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El próximo Campeonísimo se gesta en Coapa y Chivas ni sabe, ni puede y ni quiere impedirlo

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Javier Alarcón: "América avanzó y Chivas vuelve a sus miserias" (2:27)

El Guadalajara cayó 4-0 ante el América en el duelo de vuelta de la Concacaf Champions Cup. (2:27)

Lo más triste para la historia del Guadalajara y de sus seguidores, es que la próxima versión de un Campeonísimo se está gestando en El Nido de su acérrimo enemigo.


LOS ÁNGELES -- Hubo tiempos en que Chivas vivía cómodamente de un pasado que no le pertenecía. Hoy, Chivas vive renunciando a un presente que sí le pertenece.

El América, este miércoles, ha sacado al Guadalajara del letargo del autoengaño tras aquella victoria tan accidental que le parecía ajena en la Ida de la Concachampions y después en el empate sin goles en la Liga.

La brutal autopsia del 4-0, pero más aún la abismal diferencia en la cancha, puso al desnudo la incapacidad competitiva del Guadalajara ante este América y en este Clausura 2025, en el cual se sostiene con la gracia frágil de unos alfileres en la zona de Play-In.

¿Es un termómetro implacable el marcador de 4-0? Posiblemente no, pero también reveló el eventual daño interno que sufre el equipo. Se hizo evidente el colapso: futbolistas que ya no pueden, futbolistas que ya no quieren y futbolistas que se han rendido o desertado.

Hay damnificados evidentes en esta vorágine de crisis que enfrenta el Rebaño.

1.- Roberto Alvarado, desde su piojoso cohetón, se ha perdido. El otrora notable jugador se ausenta de los partidos mental y emocionalmente. De ser el adalid táctico del equipo; hoy deambula, desconectado absolutamente, hasta escondiendo la patita.

2.- Luis Romo, el cacareadísimo refuerzo, deja en claro porqué, en su momento, Martín Anselmi claudicó con él, especialmente tras sus titubeos fatales con Cruz Azul en la Final primero, y después en la Semifinal ante América. Romo volvió a ese estado parasitario y catatónico que tuvo con Monterrey.

3.- Javier Hernández, como toda reliquia, vive prófugo del museo, cuando queda claro que cada partido, como suplente o titular, termina generando en la tribuna entre lástima y una nostalgia exculpatoria, como abogacía de sus mejores tiempos en Europa. ¿Obligan al técnico en turno a que juegue por el contrato con la marca Puma que paga a mitad de su salario? Pobre Amaury, pobres entrenadores, pobres Chivas y pobre afición. Es como sacar al Cid Campeador, pero con su muerte anunciada.

4.- Alan Pulido, mire Usted, el ficticio héroe antisecuestros, vive secuestrado por la forma de juego del Guadalajara. Ni es tan veloz ni domina el perfil para ser el jugador de contragolpes, y haciendo lo que mejor sabe, sufre porque se ve abandonado por Romo y Alvarado, y así termina maniatado. ¿Ha marcado goles? Sí. Hasta un reloj descompuesto da correctamente la hora dos veces al día.

5.- Y lamentable lo que le ocurre a Hugo Camberos. Gerardo Espinoza lo ha segregado a la banca y al abandono. ¿Qué le desagrada del juvenil? Lo que sea, su primera obligación es rescatarlo y no marginarlo. Pocos futbolistas hay en Chivas que tengan el instinto solidario y de lectura de juego, especialmente a su edad. Si su técnico lo relega por controlar el vestidor, a la larga va a perder a Camberos y el control del vestidor. La ley de los queda bien.

Claro, lo más grave ocurre en el departamento de “desinteligencia deportiva”, y en el desdén de aprender nociones básicas de la administración de un equipo por parte de Amaury Vergara.

Poco a poco se van sabiendo los motivos de abandono de tipos como Fernando Hierro y Fernando Gago, más allá de los anzuelos financieros o emocionales que los llevaron a abandonar la institución.

Ambos entendieron que no hay la proclividad pasional ni intelectual para consolidar un proyecto. Hierro se ofreció Al-Nassr y Gago pagó de su bolsa la cláusula de rescisión para ir a Boca Juniors, como artilugios para huir de un sitio en el que entienden que se quiere administrar un equipo de futbol como si fuera empresa familiar. Sí, huyeron como truhanes, pero comprendieron que no había futuro.

Ciertamente Amaury Vergara ha intentado hacer un Chivas competitivo. El listado de refuerzos desde la llegada de Ricardo Peláez, refleja más una tendencia al despilfarro que a la inversión. Curiosamente quienes prevalecen en el equipo son los jugadores de cantera: los Rangel, los Beltrán, los Tiba, y antes Chiquete Orozco.

¿La afición de Chivas recordará algún refuerzo que se haya comprometido con el club en los últimos años? Habría que remontarse a tipos genuinamente devotos del Rebaño: Ramón Ramírez, Oswaldo Sánchez, Benjamín Galindo, Ramón Morales, Claudio Suárez, Alberto Coyote o el Bofo Bautista. A ese nivel de identificación, ninguno más ha llegado: ni los Orbelín, ni los Pizarro, ni los Antuna, ni los Vega, ni los Chicotes, ni los Mozo, y mucho menos aún las decepciones absolutas como Pocho Guzmán o Erick Gutiérrez.

Ciertamente, Amaury no tiene ni remotamente la sensibilidad ni la personalidad de su padre. Jorge Vergara se comprometía con los jugadores, y en medio de errores, les allegaba instrumentos para hacerlos mejores competidores, y de esa manera generaba correspondencia y compromiso.

Hoy, el equipo es un fiel reflejo de su dueño. Hasta en la instancia de llegar a una Final y perderla por una crisis grupal en el medio tiempo contra Tigres, al carecer incluso en el nervioso entrenador (Veljko Paunovic) o el apático director deportivo (Fernando Hierro) de una figura de autoridad para poder aprovechar, manipular esa misma crisis a su favor a sólo 45 minutos del título.

Y entonces, Chivas, que se refugiaba en su pasado, en el del irrepetible Campeonísimo, hoy como sanación y autoengaño se dedica a renunciar a su presente.

Lo más triste para la historia del Guadalajara y de sus seguidores, es que la próxima versión de un Campeonísimo se está gestando en El Nido de su histórico y acérrimo enemigo.