<
>

La metamorfosis del futbolista

La ilusión, la ambición, la mística, han quedado en muchos casos de lado; ¿por qué? Por los contratos a largo plazo

MÉXICO -- Atrás quedaron los tiempos en los que un jugador de futbol profesional, se jugaba año con año su renovación.

La FIFA decidió hace ya varios años, que lo ideal para la industria era tener una baja rotación de jugadores; es decir, que había que meterle mano al tema contractual.

Por esta razón, decidieron que los contratos, de preferencia, deberían ser a largo plazo. Cinco años de temporalidad, que ayudaban a que el futbolista se comprometiera con un solo club (cuando menos de inicio, ya que se le puede vender o prestar), y por otro lado, que el equipo se asegure los servicios de un “buen” jugador por varios años.

Con el tiempo, esta situación, me parece, le ha jugado en contra, en muchas ocasiones, a los equipos y el futbol mismo.

Muchos jugadores han perdido el hambre, esa que hacía que tuvieran rendimientos más parejos, un compromiso constante, aportando en la cancha y fuera de ella, a través de los liderazgos requeridos. Pero ya no.

La comodidad llegó a la vida del jugador de futbol, total, -si ya no me quieren, que me vendan o presten, total, yo ganaré lo mismo, o quizá más-, dirían por ahí.

Encima está el problema de las redes sociales, de los medios de comunicación que antes no existían. Todos opinan, discuten, hablan, de asuntos que antes quedaban en la “intimidad” del vestuario, del día a día de un club profesional, y generalmente con muy poca autocrítica; generando polémicas casi siempre estériles, que lo único que hacen es generar ruido en un club,

Antes, había que pelear la renovación año con año, para obtener una mejora salarial, lo que obligaba al jugador a romperse el alma para convencer a los directivos de renovar.

Quedarse sin club, era devaluarse, ya que aún teniendo un buen año y con contrato vencido, por lo menos en México, el jugador seguía perteneciendo a la institución (esta injusticia afortunadamente ya cambió), por lo que irse a otro lugar no era tan fácil.

La ilusión, la ambición, la mística, han quedado en muchos casos de lado; ¿por qué? Por los contratos a largo plazo. Le juega en contra a los equipos las bajas de juego, las distracciones, la comodidad, las lesiones, impactando fuertemente cuando se está obligado a pagar durante 5 años, no importando el rendimiento.

Este tema no es menor. La propia FIFA debería de darle una revisada, más allá de que los equipos no están obligados a firmar a todos sus futbolista por tanto tiempo; queda claro que hay contratos de un año, pero la tendencia en el mercado es contratar, cuando menos, entre dos y tres años.

Y están los préstamos, con opción o sin opción de compra.

Se ha visto en varias ocasiones, como un jugador, firmado por varios años pero con un rendimiento por debajo de lo esperado, es prestado a otro equipo. Pero ojo con este dato. Casi siempre, el club propietario de sus derechos federativos, cubre parte de su sueldo.

Los departamentos de inteligencia deportiva tienen que ser muy buenos, disminuir el margen de error, mismo caso de la dirección deportiva. Los análisis físicos, técnicos, tácticos, deben de ir de la mano de la parte personal, de la parte humana, de la psicológica, de tal forma que se sustente al 100 por ciento (o casi), todas las contrataciones, con acento en aquellos jugadores que se firmarán por muchos años.

La baja de rendimiento, la irregularidad este año en varios equipos (totalmente atípica), no solamente se debe al COVID-19, un mal que golpea al mundo y que cuando hablamos de aquellos que viven de su físico, toma un nivel superlativo por los cuidados y protocolos exigentes, por más que hablamos de atletas de alto rendimiento.

El futbolista cambió, mutó, hoy es otra cosa, participan otros elementos y factores con los que los propios clubes tienen que aprender a tratar, interactuar, entender y manejar.