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Carlos Vela, la veladora encendida para el LAFC

LOS ÁNGELES -- Carlos Vela se quedó sin socios. De tener un equipo, ha pasado, él, a ser el equipo. La encomienda no es fácil. LAFC va de travesía a la selva ecológica y ecologista de Seattle en los playoffs de la MLS.

Del encumbramiento en la MLS durante 2019, Carlos Vela ha pasado a un 2020 de incertidumbre, como la humanidad entera. Se ausentó de la burbuja por el embarazo de su esposa, y al regresar, una lesión de la rodilla, en el Clásico de El Tráfico, ante el Galaxy, lo sacó de tránsito.

Regresó, y regresó con gol. Es decir, golazos. Claro, con la libertad que otorga el nivel reumático de los defensas en la MLS, que permite al mexicano, con la eternidad de un segundo de más, y unos metros de aislamiento, ornamentar una jugada, que en otras latitudes no podría consumar. Pero, no es su culpa si los adversarios en lugar de marcar, lo enmarcan contemplativos.

De cara al partido ante los Sounders, el LAFC contempla desesperado la enfermería. Cada uno en su pecera, Diego Rossi, Brian Rodríguez, José Cifuentes y Diego Palacios esperan un resultado negativo de las pruebas de COVID-19, pero parece imposible que acudan a la cita del martes en esa magnífica selva de Seattle.

¿Podrá, nuevamente, ser Vela la antorcha del LAFC? Recuperado, fortalecido, el mexicano marcó el gol del empate ante los Timbers de Portland, aunque fue evidente que requería de mejorar su forma y su ritmo.

Sin embargo, si la maldición para el LAFC fue la fecha del FIFA-virus, fue la bendición para Carlos Vela, quien tuvo la oportunidad de regenerar sus condiciones físicas y futbolísticas, en el momento en que a la artillería de su equipo se le mojó la pólvora y sólo puede atacar con la bayoneta, que es el mismo mexicano.

Sounders también zozobraba. Sin embargo, al punto final de este texto, Gustav Svensson y Xavier Arreaga, estarían disponibles, además de Raúl Ruidíaz, quien llega envenenado, ansioso de una revancha, tras su pobre rendimiento en la eliminatoria sudamericana, especialmente ante Chile, al ser sustituido, y víctima del arsenal mediático de la afición peruana.

A siete puntos de Seattle Sounders, en una temporada recortada por la pandemia, LAFC se metió como el séptimo de la División Oeste, es decir, al igual que los Terremotos de San José, simplemente porque había un boquete disponible en la zona de mediocridad de la tabla. Los angelinos ni siquiera rozaron el 50 por ciento de productividad.

Sin embargo, Bob Bradley mantiene el optimismo de tundirle a los Sounders: “¿Por qué el séptimo lugar de la tabla no puede ser campeón?”, ha dicho. “Los buenos equipos aparecen y superan los malos momentos. Este equipo tiene esa mentalidad y debe demostrarlo”.

Tal vez el mensaje no sólo era comunitario, no sólo era para todo el grupo, sino llevaba un correo especial para Carlos Vela.

Para un personaje que ha desetiquetado la pasión de su línea de trabajo, la presión de este desafío no debería abrumarle. Confeso de que el futbol es su oficio, su modus vivendi, mientras que el basquetbol le hace bullir la sangre, seguramente Carlos Vela seguirá mostrando la sangre fría en los momentos calientes del juego.

Sin las sociedades para perpetrar crímenes en la portería contraria, pero el mexicano, de llegar en plenitud, puede convertirse en el jugador clave en la incursión por Seattle, con esa frialdad casi displicente en el área. Además, sólo necesita generar una falta fuera del área para darle vida al marcador.

El LAFC sólo necesita que Carlos Vela sea por, al menos, los próximos 90 minutos de este martes, una versión similar a la de 2019, el año de su glorificación en la MLS. Marcó 34 goles en 31 partidos de la liga, con 15 asistencias, y 2,726 minutos de juego.

Ésa es la incógnita para el LAFC: se ha quedado sin jauría con las ausencias de Diego Rossi, Brian Rodríguez, José Cifuentes y Diego Palacios, pero ha sobrevivido, y tal vez en su mejor forma posible, el jefe de la manada. Todo está en el espíritu y en la cabeza de Carlos Vela, el ser la veladora o el cirio de las esperanzas de su equipo.