Atlético se despide en casa con insípido empate


MADRID (Paola Núñez, corresponsal) -- El Atlético solo quería acabar. Cumplir, a secas, con el deber de despedir a su capitán Diego Godín con algo de dignidad. Una victoria, así fuera plana y gris. Ni Sevilla, que se jugaba el puesto de Champions League, puso mayor empeño.

Y así transcurrió la tarde, con algo de sopor y el sabor más agrio que dulce de un final de campaña tan anticlimático como el 1-1 con el que se saldó el último encuentro de Liga que verá el Wanda Metropolitano esta campaña.

La afición solo esperaba al final, el momento del adiós definitivo a su capitán, sin dar mayor importancia a que el equipo hiciera gran cosa en la cancha.

Lo que los rojiblancos tenían que hacer, ya lo habían hecho. O dejado de hacer, que por algo el Atlético ha llegado a un final de temporada tan anticlimático.

El ambiente era de tristeza. Por lo que pudo ser y no fue para el Atlético de Madrid: una temporada en que aspiraban a "superar lo logrado el año pasado", cuando llegaron al final de la temporada con miras a ganar la Europa League, y que cierran con el mero orgullo de acabar segundos en la Liga por delante del Real Madrid.

Poco sucedió en la primera media hora más allá de un peloteo estéril hasta que en una de las escapadas de Antoine Griezmann llegó el gol anulado de la jornada a Álvaro Morata por fuera de lugar; ese que empieza a hacerse costumbre.

No duró mucho la frustración rojiblanca. Un minuto después, en una jugada bien elaborada por el Atlético de Madrid, Koke puso el 1-0 después de llevarse el balón hasta el borde del área. Fue un disparo burdo, algo torpe, pero con suerte pues se coló en la red después de ser desviado por la defensa sevillista.

Corrió hasta Diego Godín para dedicarle el tanto.

El tanto animó al Atlético, que ya entrado en gastos, buscó el segundo. Lo pudo conseguir pasada la hora de juego, cuando Correa marcó a puerta vacía después de regatear al arquero. No subió, pues el árbitro decretó fuera de juego en el momento de recibir el pase.

Hasta ahí llegaron las intenciones rojiblancas de acabar bien. Sevilla, que aún se jugaba algo, intentaba sorprender a Oblak. Costó un buen rato, pues el esloveno, como de costumbre, parecía taparlo todo. Hasta que Pablo Sarabia decidió sacarse de la manga el remate de la tarde a un envío del Mudo Vázquez desde la izquierda para poner el 1-1.

Ninguno de los dos quiso más. Tampoco la grada, que poco a poco fue quedando en silencio.

Debía ser una fiesta para despedir al último gran símbolo de la era 'dorada' del equipo rojiblanco. Diego Godín, que jugó su último partido como local en el Wanda Metropolitano.

No lo fue, probablemente por lo mismo. Porque nadie dudaba que en cuanto el árbitro pitara el final del encuentro, llegaría también el final de una era. Con el adiós de Godín el Atlético perdía un cachito de identidad. Al mejor representante del "coraje y corazón" rojiblanco. El que "cree hasta el final" El que juega con un diente roto. El que, lesionado y cojeando, se planta a media cancha nada más para estorbar al rival porque no quedan más cambios. Y encima marca el gol de la victoria.

Era el adiós el líder capaz de hacer con un grito que hasta el contestatario Frente Atlético deje de increpar a uno de los suyos. Nadie estaba preparado para ello.

En la cancha había cinco canteranos. Uno de ellos, Koke, heredará la capitanía y será también el último vestigio de la era dorada si es que Juanfran y Filipe deciden marcharse tras los pasos de Godín. Tiene el carácter. Transmite esa "esencia" rojiblanca, a veces dramática, de garra y compromiso con sus colores. Pero le falta ese halo de grandeza que el uruguayo se lleva consigo a otro lugar.