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Vicente Sánchez y Guido Pizarro, ante la fatal urgencia de ser finalistas

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Anselmi se comporta distinto en Portugal (2:43)

Rafa Ramos y Eli Patiño analizan la polémica en torno al técnico argentino por el uso de datos. (2:43)

Sánchez en Cruz Azul y Pizarro con los Tigres llegaron a la dirección técnica por caminos diferentes, pero su promesa es la misma


LOS ÁNGELES -- Uno llegó por abandono (Vicente Sánchez) y el otro irrumpe por insubordinación (Guido Pizarro). Ambos, de momento, mantienen el cometido: Cruz Azul y Tigres se instalan en Liguilla directa y Cuartos de Final de Concachampions.

El tonelaje de la asignatura es muy diferente. La forma en la que ambos técnicos asumen –provisionalmente—, el silbato, la cachucha y la cruz los coloca en condiciones extremas. Deben ser finalistas por decreto.

1.- Vicente Sánchez encara el mayor desafío. Entró al relevo de un tipo falaz pero ingenioso, que le dio protagonismo dos torneos a La Máquina, aunque no ganó nada. Pero está solo. El pizarrón de Martín Anselmi lo rebasa, aún con el asterisco de la traición.

2.- Guido Pizarro da la cara por la versión futbolera de unos inocuos 'Peaky Blinders' de Zuazua. Se deshicieron de Veljko Paunovic, en un motín sin precedentes –por el descaro--, en el futbol mexicano. Pero Guido tiene todo el respaldo. Ya se sabe: vestidor mata oficinas. Y hoy los Mauricios (Doehner y Culebro), lo asumen, más allá de que salgan a afirmar que los jugadores no controlan al equipo.

Lo de Vicente Sánchez fue un accidente. El alguna vez fantástico delantero uruguayo, era el peón emergente para el puesto de alfil. Además, había estado atento a los quehaceres y el libreto de Anselmi. Claro, La Biblia la pueden leer todos, pero nadie más puede protagonizarla.

Queda claro que Vicente no es un iletrado, más allá de las manos del oscurantismo que manejan a Cruz Azul. Debió aprender, por ejemplo, de Enrique Meza y de Ricardo La Volpe, más lo que pudo haber hurgado en sus propios conceptos y las ojeadas a Anselmi.

Contrasta con el tema de Pizarro. Los dos están en manos de sus respectivos planteles. La diferencia es que en La Noria esperan actos de magia que rayaban en lo absurdo y tenían éxito, en tanto que en Zuazua, es una cofradía de aventureros solidarios.

Sí, Vicente no es Harry Potter, y Guido es una versión enclenque de Leónidas, pero consolidada por los espartanos que lo encumbraron: los Gignac, los Nahuel, los Carioca, los Aquino, los Joaquim, etcétera. Uno batalla contra la incredulidad y el otro se ampara en la lealtad absoluta.

Sin embargo, el técnico de Cruz Azul, queda claro, tratará de que la arenga y el paso del tiempo, le fortalezcan y alcancen para las fases críticas que se vienen en la Liga y en la Concachampions. Tiene un gran aliado: el profe Rubens Valenzuela, que suele influir emocionalmente, desde el trabajo físico, en la devoción del futbolista.

Para Guido Pizarro el desafío es matar muriendo y morir matando. La versión es dramática: él y sus lugartenientes prometieron llegar a la Final de este Clausura 2025.

¿Se vale el camino de la sublevación y el amotinamiento? Las versiones afirman que el grupo inconforme habló con Paunovic. Éste, a su estilo, lejos de meditar sobre el escenario, decidió apretar las tuercas, hasta que reventó el caldero.

Sin soslayar la gravedad del hecho del eventual amotinamiento, al final los jugadores terminaron rescatándose y rescatando al equipo, presuntamente.

Por lo pronto, Tigres ha cumplido. Poco vistosa su victoria sobre Querétaro, pero eliminó a Cincinnati. Se levantó del 0-1 al 3-1, para un global de 4-2. Y el cambio drástico con ajustes en el segundo tiempo con Gorriarán y Ozziel, conectando finalmente con Ibañez y Brunetta. Por lo pronto, a estos tres, parece sentarles muy bien la ascensión de Pizarro al banquillo. A puro gol.

Cruz Azul también hizo su chamba. El marcador es escandaloso en la Vuelta ante el Seattle Sounders: 4-1, pero la victoria conserva todo el mérito de un partido complicado por la hechura conservadora del rival, su plantel y la experiencia del veteranazo técnico Brian Schmetzer.

Irónicamente, ambos proyectos reclaman un mismo objetivo: la Final, porque es la promesa hecha en Tigres, y porque es la herencia incómoda e injusta que le queda a Vicente Sánchez tras la fuga de Anselmi.

Queda claro que, en ambos casos, no cumplir el objetivo, dejará emplazados a ambos entrenadores. En el caso de Vicente le tocó heredar, también, en contraparte, a un plantel con jugadores de calidad, y que, además, llegan con los blasones y las heridas de dos estupendos torneos anteriores.

Por eso, el gran reto para Vicente Sánchez ya tiene cita, aunque no sea en un coliseo tan dramático y culminante como la Liguilla. El 12 de abril en la fecha 15, enfrenta al América, donde además de confrontarlo por los descalabros competitivos, deberá hacerlo por la forma desleal en que lo echó del que era su estadio, alquilado, pero suyo.

Ahí, ese día, podrá verse para qué está Cruz Azul en la Liguilla. Todos los integrantes: plantel y Vicente. No será un partido más. Será EL PARTIDO.

Así, llegando uno por abandono y otro por insubordinación, pero, de momento, Vicente Sánchez y Guido Pizarro cumplen su cuota semana a semana. ¿Les alcanzará para ser campeones? Difícilmente, pero, en el futbol ocurren tantos imponderables, que dejan desde grandes tragedias hasta historias cursilona y épicamente románticas.