España pasa primera a octavos tras una final de infarto

Isco fue autocrítico con el seleccionado español en Rusia.
Isco fue autocrítico con el seleccionado español en Rusia.
EFE

(Jordi Blanco, ESPN Digital) -- España jugará los octavos de final del Mundial el domingo ante Rusia después de cerrar la fase de grupos de una manera enloquecida. Perdida en el marcador hasta que el VAR le regaló el empate en tiempo añadido al tiempo que un penalti en Mordovia evitaba la victoria de Portugal... Y le regalaba el primer puesto final del grupo.

Increíble pero cierto, España, en su noche más terrible, acabó solventando una carambola tan inesperada como se antoja injusta, después de un partido cada vez más emborronado y que se salvó en el último instante. El 2-2 le supo a gloria gracias al empate de Portugal. Lo que son las cosas...

Con un ojo puesto en el partido de Portugal, a la Roja le costó entrar en juego, agobiada por el descaro marroquí, incómoda en el inicio de la jugada y, lo más preocupante, insegura en defensa, lo que llegándose al cuarto de hora le penalizó por un error garrafal de Sergio Ramos, que junto a Iniesta perdió un balón en el centro del campo sin nadie a su espalda para permitir a Boutaib marcharse solo hacia De Gea y batirle en su salida.

El golpe, tan duro como inesperado, le pasó factura al equipo de Hierro... El tiempo que tardó Iniesta en hacerse con el gobierno del juego. El veterano mediocampista solventó tomar el balón junto a Isco, recuperar la calma y buscar el área marroquí mimando el balón, combinando sin prisas para encontrar un hueco por el que romper.

Lo encontró, para fortuna española, apenas cinco minutos después, cuando ganó la línea de fondo y le regaló una asistencia magnífica a Isco para igualar el marcador y sacarse los nervios de encima, aunque no por ello mejorase colectivamente la imagen de un equipo que seguía, y siguió, muy alejado de sí mismo.

Afectó tanto la inconsistente prestancia de un Thiago que pareció estorbarse más que otra cosa en la zona de creación como la irritante falta de seguridad de la zaga, que estuvo cerca de costarle otro disgusto a De Gea por el despiste de Piqué en un fuera de banda y que dejó a Amrabat solo ante el meta... Que consiguió, por fin, su primera parada en todo el Mundial.

SIN FLUIDEZ

Marruecos, que llegó a esta tercera jornada sin opciones de clasificación y la misma sensación de triste injusticia que también sufre Perú, se mostró como un equipo serio y compacto. Duro pero solvente, con las ideas claras, fue convirtiéndose con el paso de los minutos en la segunda mitad en un rival antipático para España.

Tal fue así que a los 54 minutos un obús lejano e inesperado de Amrabat se estrelló contra la escuadra de De Gea y devolvió el tembleque a una Roja que no sacaba provecho ninguno de su dominio, que llegaba pero sin poner en verdaderos problemas a Munir y que a medida que avanzaba el reloj provocaba la impaciencia entre los jugadores españoles.

Quiso Hierro dar un golpe de mano con la entrada conjunta de Asensio y Aspas por Thiago y Diego Costa, consciente de la necesidad de ganar por la victoria de Portugal si quería el primer puesto final de grupo, pero la urgencia comenzó a pesar más que el futbol, llegando a sufrir lo impensable en cada salida hacia el ataque de una Marruecos rebelada contra su eliminación.

Y llegó el castigo que encaminó el rush final a un dolor de cabeza inimaginable pero merecido. Un corner lanzado por Fajr fue rematado de forma imperial por En-Nesyri, que le ganó en el salto a Sergio Ramos y marcó un golazo sin oposición, con De Gea apenas mirando como el balón entraba en su portería.

Impotente y desquiciada, España quiso solucionar lo que no tenía solución... Y lo acabó consiguiendo en un final de locos, concediéndole el árbitro por medio del VAR un gol que había anulado y que coincidió en el tiempo con un penalti que en Mordovia le valió el empate a Irán... Insuficiente para los persas pero que valía su peso en oro para los españoles.

España jugará ante Rusia el domingo. La fortuna le abrazó en una noche difícil de olvidar... Pero las sensaciones de futuro no pueden ser nada optimistas.