En la recta final de las Eliminatorias Sudamericanas rumbo al Mundial 2026, la Selección Argentina se convierte, sin quererlo, en árbitro de un drama ajeno. Enfrentará primero a la Selección de Chile, que juega con la soga al cuello, y luego a la Selección Colombia, que camina la cornisa entre la clasificación directa y el repechaje.
Los de Lionel Scaloni ya clasificaron a la justa mundialista que se disputará en México, Estados Unidos y Canadá, pero en ambos casos, el peso de la historia, la urgencia de los puntos y la presión de un continente entero colisionan con una Argentina relajada pero jamás indiferente.
Hay partidos que valen más que tres puntos. Que pesan más que una estadística. Son partidos que definen trayectorias, cambian mapas y escriben leyendas. Chile y Colombia lo saben. Y Argentina, que ya tiene su pasaje sellado, llega como juez. ¿Y verdugo?
Santiago en tensión
El 5 de junio, en un Estadio Nacional que promete latir como pocas veces, Chile recibirá a Argentina con los dientes apretados y la tabla como condena: últimos, con 10 puntos en 14 fechas, y con más dudas que certezas. La Roja necesita ganar. No alcanza con jugar bien. No alcanza con resistir. Necesita sumar de a tres frente al mejor equipo del continente.
Argentina, mientras tanto, se planta con su elegancia de campeón. Scaloni podrá rotar, probar nombres nuevos, dar minutos. Pero no regalará nada. Porque jugar con la camiseta celeste y blanca, incluso sin la urgencia de clasificar, implica siempre una responsabilidad. Nadie quiere ser noticia por haber “facilitado” la vida a un rival. Mucho menos a Chile.
Buenos Aires con perfume de final
Cinco días más tarde, el 10 de junio, será Colombia la que se cruce con la Albiceleste en el Monumental. Los cafeteros llegan en una situación más saludable: sextos con 20 puntos, en zona de clasificación directa, pero mirando de reojo lo que hagan Brasil, Paraguay, Venezuela y Ecuador. Un tropiezo en Buenos Aires puede complicarlo todo.
Argentina ya no tendrá la necesidad de jugar al límite. Pero hay otras urgencias que pesan: consolidar recambio, probar sociedades, darle rodaje a los que podrían ser protagonistas en 2026. El cuerpo técnico lo sabe. Y los jugadores también. Nadie quiere perder su lugar en la lista. Ni ante Chile, ni ante Colombia.
Una Albiceleste con el futuro en la mano y el pasado a cuestas
Clasificada y sólida, la Selección Argentina llega a este tramo como un gigante que ya vio el amanecer. Lidera la tabla con autoridad, acumula 31 puntos y apenas tres tropiezos que no nublan la confianza. Con Lionel Messi, Julián Álvarez, Lautaro Martínez, Rodrigo De Paul, Alexis Mac Allister y nuevas caras como Nicolás Paz o Valentín Barco, Scaloni tiene más que un equipo: tiene una idea.
Y aunque el Mundial quede lejos en el calendario, la cita está siempre presente. Cada pase, cada partido, cada rotación se lee con los ojos del futuro. Porque en esta Argentina post-Qatar, nada se improvisa.
Incluso, esta doble fecha cae en paralelo al inicio del Mundial de Clubes, por lo que muchas de las estrellas albicelestes podrían bajarse de la convocatoria para disputar ese torneo con sus equipos, dándole lugar y espacio al famoso “recambio”.
El peso de ser Argentina
A veces se gana sin necesidad de hacerlo todo. A veces se decide sin querer ser decisivo. Argentina jugará para sí misma, sí, pero sus pasos serán determinantes para otros. Porque si vence a Chile, puede dejarlo al borde del abismo. Y si frena a Colombia, puede cambiar el equilibrio en la zona media de la tabla.
No es una final para la Selección Argentina. Pero sí lo es para sus rivales. Y en el fútbol sudamericano, los jueces también hacen historia.