El Vasco sigue saboreando las conferencias de prensa con el Tri, tal y como lo hacía desde su primera aventura. Aguirre sabe lo que provoca: serotonina. Genera carcajadas y suaviza al auditorio.
LOS ÁNGELES -- Javier Aguirre tiene un mantra. “El Mundial es en casa”. Y tiene razón. Además de México, el Tri tendrá en la Copa del Mundo 2026 su patio trasero de recreo en Estados Unidos. Esa parte de su terraza futbolística es también su casa. Tal vez El Vasco debería actualizarse: “El Mundial será en nuestras dos casas”.
Ha sido su letanía y su mantra, desde que reasumió la cachucha, el silbato, la pizarra y la cruz, como técnico de la Selección Mexicana, en su tercer proceso mundialista, como rescatista y, en un contrasentido, apagafuegos y fogonero.
“Es la más poderosa, emocionante y maravillosa experiencia, esa, haber jugado el Mundial de 1986, en casa, es inolvidable”, se ha explicado así Javier Aguirre, y en otras palabras lo reiteró este sábado por la tarde, en las entrañas del SoFi Stadium, en cuyo paraninfo futbolero, pretenderá conquistar, por primera vez para México, el trofeo de la Nations League, en un torneo que parecía potestad absoluta de Estados Unidos, hasta que Panamá lo venció el jueves pasado.
Arrastrando palabras con voz pastosa, a causa de una sobrecarga en la garganta (“parece que grité más de lo que pensé [el jueves]”), El Vasco sigue saboreando las conferencias de prensa con el Tri, tal y como lo hacía desde su primera aventura para el Mundial de Corea del Sur/Japón 2002.
A un reportero le bromeó a todo pulmón con que estaba vetado, y por eso no lo dejaban preguntar, que se pusiera pelo a ver si así, como ya lo hizo él con 3,500 injertos capilares, en un laborioso proceso de siete horas y que “duele de la chingada”.
A otro reportero le ponderó la guapura, porque su reloj tenía una carátula azul que hacía juego con la corbata del comunicador. Y a otro más le espetó un “¿y pa’ que me preguntas güey, si ya sabes lo que voy a contestar?”.
Aguirre sabe lo que provoca: serotonina. Genera carcajadas y suaviza al auditorio.
Ya en el transporte especial del Tri, rumbo al campo de entrenamiento en el Dignity Health, sonrió emocionado mientras se le recordaba aquel pasaje especial en la presentación de México en el Mundial de 1986 en el Estadio Azteca, en el cual vence a Bélgica 2-1, con goles de Fernando Quirarte y Hugo Sánchez. Aquel Mundial que sí fue en casa.
Ese 3 de junio, después de un orfeón multidecibélico de mentadas de madre al presidente Miguel de la Madrid, no hubo manera de reproducir el Himno Nacional de México, y los entonces cerca de 110 mil aficionados en la tribuna empezaron a abuchear. En la cabina de sonido local, la cinta se había dañado. No habría Himno Nacional de México, en el primer partido del Tri en casa.
Ya se había escuchado el Himno de Bélgica y entonces el árbitro argentino Carlos Alfonso Espósito ordenó romper filas, para dar inicio al partido.
Súbitamente, tras los pitidos, insultos, carcajadas y abucheos, la afición tomó control. A capela, una imponente mayoría de esos 110 mil aficionados, empezó a entronar el Himno Nacional de México. El Tri terminaba de hacer calentamiento, cuando escuchó el portentoso orfeón que desde la tribuna cimbraba el coloso de Santa Úrsula. “Mexicanos al grito de guerra…”.
Los jugadores del Tri de inmediato corrieron al centro de la cancha. Hugo Sánchez, Javier Aguirre, Fernando Quirarte y Tomás Boy fueron los primeros en formarse y se colocaron en posición de firmes. Ya con todo el equipo alineado en el ojo del huracán estentóreo, fascinante y cantando al parejo de la tribuna, dejaron para la historia, uno de los momentos más memorables de ese Mundial 1986.
Rostros congestionados de patria, de orgullo, de solidaridad, de comunión, con rostros contraídos, algunos con lágrimas, y todos los cuerpos erguidos, tensos –incorrectamente, pero majestuosamente--, con la mano derecha en el pecho, en posición de saludo a una bandera que ya había desaparecido de la cancha.
Y Javier Aguirre lo recuerda muy bien. Por eso El Vasco ha adoptado ese mantra: “El Mundial es en casa”, o bien el “Mundial es en nuestras dos casas”. Porque sí, porque él, con su rostro duro de perro Shar Pei, al igual que Manuel Negrete, Félix Cruz, Carlos Muñoz y otros más, terminaron con pucheros y las miradas brillantes. La apoteosis y la catarsis de un Mundial en casa.
El mensaje era claro ese mediodía en el Estadio Azteca: nadie, ni la ineptitud de los organizadores, podía arrebatarle ese momento mágico del Himno Nacional a México, en su casa, en su Mundial, ante su gente, con su gente, por su gente.
Sí, el de 2026, también “el Mundial será en casa”, en esa en la que pueblan más de 100 millones de mexicanos en su territorio, y en la otra casa, la que también les pertenece, en otros territorios, a otros 30 millones de mexicanos, al norte del Río Bravo.
(Mantra: palabra o frase que se repite para inducir un estado de meditación o para transmitir un mensaje. La palabra mantra viene del sánscrito y significa "mensaje sagrado o texto, encanto, hechizo, consejo”).