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El Wunderteam de Austria deslumbró en el Mundial 1934

Tras la caída del Imperio Austrohúngaro en 1919 se formó la República de Austria, que vivió sumergida en los diversos problemas económicos y sociales propios de la post guerra. En ese conflictivo escenario se construyó uno de los mejores equipos de la primera década de la historia mundialista. El Wunderteam fue la Selección que desplegó el fútbol más vistoso y revolucionario de la Copa de Mundo 1934.

Para muchos, el conjunto dirigido por Hugo Meisl fue el primero de una dinastía que continuó con Hungría 1954, Brasil 1970, Holanda 1974, Brasil 1982 y España 2010. Fue el primer exponente mundialista de la idea de fútbol asociado, que tiene al arco rival como único objetivo y busca llegar al éxito con armas como la posesión y el juego colectivo.

Aunque perdió 1-0 en una polémica semifinal frente al anfitrión Italia, el conjunto austríaco asombró al mundo con su fútbol dinámico y sus ideas ofensivas. Mathias Sindelar fue el líder espiritual y deportivo de un equipo que dejó una huella a pesar de que no pudo llegar a la gran final.

El periódico español La Vanguardia así lo destacó: “En la semifinal, Italia fue sólo un digno adversario del Wunderteam, al que sólo faltó más acierto en el chut para ser realmente el equipo maravilla de que tanto se nos ha hablado. Porque en cuanto al juego, amigos, los austríacos han hecho una exhibición de maestros; con una compenetración soberbia, con una suavidad de toque y una maestría de dominio (que no excluían los codazos característicos de los centroeuropeos, y a los que parece los arbitros no les dan importancia), con una serenidad y seguridad pasmosas, difícil en campo mojado, los austríacos nos han recreado con un juego realmente majestuoso”.

Además, el mismo medio estableció la diferencia entre el conjunto autríaco y el que luego sería campeón del mundo: “Mientras los italianos calculaban mal los rebotes y los pases y las distancias (en el primer tiempo sobre todo), los austríacos no dejaban tocar el balón a tierra, y hacían con él lo que les daba la gana”.

El Wunderteam comenzó a formarse en 1912, cuando Hugo Meisl se hizo cargo de la Selección nacional. Sólo tenía 31 años el director técnico cuando llegó al equipo nacional. Él lideró un trabajo serio que se basó en el control de pelota y en una sóla estrategia: posesión constante. Fue Meisl quien adaptó el "fútbol de estilo escocés" que había perfeccionado su maestro Jimmy Hogan, el primero de una larga dinastía que llega hasta Josep Guardiola.

La década del veinte sirvió para que Austria formara la Selección que asombró al mundo en el segundo campeonato del mundo disputado en Italia. En ese período se produjo el debut internacional del futbolista clave en este proyecto: Mathias Sindelar. El hombre de papel jugó su primer encuentro con el Seleccionado en 1926 y desde ese momento se convirtió en uno de los mejores jugadores de Europa.

Austria debutó en el campeonato del mundo con un triunfo 3-2 sobre Francia en el estadio Benito Mussolini. El partido fue muy parejo y aunque los austríacos dominaron, recién pudieron obtener el triunfo en el tiempo suplementario. En cuartos de final enfrentaron a Hungría en un verdadero clásico. Con un gran Sindelar y los goles de Horvath y Zischek, el conjunto dirigido por Meisl ganó 2-1 y se metió en las semis.

Allí debió jugar frente al anfitrión Italia, que venía de vencer a España también con polémica. En San Siro la Azzurra volvió a ganar con la ayuda del árbitro y alcanzó la final. Las palabras de Meisl tras la derrota son muy claras: "Ha resultado lo que esperaba. Es imposible ganar a Italia en el ambiente que se han preparado. Hay que resignarse y dejar que conquisten el titulo los azules. Ello, no obstante, no nos impedirá declarar que su fútbol no es el mejor, y que el título de campeones del mundo no lo han conseguido con justicia".

Italia finalmente ganó el segundo Mundial de la historia, organizado por el fascismo en su propia casa. Nadie podía evitar ese desenlace, pero la Selección del hombre de papel lo mereció. Como un homenaje a un hombre que fue mucho más que un futbolista. Mathias Sindelar fue un símbolo de la lucha contra la opresion. En 1938 se negó a jugar en la Selección Alemania y un año después apareció muerto. Pero su legado, como el de Wunderteam, quedó en la historia de los Mundiales.

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