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El futbol es de la gente

ESPN

La Superliga agoniza y está al borde de la extinción sin haberse jugado un solo partido

Rapaces e irresponsables. Así se ven los equipos fundadores de la llamada Superliga Europea. Argumentando severos daños ocasionados por la crisis económica surgida por la pandemia de COVID-19, tres equipos españoles (Real Madrid, FC Barcelona y Atlético de Madrid), tres italianos (Juventus, Inter y Milan) y seis ingleses (Arsenal, Chelsea, Liverpool, Manchester City, Manchester United y Tottenham) acordaron crear una Liga en la que ellos y otros siete equipos más, entre los cuales estaban supuestamente el FC Bayern München, el Borussia Dortmund y el Paris Sain-Germain, se vieran beneficiados por las jugosas ganancias que obtendrían por participar en ella. Se estima, según ellos, que logren ganar más de diez mil millones de euros a lo largo del periodo de compromiso en este certamen, recibiendo de entrada tres mil quinientos millones de euros destinados exclusivamente a su infraestructura y aliviar la crisis por la que atraviesan.

Florentino Pérez, presidente del Real Madrid y principal impulsor de este proyecto, señaló que se habían reunido en medio de estas circunstancias para transformar la competición europea y establecer los cimientos de un futuro solidario para regalarle a “los aficionados y a los jugadores amateurs un sueño y unos partidos de máxima calidad que alimentarán su pasión por el fútbol”. ¿Futuro solidario? ¿Solidario con quién? ¿Regalar un sueño a los aficionados y jugadores amateurs? ¿Qué tipo de sueño? ¿Los sueños se regalan? Me imagino que el también Presidente de la pomposamente llamada Superliga piensa que los amantes de este deporte, el más popular del mundo, carecen de sueños y que los partidos que se observan hoy en día, ya sea en las ligas domésticas europeas o en competencias internacionales como la Champions League, son de tan bajo nivel y de escasa calidad que es urgente que ellos entren al rescate para salvarnos de morir de la tristeza. Por otro lado, quiero inferir también que el Sr. Pérez, cuando utiliza la palabra solidaridad, lo hace para referirse a la que existe entre los equipos arriba referidos y sólo entre ellos mismos y no de ellos para con el resto de las escuadras europeas que no tendrán cabida es este proyecto.

Me resulta muy claro que en la mente de aquellos que idearon esta competencia, a iniciarse, si es que ello ocurre, en agosto de este mismo año, lo único que prevaleció fue el tema del dinero y sus propios intereses. Nada más. La voracidad de estos grandes clubes nada tiene que ver con el deseo de apoyar al fútbol y a sus seguidores. El asunto es apoyarse entre este grupo y salpicar de euros a otros pocos que puedan beneficiarse de su propia grandeza, historia y arrastre, que son indudables. Entiendo que el futbol es un negocio y como tal debe ser cuidado, siempre y cuando se respeten los principios de equidad y de auténtica solidaridad entre todos los actores.

La UEFA y varias ligas nacionales inmediatamente vetaron el proyecto y aparecieron las amenazas de Aleksander Ceferin, con el apoyo moral de la FIFA, de expulsar a los equipos fundadores de sus respectivas ligas nacionales y de prohibir a sus jugadores ir a la selección, algo que sería muy grave no sólo para los egocéntricos en escena sino también para el futbol europeo y mundial. No podemos imaginarnos la Serie A sin la Vecchia Signora, y los equipos de Milán, o la liga española sin los merengues y blaugranas. Tampoco es imaginable ver unaArgentina sin Messi, una Portugal sin Cristiano Ronaldo o una Bélgica sin Romelú Lukaku. El castigo es severo para los involucrados, sin duda, pero quienes más sufrirían por tal marginación son los menos culpables: los aficionados.

Voces y más voces se han dejado escuchar expresando su repudio a la intención de unos cuantos. Algunos medios de comunicación elaboraron encuestas para conocer el punto de vista de los hinchas y también de personajes ligados al balompié. La expresión generalizada fue de rechazo a este faraónico e insultante asunto. Los aficionados ingleses, por su parte, al grito de “el futbol es de la gente”, inundaron las calles de aquel país para gritarles a los equipos involucrados de la Premier League que el dinero no compra hinchas, que un equipo de futbol no es una franquicia y que era vergonzoso lo que estaban haciendo. El resultado de estas expresiones fue demoledor, los “Big Six” de Inglaterra se retiraron en menos de 48 horas de anunciado el torneo, siendo éste un golpe casi mortal a un evento que, desde mi punto de vista, nació muerto. El Arsenal ya hasta pidió perdón a su afición por haberse involucrado.

La Superliga agoniza y está al borde de la extinción sin haberse jugado un solo partido. Florentino Pérez, Andrea Agnelli (Presidente de la Juventus) y Ed Woodward (Vicepresidente del Manchester United), principales precursores de este movimiento de pedigrí, están a nada de hacer el ridículo mundial. Se olvidaron por completo de la misión social del deporte, en particular del que nos hace encender las pasiones todas las semanas. Pensaron en ellos y sólo en ellos con ideales económicos que transgreden los principios éticos y morales que deben sostener la competencia futbolística. ¿Qué ha habido pandemia y han sufrido pérdidas millonarias? Sí, pero este fenómeno nos ha pegado a todos. Nadie se ha salvado. ¿Quieren revertir la situación creando una competencia en la que sólo participen unos cuántos? No. Para eso está la Champions League, la Europa League y la futura Conference League, que cuentan con reglas bien definidas y más parejas, así como con formatos, algunos de ellos recientemente actualizados, que pretenden que todos, no sólo unos cuantos, se beneficien deportiva y económicamente con su participación en ellas, privilegiando el mérito deportivo vigente y solidarizándose con el entorno actual. No nos equivoquemos. El futbol es de la gente. De toda.