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Pobre y exitoso Necaxa

Después del empate con América, Necaxa es penúltimo lugar del Guard1anes con apenas un punto, pero no se confundan, este equipo aseguró su éxito desde la pretemporada con la venta de Mauro Quiroga al San Luis por cerca de 4 millones de dólares, porque el objetivo de la directiva es ganar cada año el título del mejor intermediario del futbol mexicano a pesar de lo que pase dentro de la cancha, o mejor dicho, al margen de ello.

Desde que la familia Tinajero lo compró a Televisa en marzo del 2014, el club no sólo recuperó su valor al regresar a primera división, sino que ha perfeccionado el arte de reforzarse barato y vender caro con ganancias superiores a los 65 millones de dólares por la venta de 12 jugadores en específico que llegaron sin nombre y se fueron como revelaciones a costa de la ilusión de los aficionados de los Rayos. El próximo puede ser Passerini.

Según la investigación que Karen Peña publicó en este portal hace dos semanas, la cifra es producto de las ventas de Víctor Dávila, Edson Puch, Brian Fernández, Cristian Calderón, Jesús Angulo, Alexis Peña, Quiroga, Roberto Alvarado, Igor Lichnovsky, Carlos González, Dieter Villalpando y Marcelo Barovero; nada menos que los mejores jugadores que ha tenido el equipo, todos fuera.

Tras la última venta y a la luz de la tabla general, ahora el Necaxa ha entrado en su fase de cuarto menguante, esa que llega cada dos o tres torneos y que tiene como único objetivo sobrevivir mientras los visores hacen su magia y llegan las joyas nuevas que, si el ciclo se cumple, lo podrían llevar tan lejos como hasta las semifinales como ocurrió en los Apertura 2019 y 2016.

El problema es qué pasa con el corazón de sus seguidores, esos que Juan Villoro describe como una minoría ilustrada, porque el plan es tan cruel que no sólo tienen que lidiar con la salida de sus referentes, eso pasa en todas partes, sino que antes tuvieron una ilusión real que se han acostumbrado a dejar ir mientras llegan las victorias porque ya saben que la directiva desarmará al equipo tan pronto como termine la campaña.

En este torneo la historia pinta para repetirse con la del Apertura 2018 en la que los Rayosa sólo hicieron 14 puntos -mismo cuarto menguante- porque Poncho Sosa necesita tiempo para calibrar las piezas y, aunque tiene su responsabilidad al aceptar un destino conocido, los Hidro Hermanos tampoco pueden desahogarse contra alguien que no diseñó el plantel ni decidió la filosofía con la que tiene que trabajar.

Para consuelo de la directiva, esta vez no verá afectada su taquilla más que los otros equipos debido a la pandemia, con lo que se ahorrarán la vergüenza de tener un promedio de asistencia menor a la media y el cierre de año pasará al olvido como tantos otros más.

Quizás algún día el Necaxa logre salir de este ciclo y los aficionados disfruten de un proyecto de mediano plazo, pero eso dependerá de que los dueños se arriesguen a soñar y resistan la tentación de hacer otra venta de garage cuando las estrellas se vuelvan a alinear gracias a los goles de ese delantero que hoy juega en el Huachipato, Sol de América o Atlético Tucumán.