Fútbol Americano
Damián Didonato 6y

Francia, en campeón indiscutible

MOSCÚ (Enviado especial) -- Para ser campeón del mundo en 2002, Brasil venció a una muy pobre Bélgica, Inglaterra, Turquía y Alemania en la final. En 2006, Italia derrotó a Australia, Ucrania, Alemania y Francia. En 2010, España le ganó a Portugal, Paraguay, Alemania y Holanda. Y en 2014, Alemania superó a Argelia, Francia, Brasil y Argentina. Solo Brasil no necesitó de tiempo suplementario en su camino al título. Para comprender la grandeza de esta Francia es interesante poner en contexto cuáles fueron sus rivales en la fase de eliminación directa. La Argentina de Lionel Messi, Uruguay con solo un gol en contra y la fortaleza de siempre, el mejor seleccionado del torneo que venía de eliminar a Brasil (Bélgica) y una Croacia con una carácter de hierro. A todos les ganó con claridad y les marcó once goles. Una campaña sin precedentes.

En una Copa del Mundo en la que se derribaron varias ideas preconcebidas en los últimos tiempos, el seleccionado que dirige Didier Deschamps fue un símbolo muy claro de esta nueva época. Ya no ganan los equipos que hacen un culto de la posesión ni tampoco los que piensan más en el arco propio que en el de enfrente. Hoy triunfan las selecciones versátiles, rápidas y dinámicas. Aquellas que, más allá de los conceptos, logran imponer sus condiciones en cada partido. Lo que sí no cambiará jamás es que ganan los que tienen los mejores futbolistas. Y nadie tiene más calidad y cantidad que Les Blues.

Como casi todos los candidatos, el conjunto galo debutó con muchas dudas. Australia fue un rival inexpugnable hasta que en el segundo tiempo apareció Antoine Griezmann, el jugador del Mundial, y abrió el marcador de penal. El empate llegó enseguida y por la misma vía. Pero Francia dio su primera muestra de personalidad y se llevó los tres puntos gracias a un gol en contra. Para el segundo partido, Deschamps hizo los dos cambios que le permitirían encontrar el once que mejor expresaba su idea. Blaise Matuidi ingresó por Corentin Tolisso y Olivier Giroud por Ousmane Dembele. El equipo no jugó mucho mejor pero venció a Perú y se metió en octavos.

Hallar la alineación ideal en el segundo partido es otra de las razones del título. La línea defensiva estaba clara. Benjamin Pavard, quien hizo su debut internacional pocos meses antes de la Copa, se afianzó tan rápido en la derecha que fue uno de los mejores jugadores del campeonato. Algo similar sucedió con el lateral izquierdo, Lucas Hernández. Los centrales Samuel Umtiti y Raphael Varane no solo fueron la pareja más sólida sino que también marcaron goles clave. En el centro del campo, N'Golo Kante fue el mismo crack de Chelsea y formó una sociedad tan natural como eficaz con Paul Pogba. Matuidi fue el complemento ideal por despliegue y salida.

Por delante de ellos jugó el futbolista más determinante de la Copa del Mundo. El Balón de Oro fue para Luka Modric y merecido está pero Antoine Griezmann fue figura en cada uno de los partidos del campeón. El jugador de Atlético Madrid se desempeñó como "todocampista", a veces lejos del área y en otras ocasiones cerca de Giroud y Kylian Mbappé. Fue el hombre que mejor entendió la idea de Deschamps y su pieza imprescindible. Manejó los tiempos y, desde su pegada llegaron todos los goles de pelota quieta de Les Blues. Aceleró y frenó cuando debía hacerlo y en cada una de sus decisiones iba el futuro de su seleccionado. Un líder que merece el Balón de oro del año.

A los 19 años, Mbappé no solo fue el cuarto sub 20 en jugar una final, sino que fue el segundo en convertir un gol. El anterior había sido Pelé en 1958. El dato provoca escalofríos pero también sirve para dimensionar el futuro (y el presente) de la joya francesa. El número diez fue el ejecutor de otra de las armas claves de Francia: el contragolpe. Un pase certero para poner a correr al atacante de PSG era casi una garantía de jugada de riesgo. Sucedió contra Argentina y en la final con más claridad. Imparable para todas las defensas que enfrentó, está llamado a ser una gloria del fútbol. Y ya tiene en sus manos el título más importante.

En los octavos comenzó a verse lo mejor de los campeones. Argentina fue un rival que lo dejó jugar pero también el que más lo lastimó. Por única vez en el campeonato estuvo abajo en el marcador, aunque al mismo tiempo jamás pensó en perder aquel duelo en Kazán. Los contraataques fueron la llave para abrir a una defensa sin trabajo y sin rapidez para cerrarse. Ese día, el cuadro galo presentó credenciales de candidato.

A Uruguay lo superó en su propia cancha: la de la pelota parada. Varane mandó a la red un centro perfecto de Griezmann y luego Hugo Lloris atajó la pelota del Mundial tras un cabezazo de Martín Cáceres. Fue el invalorable aporte del capitán en esta conquista. En ese momento se definió el choque de cuartos de final. Más todavía después del error de Muslera tras el remate débil del "charrúa" Griezmann.

Contra Bélgica fue el duelo más exigente del certamen porque los Diablos Rojos eran el mejor seleccionado hasta las semifinales. Por juego y porque venían de eliminar al cuco Brasil. El primer tiempo fue una maravilla. Juego dinámico, velocidad al servicio de la pelota y golpe por golpe. Francia lo abrió con un cabezazo de Umtiti (otro centro de Griezmann) y luego lo controló a su antojo. Autoridad total para manejar un partido que se presentaba muy difícil pero en el que el gol le permitió imponer condiciones.

Rusia 2018 fue un Mundial sorprendente pero con un campeón esperado. Las eliminaciones tempraneras de Alemania, Argentina, España y Brasil le limpiaron el camino al quinto de ese grupo de favoritos. Fue una paradoja que un torneo tan complicado para los poderosos de siempre se lo lleve el que más calidad y cantidad de jugadores tenía. Pero ese fue el mérito de Francia: lograr que la suma de las partes se transformara en un todo. En una Copa del Mundo inolvidable porque tuvo partidos para todos los gustos y porque los rusos convirtieron a su país en una fiesta multinacional, Les blues le sumaron la segunda estrella a su camiseta. Allez.

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