Panenka. Sabía que no iba a poder hacer nada. Porque, cuando se ejecuta con la técnica correcta, tomando impulso dando varios pasos hacia atrás, con un ángulo engañoso y al final el ligero golpe... realmente no se puede parar. Y, cuando se hace correctamente, no solo es un penalti bien cobrado, sino una forma de guerra psicológica.

Si ves un penalti cobrado a lo Panenka en la Eurocopa 2016, recuerda de dónde viene y todo lo que se necesita hacer para inclinar las probabilidades a tu favor. Y también recuerda que el hombre que lo inventó y lo perfeccionó, probablemente estará viendo el partido, quizá con una cerveza en la mano y criticando a aquellos que buscan imitarlo. Porque nada igualará al original.

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