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Sin goles y con lágrimas, de alegría, se despidió España de la fase de grupos del Mundial femenino, que superó por primera vez para clasificarse a unos octavos de final que salvo sorpresa inesperada le enfrentará el lunes 24 de junio con Estados Unidos, actuales campeonas y favoritas a repetir el título. Después de ganar con solvencia a Sudáfrica en la presentación y perder contra toda justicia ante Alemania en la segunda jornada, el equipo hispano debió conformarse con una igualada ante China, a la que dominó con solvencia, pecando de falta de acierto para llevarse la victoria. Lo que la condenó a la derrota frente a las germanas evitó la victoria ante las asiáticas. España no quiso especular con el resultado y no buscó una derrota mínima que descolgándola al tercer puesto del grupo muy probablemente le habría significado un cruce más amable en los octavos de final. Lo avisó en la previa el entrenador, Jorge Vilda, y lo cumplieron a rajatabla sus jugadoras en el Stade Oceane de Le Havre, dominando y buscando una victoria que merecieron. Y que no llegó principalmente por la excelente actuación de Peng Shimeng, providencial en el empate final. Una derrota por la mínima no habría asegurado el pase a octavos de final de forma matemática pero sí se contemplaría como muy probable. Y de haber sido así, España, la mejor selección femenina hispana de la historia en el concierto internacional, habría quedado a la espera de cruzarse con rivales a priori más asequibles que las estadounidenses, que este jueves cerrarán el grupo F ante Suecia y que, clasificadas ambas para octavos, con un empate tienen suficiente para pasar como primeras a la fase de eliminación directa. La selección española ya espera, de esta manera, rival en Reims, el 24 de junio y habiendo cumplido el primer objetivo: hacer historia superando la fase de grupos de un Mundial para, a partir de aquí, a pesar de conocer el mayor potencial de quien vaya a enfrentar, seguir soñando.
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