Atlético de Madrid termina su paso perfecto en la Champions

(Paola Núñez | ESPN Digital) -- Bayern Munich sacó una honrosa victoria por 1-0 sobre el Atlético de Madrid para cerrar la fase de grupos de la Champions League.

El Atlético se jugaba sólo el orgullo. Mantener el paso perfecto con que avanzaba en la Champions League y que contrastaba con la irregularidad liguera. No lo consiguió. Orgullo, el que tuvo el Bayern Munich, que aún a sabiendas que ni goleando tumbaría al rival de la primera plaza de su grupo, salió a llevarse el partido. A pelear por puro honor.

El Atlético tardó más de diez minutos en aparecer. Bayern Munich hacía todo; controlaba el balón, la cancha y el ritmo del partido. Si no llegó a tener más que una oportunidad de gol fue porque Godín y Savic no se dejaban burlar. Una constante hasta que el Atlético robó un balón.

Y así, a la primera, hilvanó una soberbia jugada a contragolpe obligando a Neuer a intervenir para bloquear un disparo de Griezmann. O mejor dicho, el disparo de Griezmann, pues pasó más de una hora para que el francés volviera a dar señales de vida.

Sirvió de poco la amenaza; apenas lograron aplacar al Bayern durante unos minutos, pero desaprovecharon el momento de relativa calman y en cuanto el Bayern retomó el aire, volvió a asumir el total control. Entonces era Oblak el que luchaba para rechazar los disparos de Douglas y las llegadas de Lewandowski. Costaba un mundo al Atlético frenar a las bandas del Bayern y eso que Lucas y Vrsaljko se emplearon a fondo en hace una buena labor para ser tomados en cuenta en partidos de mayor importancia.

Entonces vino el susto. Godín se llevó un duro golpe en el tobillo que obligó a parar el partido y a los atléticos, a contener el aliento. No pasó a mayores, pero la incapacidad para hacer daño, aunado al terror de perder al uruguayo ya se habían cobrado una víctima en los nervios rojiblancos. Siguieron las imprecisiones, los golpes. Y Robert Lewandowski.

El atacante polaco hizo alarde de su gran momento de juego para poner el 1-0 en el marcador. Una falta inoportuna peligrosamente cerca del área de la que el delantero sacó petróleo con un cobro casi perfecto; sobre la barrera y a la escuadra. No había manera de que Oblak, que se estiró todo lo que pudo, llegara a ese balón.

Y de nuevo, el Atlético se desfondó. Deambulaba sin dirección y sin ideas. Resultaban tan poco amenazantes, que Neuer se llegó a pasear por la zona de contención un par de veces. Otro accidente de Godín, que se llevó un cabezazo de Thiago en la nariz. Tembló de nuevo el Atlético, pues en ese momento, lo único que funcionaba medianamente era la defensa. Y otra vez, se quedó en un susto.

El Bayern fue bajando el ritmo, orillado por un rival que no parecía estarse jugando el prestigio si no la nada. Por ahí algún intento infructuoso de Saúl por dar una imagen de solidez en la media o un par de pases filtrados al área para Gameiro, que entró en la segunda parte para dar al Atlético la referencia en ataque de la que careció durante casi una hora. Pero se quedaban a medias y terminaban perdiendo el balón al menor intento de presionar por parte de los hombres de Carlo Ancelotti.

El Bayern tuvo una oportunidad clara más. Un disparo casi a quemarropa de Thiago que inexplicablemente se le fue desviado tras una gran jugada por la banda. Después se dejó llevar por la corriente. A esperar a que el reloj marcara el final. No importaba el resultado, pero el honor les pedía una victoria ante un rival que lo había hecho trizas en los dos últimos encuentros. Y la consiguieron sin forzar la máquina. Ese rival, el que muerde, que pelea como si en ello le fuera la vida, se había perdido en la niebla.