Fútbol Americano
Damián Didonato 6y

La hora de la verdad para Perú

SARANSK (Enviado especial) -- Llegó el día para Perú. Más de treinta millones de peruanos esperaron 36 años para vivir la sensación de jugar una Copa del Mundo. Dos generaciones todavía no conocen lo que significa entonar el himno en el torneo más grande de todos. Fue tan larga la vigilia como es la expectativa y la alegría. Por eso, la pequeña y coqueta Saransk hoy es una sucursal de Lima.

Ninguno de los 23 jugadores que tendrán el honor de devolver al Mundial a la Albirroja había nacido el 22 de junio de 1982, cuando en Riazor Polonia goleó 5-1 al seleccionado del brasileño Tim y dio comienzo a una racha diabólica que nadie imaginó tan duradera. En más de tres décadas, el fútbol peruano vivió una serie de frustraciones que parecían no tener fin. Pero terminarán en la lejana República de Mordovia.

El destino caprichoso quiso que la vuelta a una Copa sea en una de las ciudades sede de un Mundial más pequeña de todos los tiempos. Saransk tiene 300.000 mil habitantes y fue elegida por los organizadores gracias a su ubicación estratégica en el centro geográfico de Rusia. El impresionante Mordovia Arena tiene capacidad para 40.000 habitantes, más del diez por ciento de la población de la ciudad que hoy está sitiada por sudamericanos ansiosos. Casi desesperados.

"Venimos a saldar una deuda histórica. Perú va a ser campeón en Rusia. De eso no hay dudas". La afirmación temeraria fue de un hincha limeño llamado Eduardo pero es el sentimiento de los miles de peruanos que llegaron en tren y en avión el mismo día del partido. El equipo de Gareca lleva un histórico invicto de quince partidos que, junto al buen funcionamiento en los últimos tiempos cimentan la ilusión generalizada.

Saransk se caracteriza por sus anchas avenidas y por su tamaño pequeño en comparación con el resto de las sedes del Mundial. Las crónicas previas decían que era posible ir a pie desde el estadio hasta el centro y el Fan Fest y, aunque los mapas son mentirosos y las caminatas pueden ser más largas de lo previsto. De todos modos, no hay transporte público y por eso en cada rincón de la capital es posible cruzarse con hinchas peruanos. Todos vestidos de albirroja por supuesto.

La primera frustración llegó a mediados de 1985, cuando la Argentina de Diego Maradona logró un empate in-extremis y le privó a Perú de la tercera clasificación consecutiva. El equipo que dirigía Moisés Barack ni siquiera pudo tomarse revancha en el repechaje. "Recuerdo esas Eliminatorias pero jamás pensamos en que tardaríamos tanto en volver", afirma un simpatizante de más de sesenta años que recuerda a Teófilo Cubillas pero que de todos modos dice que la máxima alegría de su vida se la dio Paolo Guerrero en las últimas Eliminatorias.

Sin dudas, Paolo y Ricardo Gareca son los ídolos máximos de los peruanos que viajaron a Saransk. El delantero es el emblema de su generación y su posible baja le puso aún más mística el regreso de la Copa del Mundo. El técnico argentino es el líder absoluto. Su gesto de "pensá" se convirtió en camiseta y fue quien le devolvió la confianza y, sobre todo, quien logró darle solidez a la acostumbrada técnica peruana.

Las palabras sobran cuando se escribe la historia. Saransk será testigo del momento más esperado no solo por los futboleros del Perú sino por todo el pueblo.

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