<
>

Por qué no funcionó el plan de River ante Inter: razones de una derrota dolorosa

El fútbol es generoso. No pide casi nada para despertar una ilusión. La propia naturaleza del juego permite que cualquier competidor esté en condiciones de ganar, sin que importe demasiado la lógica. River Plate salió a jugar contra Inter convencido de que podía derrotarlo. Y en el comienzo del partido lo demostró, pero algo sucedió y esa actitud no pudo mantenerse.

Marcelo Gallardo planteó un once para buscar la victoria. Sabía que necesitaba marcar un gol para que la clasificación a octavos de final del Mundial de Clubes no dependiera de Urawa Red Diamonds y el entrenador decidió jugar con dos delanteros y un 4-3-3 ofensivo. La idea era clara: presionar al subcampeón de Europa bien arriba y, desde esa intensidad, complicarle la salida.

Lo admitió Lautaro Martínez: "River es un rival que juega muy bien. Los primeros 55' presionaron alto, después aflojaron y pudimos encontrar espacios. Quiero felicitar a River porque ha hecho un gran camino y merecía más. Nos planteó un partido intenso y con mucha presión”. El plan era ambicioso, aunque requería de una concentración que no podía ser alterada bajo ningún concepto.

¿Qué pasó? Antes del final del primer tiempo, Monterrey ya le ganaba 3-0 a Urawa, lo que obligaba a River a ganarle a Inter para no quedar eliminado. En las pantallas del estadio Lumen Field pasaron el resultado del otro partido de la zona y eso quitó el foco a los futbolistas y a los hinchas. El aliento bajó su intensidad y también la presión, como si se retroalimentaran.

En la conferencia de prensa, Gallardo destacó el hecho: "Es insólito, no entender la esencia del juego, cuando en la pantalla gigante se muestran imágenes de otro partido, de cómo va... Eso debería cambiar, porque la FIFA tendría que tener más sensibilidad con esas cosas. No digo que hubiera cambiado algo, pero no está bueno que suceda así, porque uno debe enfocarse en su partido y así cuesta".

Ante un rival de semejante calidad, no se puede dar la más mínima ventaja. La idea de Gallardo era subir el ritmo del juego todo lo posible, presionar sin descanso y no fallar ni adelante ni atrás. Para sostener esto, es necesario que nada mueva el foco. La concentración debe ser absoluta. Por eso, una distracción externa puede complicar.

El orden del primer tiempo se rompió muy rápido en la segunda etapa. Inter ajustó y empezó a aprovechar los espacios que quedaban sobre todo a las espaldas de Matías Kranevitter. River empezó a correr más detrás de la pelota y hacia atrás que a adelantarse y buscar anticipar. La coordinación que había tenido se perdió y comenzaron a aparecer las imprecisiones. Entonces, llegaron los cambios y ya se hizo cada vez más difícil sostener la idea.

Todo terminó de romperse con la expulsión de Lucas Martínez Quarta tras un error de él mismo en un control. Después de la roja, River entró en el terreno del "como sea" y ya no hubo plan al que aferrarse. El cuadro italiano se puso en ventaja poco después y no hubo más que hacer.

Gallardo tuvo una idea respetuosa de la identidad de River. Y buscó llevarla adelante con las herramientas que tenía. Las bajas por lesión y suspensión atentaron contra las posibilidades del equipo, que hizo el intento pero quedó demasiado lejos del subcampeón de Europa. Se va del Mundial con la bronca de saber que podría haber llegado más lejos.