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Una cuestión de actitud: Colombia jugó su peor partido y quedó al borde del precipicio

La Selección Colombia jugó ante Argentina el peor partido del ciclo Getty Images

CÓRDOBA (Enviado especial) - El partido ante Argentina en Córdoba no era una final para la Selección Colombia, tal como dice el lugar común ante cada partido importante. Era en realidad más que eso. Era la oportunidad de la reivindicación, anímica y futbolística. La ocasión para que esta generación de futbolistas talentosos y de jerarquía internacional exprese ante un rival de enorme talla su compromiso con la camiseta nacional. También era el momento justo para terminar una crisis de resultados más que de rendimiento y para dar un golpe de autoridad rumbo a la Copa del Mundo.

Nada de eso sucedió. Y estuvo muy lejos de ocurrir. Colombia no dio la talla, asi de simple. Fue como si jamás hubiera comprendido la relevancia del compromiso. Como si volver a perder, una vez más, no significara quedar tan lejos del Mundial como de los cercanos buenos tiempos. La derrota ante el campeón de América no liquida las posibilidades pero las deja en cuidados intensivos y con poco personal médico para cuidarla.

Se dijo antes del partido en estas páginas que este grupo de futbolistas estaba capacitado para competir y para ganarle a una Argentina que llegaba como campeona de América y con un invicto de 28 partidos. Era una empresa difícil, pero las bajas del local y la historia de los últimos tiempos de la Tricolor invitaba al optimismo. El problema fue que el equipo de Reinaldo Rueda no jugó con la actitud que merecía el escenario.

El planteo fue difícil de explicar. Le dejó la iniciativa a Argentina, se planteó en su campo y ni siquiera buscó presionar a la salida. El conjunto de Lionel Scaloni no tardó en sentirse cómodo con esa propuesta rival. Sabe bien cómo manejar la pelota incluso con suplentes y nunca fue importunado por un adversario insólitamente pasivo.

La diferencia de actitud competitiva entre ambos seleccionados fue brutal y deja en evidencia el gran déficit colombiano. Esta Argentina juega cada uno de sus encuentros como si de él dependiera su futuro. Está clasificada hace varios meses y sin embargo llevó el peso del juego, disputó cada balón y demostró una energía y ganas de ganar que deberían haber estado del otro lado.

La presión de la Tricolor fue descoordinada. Cada jugador salió cuando quiso. Miguel Borja alguna vez, Luis Díaz otras, Wilmar Barrios quizás. Nunca al mismo tiempo, con convicción para recuperar. Tampoco hubo gestos ofensivos concretos con la posesión. Cuando un conjunto necesita ganar hay ciertas conductas colectivas que explican esa exigencia. Nada pasó. El plan de Rueda fue incomprensible, más allá de la mencionada falta de actitud competitiva individual.

Los capitanes que salieron a la cancha fallaron y no dieron lo que se espera y necesita de ellos. James Rodríguez, por momentos muy lejos de las acciones en la derecha, no se hizo cargo del liderazgo ofensivo y Juan Guillermo Cuadrado estuvo muy fastidioso, como en desacuerdo con todo lo que estaba sucediendo a su alrededor. Esa postura de los referentes se trasladó al resto del equipo.

Es difícil hablar de rendimientos individuales, porque el gran problema de Colombia fue general. Fue el equipo lo que no funcionó nunca. Está claro que nadie tuvo una actuación para destacar. Solo se puede mencionar las ganas mostradas por Luis Suárez y Diego Valoyes, insuficientes para dar vuelta la historia. Pero en medio de una disposición tan anodina, sobresalieron.

Fue el peor partido del ciclo, sin dudas. Hasta este compromiso, la Tricolor había demostrado, entre las fallas de definición y los malos resultados, que estaba en condiciones de hacer lo que había que hacer para clasificar. De que contaba con respuestas futbolísticas para levantarse. Su principal problema hasta esta derrota era la falta de gol. Ahora se sumaron otros flagelos, más preocupantes.

En el fútbol, hablar de actitud es entrar en terreno espinoso. La actitud no tiene que ver con no dejar todo en la cancha o con falta de carácter. Es la conciencia del contexto, la posición para afrontar una situación límite. La capacidad para tomar la iniciativa y llevar el peso del partido por convicción, porque es la única que queda para llegar a un Mundial. Colombia decidió jugar de una manera que lo deja en el precipicio. Y la tristeza recién está empezando a aparecer.