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La buena: Gerardo 'Tata' Martino tiene tres seguros; la mala, le faltan 20

LOS ÁNGELES -- El mejor diagnóstico lo hace el propio enfermo. “Este equipo tiene un gran margen de mejora”, aseveró Gerardo Martino al evaluar el escuálido año futbolero, aún así, generoso en experiencias europeas.

Cierto: la Selección Mexicana apenas comienza un largo cuesta arriba. Cuatro sinodales ayudaron a que El Tata Martino detectara puntos de alerta tras enfrentarse a Los Países Bajos, Argelia, Corea del Sur y Japón. Tres victorias y un empate. Lo más útil: cuatro estilos distintos de juego y cuatro biotipos diferentes de jugadores, incluyendo entre los mismos seleccionados asiáticos.

El diagnóstico es preocupante, sin ser aterrador. Es alentador que el enfermo acepte su grado de padecimiento. Preocupante y aterrador sería que negara sus síntomas. Tampoco es que las manifestaciones de sus males sean virus nuevos en el futbol mexicano.

Afortunadamente para el Tri, Martino ha combatido, pública e íntimamente, el vendaval de exageraciones al señalar que ya contaba con un “tridente letal”, con “el mejor tridente de la historia”, con “el tridente más caro de Concacaf”, con “los Atilas que sembrarían terror en la zona”, y otra estampida de barbaridades que trepan en un inmerecido nicho a Hirving Lozano, Raúl Jiménez y al Tecatito Corona.

TERCIA DE ASES…

Por lo pronto, Gerardo Martino sabe que hoy sólo tiene tres jugadores totalmente confiables, y dos más que espera se gradúen para tener una columna vertebral sólida, para experimentar con algunos de ellos en Juegos Olímpicos y usarlos como cimientos estables para la Copa Oro y la Liga de las Naciones.

1.- Raúl Jiménez. Sus estadísticas en la Liga Premier, en un equipo de medio pelo, con jugadores sólo de buen nivel, son la mejor oratoria para defender su innegable titularidad en el ataque mexicano.

2.- Héctor Herrera. Ser titular en un equipo de alta exigencia física y futbolística, como el Atlético de Madrid del Cholo Simeone, es el reflejo de cómo el jugador mexicano entendió ya, finalmente, lo que se espera de él en la cancha. Futbolista de peso en ambas áreas, que, además, va aprendiendo a jugar ese futbol de dureza, sin concesiones físicas.

3.- Guillermo Ochoa. ¿Qué ocurre que ofrece dos versiones tan distintas, con eventuales errores grotescos con América, a ser un atajador espectacular con la Selección Mexicana? Sólo él lo sabe. Su estabilidad emocional y familiar, el liderazgo evidente en la cancha, simplemente confirman que es inamovible, pese, incluso, al excelente momento de Alfredo Talavera hasta antes de su lesión.

Los agregables, ya están identificados: Hirving Lozano, con un flirteo semana a semana con Genaro Gatusso, en una lucha saludable pero desgastante por ser titular con el Nápoli. Y Tecatito Corona, cuando asuma la responsabilidad de un regate menos, un pase más y un remate implacable, será ese revulsivo tan anhelado.

Como puede verse, nada separa a estos dos jugadores de agregarse a la lista de imprescindibles que anhela tener Gerardo Martino, especialmente para disponer al menos de un esqueleto con el Tri. Por algo se empieza.

DEBERES DEL TATA…

Respecto a esa profundidad y continuidad de un trabajo detallado, hay dos responsables: la pandemia y que Martino decidió quedarse a vivir casi un año sabático en Argentina, cuando su sitio de trabajo estaba en México.

Deberá reponer ese tiempo perdido en esas maxi-vacaciones con su maxi salario, estando presente en toda la Liguilla del futbol mexicano y, por supuesto, trasladarse a la burbuja de Orlando, donde América, Tigres y Cruz Azul deberán confrontar el desenlace de la Concachampions.

Y también necesitará del apoyo de la FMF, especialmente ante los berrinchitos de algunos entrenadores. Martino necesitará de microciclos, especialmente con el primer objetivo, los Juegos Olímpicos de Tokio.

Por cierto, que, finalmente, El Tata ya descaró la situación y dejó en claro que él se hará cargo de ese representativo olímpico y que Jimmy Lozano sólo estaba como encargado de mostrador mientras llegaba la gran cita.

Entre las asignaciones pendientes, Gerardo Martino deberá resolver diversas situaciones, todas ellas con carácter de urgente, y difícilmente tendrá tiempo de solucionarlas antes de la Copa del Mundo de Catar 2022.

1.- Encontrar un líder. México no tiene un capataz en este momento. No lo tiene con la prominencia futbolística, jerárquica y de personalidad para darle estabilidad, temperamento, orden y tranquilidad o vértigo, según se necesite, dentro de la cancha. ¿Candidatos? Ni una cámara hiperbárica resucitará futbolísticamente a Rafa Márquez.

2.- Prevenir para no recomponer. Se ha elogiado la enorme capacidad de Gerardo Tata Martino para hacer los cambios necesarios y resolver situaciones de crisis. Lo ratificó ante Corea del Sur y Japón. ¿Ha sido más suerte que sabiduría? La mejor forma de saberlo será cuando se empiecen a tomar las decisiones correctas al elegir a los hombres correctos.

3.- La Selección Mexicana tiene años sin un generador genuino de futbol. Un tipo con genialidades, con talento, con creatividad, capaz de sacar de proporciones igualitarias un partido. ¿El último 10 genuino de México? Sí, hay que remontarse al Cuauhtémoc Blanco de 1998 o 2002, porque para 2006 las hormonas demenciales de Ricardo La Volpe lo borraron de la lista. Y no, no creo que Usted siga esperando el despertar de Giovani dos Santos.

4.- Y un bañito de humildad. ¿De verdad insistir con cartuchos quemados como Rodolfo Pizarro y no con Luis Montes? Si se sentó a negociar con Vela frente a un aromático cortadito en una cafetería en la plaza LA Live en Los Ángeles, pues que ahora se despache unas guacamayas en León, Guanajuato, y que rescate al Chapito, y de paso, le ofrezca disculpas a Fernando Navarro, que hoy, es muchísimo más que Jorge Sánchez y Chaca Rodríguez.

Visto así, Gerardo Martino puede cerrar satisfecho el 2020, pero lo importante es que esa sintomatología de la Selección Mexicana, la transforme en su cruzada de sanación desde las primeras semanas de 2021.

“Este equipo tiene un gran margen de mejora”, ha dicho. Sin duda. Y ese margen de mejora debe comenzar desde la línea de trabajo del cuerpo técnico, pero, también, imprescindiblemente, de la verdadera solidaridad y respeto, por parte de los directivos, porque si estos se dedican más a estorbar que ayudar, como ha sido siempre, ni El Tata podrá cambiar el destino final del Tri.