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A 16 años de que el catenaccio griego se hizo de la Eurocopa de 2004

Grecia entre Francia y España. La mayor sorpresa del futbol moderno a nivel de selecciones cumple este sábado 16 años, cuando el equipo heleno dirigido por Otto Rehhagel derrotó a Portugal en una final impensable de la Eurocopa. Un solitario gol de Angelos Charisteas a poco de comenzar la segunda parte bastó. Grecia, campeona de Europa en 2004.

¿Un triunfo feo? No tuvo la brillantez de la España de 2008 ni el glamour de la Francia de 2000. Es un torneo, aquel de 2004, que apenas guarda un recuerdo el futbol europeo que tuvo que rendirse a un catenaccio que parecía cosa del pasado. Dos años antes, en Japón, el Brasil de Ronaldo, Rivaldo y Ronaldinho había conquistado el Mundial y recuperado el lustre de la canarinha para el fútbol. No estaba planeado por nadie, excepto Otto Rehhagel, que Grecia pudiera colocar su nombre entre las grandes de Europa.

Sucedió en el trono a la Francia liderada por Zidane y le entregó el trofeó a la España de los peloteros dirigida por Luis Aragonés. Fue la excepción que confirma la regla, el éxito, el título de un equipo que llegando al torneo de Portugal con muy buenos números desde la fase de clasificación, estaba de relleno en el grupo A que compartía con los anfitriones y la España de Raúl, era la víctima propiciatoria en cuartos de final ante la campeona Francia y debía acabar su sueño en las semifinales contra la Chequia de Poborski.

Una tras otra fueron cayendo las murallas y el cuatro de julio se presentó a jugar contra su primera víctima, en una final que provocó fiesta grande en Portugal porque era impensable que el equipo en el que ya brillaba un joven Cristiano Ronaldo al lado de Figo, Deco, Carvalho, Maniche o Pauleta pudiera tropezar otra vez contra la misma piedra.

Tropezó... Y se consumó el milagro más inesperado. Rehhagel sabía qué tenía entre manos: un grupo de jugadores discretos a nivel internacional pero cuyo compromiso cuando se enfundaban la camiseta de la selección se entregaban encada partido hasta la extenuación. Así llegó aquella Grecia al torneo y así se tomó el campeonato desde el primer día.

Dio el golpe de entrada venciendo a los portugueses (1-2) con solamente tres remates a puerta, con un penalti decisivo, y en lo que se entendió como un toque de atención para el equipo que dirigía Scolari... Pero en la segunda jornada dejó a España contra las cuerdas arrancándole un empate (1-1) gracias a un gol de Charisteas en el único disparo a puerta con peligro.

En la última jornada se favoreció del enfrentamiento entre portugueses y españoles y su derrota ante la eliminada Rusia le obsequió con una clasificación que se tomó como un premio mayúsculo... Siendo apenas el primer paso.

Sucedió que en los cuartos de final le correspondió enfrentar a la Francia campeona del Mundo en 1998 y de Europa en 2000, que solo había cedido un empate ante Croacia en la fase de grupos pero ganando a Inglaterra y Suiza se catapultaba como gran aspirante al título. Que jugaba con Zidane y Henry, con Pires, Makelele o Barthez y debía eliminarla sin ninguna duda...

Seitaridis, Dellas, Fyssas, Kapsis y Karagounis. Y Nikopolidis y Zagorakis. Un ejercito griego entregado a la lucha sin cuartel, entregando la posesión a los franceses pero defendiéndose con orden, saliendo en la medida de lo posible a la contra, rematando cuatro veces a la meta de Barthez... y victoria! Centro de Zagorakis, cabezazo de Charisteas y el 35 por ciento de posesión se convirtió en un triunfo épico.

Después cayó, otra vez impotente, la República Checa de Cech, Jankulovski, Smicer, Poborski, Koller o Rosicky. Dominó durante 104 minutos sin suerte hasta que un corner botado por Tsartas lo remató Dellas a la red acabando la primera parte de una prórroga que le llevó, con sufrimiento extremo hasta la final.

"Defender también es un arte" avisó en la previa de la final Rehhagel, anunciando que su Grecia, enfrentada otra vez a Portugal, buscaría a través de esa apuesta alcanzar una gloria que nadie esperaba. Ausente de una fase final de la Eurocopa desde 1980, llegar al último partido era ya de por sí un éxito incuestionable.

Y el cuatro de julio de 2004 se convirtió también en fiesta nacional de Grecia. "Es lamentable que un equipo que solo sabe defender sea el campeón. Es lo único que han hecho durante todo el torneo" le acusó Pauleta al acabar un partido que sentenció a los 65 minutos Charisteas en una jugada, otra, a balón parado. Un auténtico Maracanazo, inesperado por todo el mundo menos por Rehhagel, convertido en héroe por siempre para todo el país.