Atlético llega con vida al duelo ante el Barça

Gonzalo Arroyo Moreno/Getty Images

MADRID (Paola Núñez, corresponsal) -- Atlético firmó una victoria por 2-0 sobre el Girona en un deslucido partido disputado este martes en el Wanda Metropolitano.

El Atlético de Madrid que levantó el vuelo, el que con un juego animado y eficacia goleó al Alavés el fin de semana, se quedó en el camino entre Vitoria y Madrid. Los rojiblancos prometen, con optimismo, seguir peleando hasta que las matemáticas lo permitan por imposible que parezca. Que esa diferencia de diez puntos con respecto a la cima, a nueve jornadas del final, aún puede reducirse.

Pero tan pronto como pisaron la cancha del Wanda Metropolitano para hacer frente al cuadro catalán fue evidente que esa promesa no iba a ser tan fácil de cumplir.

El Atlético esperó 75 angustiosos minutos para asegurarse los tres puntos y jugándoselo a todo o nada, después de que Diego Simeone enviara prácticamente todo lo que le quedaba de pólvora en la banca con sus revulsivos de cajón, Ángel Correa y Vitolo Machín, aunque para ello tuviera que sacrificar a dos jugadores de corte defensivo.

Hasta el momento en que Diego Godín se elevó para marcar el 1-0 de un cabezazo a un rechace de Gorka Iraizoz, el Atlético fue un equipo ordinario. Silencioso como la grada del Wanda Metropolitano - esa que suele ser una olla de presión y que hoy registró la peor entrada de la temporada para un partido de Liga, 40,863 asistentes.

El Atlético que se ha quedado demasiado pronto en el camino de su gran objetivo, la Champions League, se empieza a quedar muy solo. El grupo de animación ultra Frente Atlético, protestó ante la falta de consideración de los jugadores con los aficionados que viajaron hasta Turín tan solo para verlos sucumbir por 3-0 ante la Juventus.

Entraron tarde (al minuto 12) y dejaron de animar durante la primera mitad. El incómodo silencio impregnó la cancha. Heló el ambiente. Dejó desnudo el juego del atlético. A veces soso y generalmente plano. Cada vez más predecible para los rivales.

Atlético intentaba luchar, pero se atascaba ante la falta de alternativas. Buscaba la forma de llegar hasta Iraizoz, ya fuera con las galopadas de Griezmann y Morata, o la astucia de Thomas Partey por el centro, pero no había manera de sorprender.

No era cualquier equipo el que tenían enfrente, sino un Girona muy serio y sólido en defensa.

Rara vez lo pillaban descolocado, y cuando lo hacían, su falta de tino, más que las intervenciones del arquero vasco, se encargaba de mantener el empate a cero.

Se estrelló Saúl. Griezmann y hasta el goleador de moda Álvaro Morata. Después Thomas, que abandonó la cancha con visible frustración a medio camino de la segunda parte para dejar su lugar a Ángel Correa.

Con la entrada del argentino y la de Vitolo diez minutos después, el Atlético se convirtió en un equipo más incisivo y hasta certero frente al marco. A medida que se acercaba el final, fue encerrando poco a poco al rival hasta plantarse permanentemente en su área para bombardearlo sin descanso.

Solo así, disparando en ráfaga, logró hacer daño. Necesitó, claro, una jugada a balón parado. También la suerte de Godín para encontrarse con el rechace del arquero rival, y por una vez, la justicia del VAR, que dio por bueno el tanto después de que el árbitro lo anulara por un inexistente fuera de lugar.

El segundo llegó ya de colofón y en tiempo de compensación, cuando Vitolo aprovechó una pérdida de balón del Girona en el centro de la cancha y emprendió la carrera para servir un pase a Griezmann, que hizo el resto.

Respiró el Atlético, a medias, pues la realidad volvió a golpearlo en forma de lesión cuando Álvaro Morata en abandonar la cancha cojeando. Una nueva visita a la enfermería y ya son más de 30 las lesiones que han azotado al equipo rojiblanco en la temporada. Una que el Cholo no podrá achacar a un trabajo inadecuado en la pretemporada.