Fútbol Americano
Heriberto Murrieta 4y

Contexto

En estos días se han cumplido 50 años de México 70 y 34 de México 86.

Cuando se trata de jerarquizar a los grandes jugadores de la historia (ejercicio recurrente y polémico), me parece indispensable poner en contexto el tipo de futbol que se practicaba en cada época.

Basta con ver los partidos del Mundial de 70 para confirmar que aunque ciertamente los brasileños jugaban un futbol de ensueño, de acompañamiento y grandes jugadores encabezados por Pelé, el juego era semilento, con libertades para recibir, darse la vuelta y tocar.

Hoy se juega un futbol mucho más físico, más atlético y más rápido, con pocas libertades de marca para los orquestadores. Por eso, en el marco de una tremenda exigencia, Lionel Messi se acerca a ser el mejor futbolista de la historia.

Pero recordemos a sus antecesores, que coincidentemente brillaron en nuestro país.

La pausa

El movimiento se demuestra andando, pero el futbol también es pausa. Eso hizo Pelé, esperar un par de segundos, acomodarse y tocar el esférico a Carlos Alberto, que se había desprendido desde su zona defensiva para llegar como tromba y sacar un disparo cruzado que significó el cuarto gol de la escuadra verde amarela sobre la Selección Italiana. La pausa justa, el arte de no precipitarse. La imagen de Edson Arantes Do Nascimento izado a hombros con el torso desnudo al término de la Final en el Estadio Azteca, es la de la consagración de uno de los más grandes deportistas de la historia. Le acercaron un sombrero de charro y no dudó en ponérselo para sellar su comunión con el público mexicano, al que cautivó con su talento "maravilhoso". Pelé nació con cualidades extraordinarias: dos perfiles, elegancia, conducción, técnica individual, cambio de ritmo, pase preciso, creatividad, cabeceo y definición. ¿Se puede pedir más? Era el futbolista por definición. Hombre orquesta, orfebre de las canchas, epicentro del juego, acaparador de las miradas, arquitecto de grandes victorias, O' Rei hizo del futbol un oficio estético. Aunque el virtuoso Edson nunca perdió de vista que su deporte es colectivo -no fue un egoísta con el esférico en los botines-, muchas veces opacó a los otros veintiún hombres sobre la grama; su calidad era superior a la de todos los demás. Después de retirado, hábilmente se inclinó por las relaciones públicas, la comercialización de su imagen y por llevar la fiesta en paz con la FIFA. Actualmente, el astro brasileño frisa los 80 años de edad.



Magistral

El 22 de junio de 1986, Diego Armando Maradona recibió el balón en la propia cancha argentina, cinco metros atrás de la raya del medio campo del Estadio Azteca. Con el esférico cosido al botín izquierdo, fue eludiendo ingleses hasta llegar a las narices del portero Peter Shilton -a quien también esquivó-, para marcar uno de los grandes goles en la historia de las copas del mundo. Diego era un bólido que no paraba nadie. Gala de habilidad, conducción impecable, jugada individual perfecta. Fue cuando, extasiado, el cronista uruguayo Víctor Hugo Morales lo llamó "barrilete cósmico". La narración gritada de un tanto extraordinario. 34 años después, es una pena ver a Diego haciendo desfiguros y bajándose los pantalones para mostrar el trasero. También es lamentable, por decir lo menos, que alguien lo grabe y más tarde difunda esas vergonzosas imágenes.

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