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A falta de tiempo, análisis...

ESPN Digital

Con el regreso del futbol, tras el paro producto de la pandemia, me resulta increíble la cantidad de partidos que se ofrecen diariamente. De entre todas las opciones he invertido mayor tiempo observando los juegos de LaLiga. La forma en cómo los españoles decidieron acomodar el calendario para acabar cuanto antes la competición, ya está cobrando factura en distintas áreas, y personalmente son dos las que más me llaman la atención: la calidad del producto y las distintas formas en cómo los entrenadores han decidido afrontar la 'nueva normalidad' con sus consecuencias.

Durante el periodo de más de 90 días sin competición ni entrenamientos en grupo, mucho se habló de que los jugadores, por su cuenta, seguían entrenando y trabajando en su casa para mantener la 'forma'. Lo que se obviaba en esos días, o lo que los aficionados (me imagino los entrenadores sí estaban conscientes de la complicada realidad que se avecinaba) no querían ver es que la 'forma' que los futbolistas estaban manteniendo era la atlética, pero el fútbol es un deporte de relaciones, donde el producto final (el rendimiento en competencia) es mucho más que la suma de sus partes.

Más allá del ajuste al reglamento, permitiendo cinco sustituciones por partido y las dos pausas para rehidratación, me parecer que el ritmo físico de los juegos ha estado dentro de los parámetros, incluso el número de lesiones no ha sido demasiado alto. Lo relevante, lo que nos reafirma la bonita complejidad del deporte, es el pobre rendimiento como equipo, que algunos clubes están demostrando. Ante las escasas sesiones de entrenamientos, donde el duerpo técnico normalmente aprovecha para hacer correcciones, los entrenadores están tratando de solventar, de encontrar respuestas, sobre la marcha. Es habitual, durante la pretemporada o en fútbol formativo, utilizar la competencia como termómetro para medir y evaluar los avances o defectos del equipo, pero qué complicado cuando tienes un campeonato, el descenso o los puestos europeos en juego, hacer dichas modificaciones. Valencia, Real Betis, Barcelona y Espanyol son ejemplos de esto.

Mucho se decide que lo bueno del fútbol es que da revancha enseguida, pero cuando un equipo "no se encuentra", 72 horas es muy poco tiempo para recuperarse psicológica y físicamente del dolor de la derrota, modificar y mejorar lo más que se pueda, y convencer al plantel que el siguiente partido es el importante.

Hago la comparación entre un partido, una competencia oficial, con una fiesta, un evento en el que tú serás el anfitrión. El anfitrión (el entrenador) es el encargado de seleccionar el menú para la cena, normalmente algún platillo que domine la preparación y cuente con los ingredientes. Resulta importante también, contar con buena música que amenice el evento, DJ, bocinas e incluso luces son de gran ayuda para mejorar la experiencia. Por último, pero no menos importante, está la decoración: flores, globos, vajilla son algunas opciones para vestir tu celebración. Todo está dispuesto para pasar un rato agradable, de todas las opciones escogiste, lo que creíste más conveniente, pero eso no te asegura que la fiesta sea el éxito que imaginas, algunas cosas pueden no funcionar, no gustar o simplemente causar otra impresión de la que tu buscabas.

Transcurre el evento, te vas a tu cama, despiertas al otro día (en este momento el lector promedio está esperando la desgracia) y estas totalmente consiente que la fiesta fue un fracaso. A la carne le falto cocción, el DJ no atinó en la selección de géneros, las flores dieron demasiada seriedad y para colmo cayó una tormenta terrible. Es domingo por la mañana, no puedes regresar el tiempo, en la medida que vas recogiendo todo, lavas platos, barres colillas, tiras los arreglos, vas pensando de entre todas las cosas que salieron mal qué fue lo peor; por qué el martes tienes otro evento y vuelves a hacer el anfitrión. Por más triste y decepcionado que estés es imposible cancelarlo, tiene aún mayor importancia y los invitados están confirmados. No hay tiempo para lamentaciones.

Ante la desgracia, o cuando piensas que todo fue un caos, se debe de dar un paso hacia atrás para analizar con mayor perspectiva. Te aseguro que dentro del 'desastre', sin duda hay cosas peores (son las que requieren principal intervención), otras que con una simple corrección pueden mejorar, y, por último, muchas que realmente salieron bien, pero tu visión, opacada por los sucesos desafortunados, te impide percibir que hay demasiados aspectos rescatables, y son éstos las que otorgarán la fuerza para continuar en el camino.