Las hinchadas sudamericanas fueron protagonistas principales del Mundial de Clubes. Argentinos y brasileños le pusieron pasión al torneo desde las tribunas y desde las calles. Pasión real. Trajeron a los Estados Unidos ese sentimiento que convierte al fútbol en el juego más popular del planeta. Porque este deporte es lo que es por lo que significa para los pueblos. Porque los moviliza. Porque de verdad forma parte de su vida cultural.
Aquí, entre los estadounidenses, el fútbol se vive como un espectáculo más. El aficionado no se involucra. Es solo un espectador pasivo. En Sudamérica sucede lo contrario. Las hinchadas y las torcidas son parte fundamental del asunto. Y esta diferencia se vio durante todo el torneo. El planeta se asombró con el apoyo que tuvieron los equipos de la CONMEBOL. Todos compitieron, pero solo uno llegó a semis.
Fluminense no solo es el único representante del "resto del mundo", sino también el único que tendrá un apoyo masivo y genuino en las semifinales. Chelsea, Real Madrid y PSG contarán con hinchas en el estadio MetLife, desde luego, pero el aliento será diferente. Los de Flu viajaron desde su país de origen, hicieron diversos sacrificios para estar presentes del mismo modo en el que están todos los domingos. El resto de los semifinalistas son clubes "globales", con simpatizantes que sienten los colores de otra manera, quizás más lejana.
Este lunes, las cercanías del Empire State se convirtieron por unas horas en el barrio Las Laranjeiras. Enfrente del emblemático edificio neoyorquino se reunieron los torcedores de Flu, en el bar Legends, para calentar los corazones de cara al duelo del martes contra Chelsea. Ninguno de los otros clubes sobrevivientes en el certamen planea algo parecido. Este ritual es exclusivo de los sudamericanos, ya que también lo hicieron River, Boca, Palmeiras, Flamengo y Botafogo.
El rojo, verde y blanco se apoderó del típico "sport bar", cuyos parroquianos suelen ser consumidores de fútbol americano, básquetbol y béisbol. Por un rato, los goles cariocas y la música brasileña se apoderaron de la escena. No había "hinchas extranjeros". Todos eran brasileños que viajaron desde Río de Janeiro y también desde diversas ciudades de Estados Unidos. El único objetivo era acompañarse para que la espera no sea tan insoportable.
Está claro que Chelsea es el favorito en este cruce, por jerarquía individual. Sin embargo, el fútbol es generoso. Todos y cada uno de los torcedores que estarán bajo el sol en el estadio MetLife alentarán convencidos de que es posible la victoria. De que Flu no solo jugará la final sino que será campeón del mundo. Nadie puede quitarles esa ilusión.
"Vinimos a ganar el trofeo. Somos Brasil y somos Sudamérica", dice Fábio y es aplaudido por sus amigos. Ellos saben que su aporte puede ser importante desde las tribunas. Chelsea tendrá sus hinchas, aunque casi todos serán estadounidenses porque muy pocos viajaron desde Londres para este partido. Tal vez, esa diferencia en el aliento haga que las distancias futbolísticas sean menos nítidas.
