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La carrera del Ruso Pérez: pocas camisetas y mucha entrega

Diego Ruso Pérez, quien cumplió 40 años el 18 de mayo, debutó en Defensor Sporting en 1998. El volante estuvo varias temporadas con la camiseta violeta hasta que se convirtió en un símbolo del mediocampo del tuerto.

En ese club llegó a cumplir uno de sus mayores sueños: poder jugar junto a su hermano, Omar. Esto se concretó en febrero de 2001 y fue algo esperado por ambos hermanos, ya que no habían podido coincidir a ningún nivel en el mismo equipo, ni siquiera en la escuela, según contaron en una entrevista ese año a La República.

“En el momento en que él estaba para entrar, sentí una alegría enorme, porque defender la misma camiseta era un sueño que teníamos. Él se merece lograr continuidad, porque es muy buen jugador y tiene ya una experiencia importante”, contó por entonces el Ruso, sobre su hermano, el Loco.

En 2001, aún siendo jugador de Defensor, le llegó la chance de vestir por primera vez la camiseta de la selección uruguaya, ante Bolivia por la Copa América celebrada en Colombia. Ese juego terminó con victoria celeste por 1-0 con gol de Javier Chevantón, y Pérez jugó los 90 minutos con la camiseta número 5 en la espalda.

Sus buenas actuaciones lo llevaron a Peñarol, donde estuvo poco tiempo en un equipo al que le costó mucho repetir el nivel del año anterior, cuando habían sido campeones uruguayos. Al volante le dio, de todas formas, el tiempo para convertir dos goles con la camiseta mirasol.

En 2004 llegó a Europa: Mónaco de Francia le abría las puertas del Viejo Continente. En el equipo del principado jugó más de 180 partidos, siendo dirigido por el futuro campeón del mundo, Didier Deschamps, y permaneció allí hasta 2010. Si bien no pudo levantar trofeos, fue un miembro regular del primer equipo y fue finalista de una Copa de Francia.

En 2010, la Copa del Mundo de Sudáfrica vio uno de los momentos más altos de su carrera, dejando actuaciones formidables y escenas inolvidables, como su rostro ensangrentado en pleno partido como marca de su constante entrega por los colores. El cuarto puesto de Uruguay y su actuación personal despertaron el interés desde Italia, por lo que en agosto de ese año pasó a jugar para el Bologna.

Allí coincidió con otros uruguayos como Gastón Ramírez, Henry Giménez y Miguel Britos. En su primera temporada, el Ruso fue el máximo asistidor del equipo con tres y su equipo se salvó con claridad del descenso.

Llegó 2011, año en que Pérez levantó la Copa América en Argentina, el título más importante de su carrera. El Ruso, además, abrió el marcador contra los locales en aquel imborrable partido en Santa Fe en el que la celeste eliminó a los dueños de casa. Esa noche, increíblemente, también se fue expulsado.

Con la celeste en el pecho, Pérez llegó a jugar 89 partidos y marcó otro gol, contra Tahití en la Copa de las Confederaciones de 2013. Su último partido con Uruguay fue un amistoso contra Irlanda del Norte el 30 de mayo de 2014.

En 2015, en silencio, puso fin a su carrera, quedándose en Bologna para trabajar con las divisiones inferiores del club.