Bélgica venció a República Checa sin convencer

La selección belga, que dirige el español Roberto Martínez, volvió a demostrar, pese a imponerse este lunes por 2-1 a la República Checa, la misma falta de solidez que le llevó a empatar con Grecia y Rusia, en un amistoso en el que sólo la madera impidió la igualada de los visitantes.

Hasta en dos ocasiones el poste evitó el tanto del conjunto checo, que tras verse desbordado por completo en el arranque de partido, poco a poco fueron descubriendo las costuras de una selección belga, que no acaba de mostrar el juego que se presupone a una plantilla plagada de excelentes futbolistas.

Empezando por el delantero Romelu Lukaku, que en ausencia del lesionado Eden Hazard, que deberá permanecer tres meses de baja por una fractura de tobillo, se convirtió en el faro y principal referencia del juego ofensivo de los "diablos rojos".

De hecho, no hubo balón que no buscase el corpachón del delantero del Everton, que dispuso en el primer cuarto de hora de dos claras ocasiones para abrir el marcador con dos remates de cabeza, el segundo de los cuales se estrelló en el poste cuando ya se cantaba gol.

Pero Lukaku no destaca sólo por su poderío aéreo, como demostró a los 25 minutos, tras evidenciar su capacidad para jugar de espaldas con un perfecto control y una no menos sensacional asistencia, tras un veloz giro, a su compañero Batshuayi, para que el delantero del Chelsea inaugurase (1-0) el tanteador.

Una espectacular juego que se diluyó por completo, con la aparición del primer contratiempo para el conjunto belga, incapaz de superar la falta de entendimiento entre el portero Thibaut Courtois y el centrocampista Kevin De Bruyne, que propició cuatro minutos más tarde, en el 29, el empate (1-1) del conjunto checo.

Gol, obra de Krmencik, que destapó los problemas de solidez de la selección belga, que pasó, sin motivo aparente, de dominador a dominado, por un equipo checo, que pudo adelantarse a los 35 minutos en el tanteador con un remate de Schick, que se estrelló en el palo.

Una preocupante situación que el técnico español supo reconducir con los cinco cambios que efectuó en el descanso, una revolución que tuvo su premio a los siete minutos del segundo tiempo con el gol de Fellaini, uno de los recién ingresados, que firmó de cabeza el 2-1 para los locales.

Tanto que volvió a hacer caer en la complacencia a la selección belga, que pese al empeño de Benteke, permitió de nuevo crecer a la República Checa, que a punto estuvo de lograr el empate en un disparo de Soucek, a falta de once minutos para la conclusión, que sólo el poste impidió que acabase en gol.

Un susto que no impidió a Bélgica alzarse con el triunfo y encadenar su octavo partido consecutivo sin perder, eso sí, sin la brillantez que se espera de un conjunto que dispone del talento necesario para pasar de ser un simple aspirante a un auténtico candidato en cualquier gran competición.