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Pachuca y futbol: una oportunidad social

Las condiciones sociales determinan el desarrollo físico de los niños, por eso el club apuesta a reclutarlos desde los 9 años para mejorar su crecimiento. Alberto Pichardo

PACHUCA -- En la Universidad del Futbol y Ciencias del Deporte de Pachuca cerca de 350 alumnos caminan entre los pasillos. Algunos van rumbo a las aulas, al comedor o las distintas canchas del centro de formación. Todos cuentan con horarios personalizados, todo está agendado: despertar, desayunar, entrenar, tomar clases e incluso la recreación está pautada, las idas al cine, las plazas, no hay nada que no tenga una razón para fomentar el desarrollo de los niños.

Marco Garcés, director deportivo del equipo, reconoce que la situación del país afecta los hogares de donde surgirán sus próximas estrellas.

De acuerdo al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) 1.31 millones de personas en Hidalgo vive en situación de pobreza, mientras que 181,000 más está en condiciones de pobreza extrema. Es en estos estratos sociales en los que el Club Pachuca da el primer paso para conformar sus equipos base, niños que recluta con solo nueve años y les da la formación deportiva y educativa con el objetivo de llevarlos a la Primera División.

“Desgraciadamente la sociedad mexicana está quebrada y muchos vienen de situaciones muy adversas. Yo pensaba que era demasiado bruscos sacarlos de casa (a los nueve años), desarraigarlos de sus casas tan temprano, pero viendo la realidad del país es necesario”, comentó.

El club se enfoca en los niños hidalguenses de nueve años, detecta a los mejores y los integra a su método de formación con un año menos de edad de los niños que llegaron por visorías nacionales.

El desarrollo físico, problemas de talla y peso, son algunos de las características que identifican en algunas regiones de Hidalgo, pero también de otras zonas del país.

“Lo que hacemos es seguimiento individualizado, sin importar etnia o donde vengan. Están con seguimiento nutricional y rutina preventiva de lesiones y trabajo específico a futbol, donde buscamos desarrollar cualidades sin tener que renunciar al patrimonio motor”, dijo.

Otro aspecto que también afecta a los chicos es el desarrollo emocional, porque tienen que dejar su lugar de origen, familia y amigos, por perseguir el sueño de convertirse en futbolistas profesional.

“Traer a niños de otros estados a los 9 años parece que es demasiado violento, todavía el niño -por nuestra experiencia- no se queda, se regresa, sufre demasiado, llora demasiado, es difícil.

A los 10 años, aunque seguimos padeciendo eso, sabemos que si nos esperamos más tiempo es más difícil para ellos, muchos vienen sin educación, sin ninguna base social y si te esperas más, es cada vez más complicado”, añadió Marco Garcés.

Algunos de los niños que llegaron a los 10 años y, posteriormente, se convirtieron en profesionales son: Hirving Lozano, Érick Gutiérrez, Pablo López, Miguel Tapias, Iván Ochoa, entre otros.

Rembert Vromant, director de visorías del club explica que el desarrollo físico de los niños está íntimamente ligado a la estabilidad social de sus comunidades. “Cuando tienes hambre no vas a ir a jugar futbol, sabemos que el deporte es posterior al desarrollo económico del estado”, dice.

El entrenador hace un símil sobre la experiencia de enfrentar en torneos amistosos a equipos de la categoría sub-10 de los Estados Unidos, donde los niños tienen mayor estatura, fuerzas y motricidad, en comparación con un equipo de la misma categoría de un club mexicano. La buena alimentación, los hábitos, la educación y contextos saludables darán como resultado un mejor atleta.

“Si nosotros los agarramos a tempranas edades y los podemos ir influenciando en su desarrollo nos podemos a la par y los superamos rápidamente”, finaliza Rembert Vromant.