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Otra vez no alcanzó lo de Messi

KAZÁN (Enviado especial) -- Si fue el último sólo él lo sabe. Cuando el centro final de los muchos que tiró la Selección Argentina se fue largo, apareció una imagen repetida y dolorosa: brazos en jarra, mirada al piso y caminata lenta hacia la mitad de la cancha, donde se quedó unos minutos con sus compañeros, masticando la derrota que él vendió cara pero que fue inexorable. Lionel Messi se va de su cuarta Copa del Mundo en los octavos de final y cierra la que fue la peor campaña de su carrera en el máximo torneo. El futuro es una incógnita, pero el presente tiene el conocido sabor de la frustración.

Fue un partido extraordinario, cambiante, imposible de imaginar en la previa. Francia lo pudo haber liquidado en el primer tiempo pero lo hizo minutos después de que Argentina se pusiera al frente de forma increíble. Al final, el seleccionado sudamericano fue con carácter, descontó y justo cuando podía todo podía darse vuelta una vez más, llegó el cierre. Y la foto de la tristeza del capitán una vez más.

Como casi siempre, Messi fue el principal motivo por el que su equipo siempre estuvo en partido frente a un rival claramente superior física y futbolísticamente. Es cierto que no estuvo omnipresente. Tampoco hizo la diferencia de la que es capaz. Pero sí fue quien más intentó, sobre todo en los peores momentos. Jugó en todo el frente de ataque y desde su rebeldía llegaron los mejores intentos de Argentina. No fueron muchos, pero sí suficientes para emparejar un duelo muy desparejo.

El experimento del "falso nueve" no funcionó como se esperaba. Salvo en el final, nunca pudo jugar mano a mano contra los centrales y jamás le llegó limpia la pelota. Ever Banega no estuvo fino y entonces la idea de tenerlo como definidor no fue sostenida. El juego por las puntas tampoco hizo la diferencia, ya que Angel Di María sí buscó la individual y varias veces ganó, pero Cristian Pavón pasó casi desapercibido. Entonces, su aporte fue el habitual: desequilibrio por velocidad y gambeta.

La primera vez que tocó la pelota fue al minuto. Luchó con N'Golo Kanté en el medio del campo en un anticipo de lo que sería un cruce repetido durante los noventa minutos. Hasta los veinte respetó su posición entre los centrales Raphael Varane y Samuel Umtiti, a pesar de que estaba muy aislado, descolgado del juego. En ese lapso recibía de espaldas y obtuvo un par de tiros libres que no llegaron a generar peligro. Tampoco lideraba la presión, algo que sí hacían Ever Banega y Enzo Pérez. Tras el tremendo tiro libre de Antoine Griezmann en el travesaño, ganó el rebote pero el contragolpe no prosperó.

Las pocas veces que Pavón y Di María subieron con pelota dominada en la primera etapa, él se acercó para tocar. Pero no había nadie por delante así que el equipo carecía de profundidad. Allí apareció el dilema: si mantenía su lugar en el centro del ataque, quedaba aislado, y si bajaba, nadie iba por el centro para capitalizar sus pases o los desbordes de los extremos. Esa fue la principal razón del fracaso del plan.

Después del gol de penal francés, cambió lugares con Pérez. Sí, el jugador de River pasó a ser el "falso nueve" y el diez se movió por donde siempre lo hace en la Selección: la zona central y derecha del ataque. Cuando llegó el golazo de Di María volvió a su posición y presionó la salida. El final del primer tiempo tuvo más sacrificio que cerebro. Ganó muy pocos duelos individuales contra los centrales y no se pudo despegar de una marca zona pero no demasiado organizada. No pateó al arco, un dato que explica cómo fue esa etapa inicial.

En el complemento jugó como en el comienzo. A los tres minutos llegó el centro pasado de Di María, Messi la bajó y remató. En el camino, Gabriel Mercado desvío y marcó un gol que hizo soñar a Argentina. Su participación fue decisiva, por la capacidad para controlar y el disparo. Tras el 2-1, salió a presionar con más intensidad y el equipo lo aisló todavía más para intentar cuidar la ventaja. El 4-1-4-1 lo dejó como único punta y él respeto ese dibujo. Pero Benjamin Pavard empató a los doce y otra vez a buscar el gol.

A los quince empezó a regular energías y volvió a retroceder para manejar los avances. El ingreso de Sergio Agüero tras el primer gol de Kylian Mbappé lo liberó definitivamente de sus tareas de centroatacante y entonces salió con todo a buscar desnivelar con intentos individuales. Más aún tras el 4-2. La Selección ya no tenía ideas y se encomendaba a Messi. Sí, como en los últimos doce años.

En los últimos quince minutos demostró por qué todavía tiene mucho para dar en el fútbol de selecciones. A los 34 se sacó dos hombres de encima y tocó bien para Maximiliano Meza, quien no resolivió bien. A los 39 encaró por el medio, superó a tres marcadores pero llegó sin energías y Hugo Lloris controló. Un minutos después habilitó muy bien al Kun, quien sacó un remate pero fue tapado. No se resignó en los últimos minutos y en el descuento tiró un centro espectacular para Agüero, quien convirtió de cabeza un gol que sólo sirvió para maquillar el resultado.

Rebeldía, pocas ideas, menos socios y frustración. Lionel Messi fue el primer jugador argentino que abandonó la cancha. Tras una Copa del Mundo en la que vivió muchos más problemas de los que debería atravesar un jugador de su categoría, llegó el momento de pensar en el futuro. Está claro que Argentina todavía lo necesita.