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El Tri debe definirse

ESPN

México tiene que entender que su evolución como equipo, no pasa por asistir a un torneo o alcanzar determinada instancia.

Las derrotas de México ante Estados Unidos y Canadá en la última fecha FIFA han dejado muy tocado el actual proyecto de la Selección Nacional. El Tri perdió ante sus dos rivales directos y, en los dos partidos, fue superado por el rival.

El momento amerita un análisis serio de lo que está pasando, pero, sobre todo, de lo que puede pasar o, mejor aún, de lo que se pretende que pase.

Gerardo Martino salió de estos últimos días como el gran señalado. El villano al que la mayoría quiere responsabilizar. El argentino lleva en lo ocurrido buena parte de la culpa, pero hay que saber mirar hacia todas las partes involucradas.

Que México haya caído en Cincinnati o en Edmonton no pone en riesgo el pase al Mundial de Catar. En el peor escenario, el más dramático, el conjunto azteca se toparía con el repechaje. Y aún con lo sucedido cuesta trabajo verlo tan abajo. La brecha abierta entre los cuatro primeros clasificados y el resto, pese al triunfo de Costa Rica sobre la hora, parece poner muy encaminada la eliminatoria. Al torneo le quedan seis fechas de las cuales México será local en cuatro; y sus dos únicas salidas son, en principio, a los campos más accesibles. Los cinco puntos que tiene hoy de ventaja sobre los ticos deben de ser suficiente colchón.

Pero es por eso que se tiene que ver más allá de una clasificación a la Copa del Mundo. Porque si el único objetivo es ese, ir al Mundial, entonces no hay razones para tanto alboroto por perder “apenas” un par de partidos. Tampoco si el listón se va a seguir colocando en el ridículo 5º partido. El futbol mexicano tiene años obsesionado con alcanzar los cuartos de final en un Mundial como si eso le garantizara alguna trascendencia o evolución como selección. Equipos como Estados Unidos, Costa Rica, Turquía, Corea del Sur, Suecia o Croacia jugaron ya esa instancia; algunos incluso llegaron más lejos y su lugar en el orden futbolístico no cambió.

Los ejemplos de los títulos infantiles en 2005 y 2011 y el oro olímpico de 2012 tienen que servir de algo. Trascender en esos torneos no cambió en nada la realidad futbolística mexicana.

México tiene que entender que su evolución como equipo, que ese siguiente paso que sueña con dar, no pasa por asistir a un torneo o alcanzar determinada instancia. El Tri carece de identidad de juego y se suponía que Gerardo Martino iba a dársela. Se decía también que la generación de futbolistas que tiene hoy le podía permitir aspirar a cosas distintas y por ahora no ha pasado. El Tata no ha podido ni siquiera hacer un relevo generacional en el equipo porque hay jugadores cuyos nombres pesan demasiado; y también, porque quienes deberían empujar ese recambio, se han quedado cortos a la hora buena. Porque en México no hay ni tantos ni tampoco tan buenos jugadores como se pretende creer.

Martino, y quienes mandan en el entorno de la Selección Mexicana, deben tomar una decisión. Salir del paso apelando sólo al resultado como parece han hecho hasta ahora y no sólo ellos, sino también los que estuvieron antes; o apostar por generar una identidad en el equipo nacional. Por eso el Tri tiene que definirse.