Tri gana a Honduras con autoridad de los goles

Rafael Ramos Villagrana | Enviado

SAN PEDRO SULA -- El Tri rompe maleficios. Rompe atavismos. Rompe hegemonías. Y rompe dictaduras. En Honduras y en San Pedro Sula. Lo hace sin brillantez, pero con la autoridad suprema de los goles. Y sobre todo, con la respuesta absoluta ante los golpes.

Honduras 0-2 México. Goles... golazos, en realidad de 'Tecatito' Corona y Jürgen Damm, extraídos ambos de la banca, como corolario a un trámite intenso, duro enérgico, apremiado.

Y mientras México navega con seis puntos con rumbo al Hexagonal Final, Honduras se encuentra con la alforja vacía y bajo amenaza de quedar fuera de la aduana final para el Mundial de Rusia 2018.

El trámite de México fue paciente, cauto, inteligente, paciente, ante una selección de Honduras que careció de consistencia, talento y orden para atreverse a tacar con más de tres o cuatro jugadores en sus escarceos ofensivos.

DEL NERVIO A LA CALMA...

Inciertos. Nerviosos. Precipitados. Imprecisos. Honduras y México confrontan más sus preocupaciones que sus obligaciones y sus promesas.

El trámite se vuelve un conflicto en media cancha. Y en ese jaloneo inexacto, la pelota cambiaba de propietario en impresiones absolutas. Si había intenciones de victoria, era la imperativa necesidad de Honduras.

México resistiendo a pesar de la promesa de protagonismo de Juan Carlos Osorio. La entrega inexacta, la fragilidad en la disputa cuerpo a cuerpo de la pelota. No había conductores ni jugadores que encontraran pausa y paciencia.

Andrés Guardado intentaba, pero el violento trajín de ir y venir, le llevó a veces a rompimientos desesperados.

Mientras que la que debería ser, según los cánones de Osorio, el jugador refulgente, Miguel Layún, sigue incómodo por derecha porque encima era rebasado con facilidad con los relevos por ese costado.

Honduras, inexplicablemente, en mejor posesión y auténtica posición en cancha. Tartamudeaba al ataque e incluso de manera sospechosa desperdiciaba el ímpetu de Crisanto, quien marcaba por derecha un corredor de aduanas quebradizas.

Tan el cero a cero pasaba por ser una serenata de mudos que lo destacable fue lo más lamentable. En el colofón de una jugada, Palacios empuja a Aquino, quien aterriza de manera brutal, espantosa, dantesca, sobre la rodilla de Garrido, que se parte ante el espanto de los jugadores.

La lesión se origina por la tolerancia del árbitro a la violencia. Pero este Pitti fue el mismo que protagonizó un trabajo lamentable cuando se lesionaron el 'Chapito' Montes y Segundo Castillo en aquel amistoso premundialista entre México y Ecuador.

Y el impacto de la lesión fue brutal para ambos equipos. Corrían, sí; disputaban, sí; intentaban, sí. Pero, lo cierto era que la imagen de un guerrero hecha añicos terminó por ampararlos en la precaución, mientras el árbitro Pitti, extraña y absurdamente, agregaba minuciosamente hasta la milésimas de segundo pendiente.

Un 0-0 para el reposo, que hace justicia a la indecisión de Honduras y a la resignación de México.

Y DE LA CALMA, EL TRI, A LA FIESTA...

El regreso a la cancha no cambió ni las conductas ni las conducciones. El Tri resistiendo y apelando a la aventura de un contragolpe. Honduras propone con sus limitaciones, con sus urgencias y con resoluciones inmaduras o inocentes en la última jugada.

Así, la condición óptima de gol la genera México, a empujones, por accidente. 'Chicharito' intenta un remate que termina en pase, o intenta un pase que degenera en remate, pero el balón se extiende de un abandonado Raúl Jiménez, quien de cara a la portería, levanta un homenaje a la decisión de exiliarlo del 'Cholo' Simeone: la pone en órbita.

México hace el 1-0 al 67', en una jugada prefabricada. Enésima falta hondureña. Cobró en tres cuartos de cancha. Rechaces desbocados de Honduras, para que aparezca, tras una recepción impecable, el control de 'Tecatito' Corona, con lujo incluido y un remate implacable.

Obligado, presionado, azuzado por el riesgo de no llegar al Hexagonal, Honduras trata de responder. Pero con desorden, con precipitación, bajo riesgo. Justo el territorio y el escenario que anhelaba México, para hacer el 2-0.

Sella el triunfo Jürgen Damm, y lo hace con autoridad, con atrevimiento, con gracia, con desparpajo, ornamentando con traje de Halloween a Valladares, para el 2-0.

Los dos cambios, encajan a la perfección en las exigencias de Juan Carlos Osorio, al que le rescata el marcador virgen, una gran atajada de Alfredo Talavera, como para ratificar que su búsqueda ha terminado, y debe ser el portero titular de México.

El desenlace del juego se fue percudiendo. Más golpes y faltas, tiempos muertos, mientras la afición abandonaba el estadio, resignada, rendida, claudicando. Lo saben: el Mundial está en riesgo.