Monterrey abusa del Campeón

(Por Carlos Barrón | ESPN.com.mx) MONTERREY -- Hay partidos que se deben ganar. Y más aún, hay juegos propicios en los que se tiene que aplastar al rival. El Monterrey, enseñoreado, le puso una paliza al campeón del futbol mexicano, fundido en toda la segunda parte y sin aliento para pelear ante un cuadro tan glamoroso pero que de proponérselo, se arremanga y juega tan laboriosamente como el equipo más humilde.

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Era el minuto 90 y el marcador de 4-1 sin misericordia, hacía sonrojar a más de uno en las Chivas, sobre todo a Matías Almeyda que veía desmoronarse su construcción expulsado por sus incesantes reclamos. Rayados de cualquier forma, seguía queriendo sangre. Así fue el juego y la victoria, capitaneada en la proa por Dorlan Pabón y en la popa por Nicolás Sánchez.

Tuvo un volumen de juego mucho mayor el Monterrey, levantando la cabeza a un inicio incierto. Porque Chivas es un buen equipo, tiene modales y sentimiento y a la vez idea. Su fulgor en los centros al primer poste, al más cercano, son una etiqueta de Almeyda. Lo hicieron así a mitad de semana ante Juárez por la Copa y está vez ante Rayados, rubricada por Jair Pereira.

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Las Chivas, muy pronto en el partido, incendiaron las líneas de cal del terreno de juego y el Monterrey entonces, aceptó la lucha cuerpo a cuerpo. Se tuvieron que prender los ventiladores en el estadio, aquello era un coliseo romano. Rayados empató pronto, gracias a un exquisito bordado de Dorlan Pabón, que demuestra que el tiempo más precioso en el futbol, es la pausa que da un futbolista al frenesí del juego. Entre dos defensores le dejó servido el gol a Celso Ortíz.

El partido estaba en intensa energía y en ese trance tan atlético, se fue acabando el Guadalajara. Ya no sólo le respondió lo físico, sino que el dictado de futbol directo del Monterrey lo puso contra las cuerdas.

Apoderado de todo el campo, el equipo de Mohamed demostró que ha escondido sus costuras. Se nota a un cuadro que a pesar del vestidor envuelto en dólares, habla el mismo lenguaje. El tridente de arriba es poderoso: Pabón, Funes Mori y Hurtado, van captando sus ideas; la terna de en medio es pujante y aguerrida: Sánchez, Ortiz y González y en la defensa han encontrado un equilibrio. Quizá lo más endeble es la portería donde Hugo González sigue siendo el mismo chico limitado del América. Aunque son un equipo que corre como si esto fuera atletismo, también tienen cadera para jugar con clase al futbol. Sólo es cuestión de que se lo propongan.

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Y ante Chivas, creyeron que era el mejor momento para demostrarlo. Atrás quedaron los abucheos de la fecha dos de sus propios aficionados. Contra el viento corrió Pabón y le ganó a Jesús Sánchez para dejar servido otro gol en los pies de Funes Mori. Luego un penal a Avilés Hurtado lo cobró Pabón de manera irresponsable pero el rebote le favoreció para anidar el esférico. Después vino el cabezazo de Avilés Hurtado y la goleada consumada. ¿El problema para Chivas? Faltaban 20 minutos todavía y esto era un escándalo.

Del juego de matices y amplio repertorio se encargó el Monterrey. De tratar de salvar el prestigio, el Guadalajara. Almeyda echó al campo a la Chofis López, un chico que ha dado muestras de que ante la adversidad prefiere pasar de largo y brillar sólo cuando al equipo le va bien. El técnico rojiblanco sacudió la defensa y arriesgó pero daba la impresión de que al Guadalajara le faltara un hombre o dos en el campo, porque el Monterrey le pasaba una aplanadora por encima.

Aflojados los grilletes y liberados sus jugadores, Antonio Mohamed ha dado en el centro del clavo. La goleada al campeón le deja un futuro promisorio. En Chivas, habrá que hacer una reflexión. Ojalá sus dueños y directivos entiendan que tras ganarlo todo, llega un momento en que hincar la rodilla para replantear el proyecto, es necesario.