El Valencia acaba con el reinado del Barcelona en Copa del Rey

El ataque de Valencia sorprendió temprano a los blaugrana.
El ataque de Valencia sorprendió temprano a los blaugrana.
EFE

(Jordi Blanco, corresponsal) -- El Valencia acabó con el reinado del Barça. En una noche para el recuerdo, enloquecida y que acabó con los nervios de todo el mundo, con el campeón destronado buscando el empate con más corazón que fútbol y el nuevo Rey desesperado por alcanzar la orilla.

El fútbol es esto. Y el Barça, que nunca supo manejarse en situaciones desesperadas, no pudo evitar una derrota con sabor a final de una era. No hubo doblete y sí habrá que reflexionar. El fútbol...

La final no pudo comenzar mejor para el Barça, que controló el balón con absoluta comodidad durante cuatro minutos iniciales en los que el Valencia, agazapado y sin saber cómo entrar en juego, le cedió toda la iniciativa, incapaz de mostrar más plan que defenderse... Y esperar.

Esperar y confiar en algún error de cálculo o un mal pase, o lo que pudiera darle entrada en el partido. Y ahí apareció de repente Lenglet para resbalar, regalar el balón a Rodrigo el balón y empezar a romperse el plan azulgrana. Si es que lo había. Suerte tuvo el Barça de que el delantero che no acertó en el remate tras driblar a Cillessen estrellando el remate en el palo... Pero ya, de pronto, el miedo empezaba a cambiar de bando.

Seguía controlando el campeón pero ya daba una sensación de poca ambición que regalaba esperanza al Valencia. Y su ambición sí fue la que cambió el rumbo de la noche. A lo bestia.

Ocurrió que el Barça mostró lo mal que corre hacia atrás y le obsequió a Gayá con una autopista en su banda, descontrolados tanto Sergi Roberto como Semedo para que pudiera regalar un balón raso al área que controló Gameiro sin que apareciera nadie más que el desesperado Alba, incapaz de atacarle el balón y permitiendo su regate y disparo duro, casi a placer. 0-1.

Sin más solución que buscar a Messi el campeón de Copa entró en un bucle desesperante y le regaló al Valencia la capacidad de creer, de crecer y de saberse capaz de cambiar la historia de la Copa... Tal fue así que apenas pasar la media hora una cabalgada de Soler por la banda dejó retratado a Jordi Alba para centrar y ver como Rodrigo, sin nadie que acudiera al rechace, remataba a la red desde casi la misma línea de gol. Sin Cillessen, sin Piqué, sin Lenglet... Sin nada ni nadie.

Moribundo el Barça, parecía pedir a gritos el descanso para intentar de alguna manera buscar soluciones desesperadas. Solo un paradón de Domènech a Messi dio señal que podía imaginarse algún cambio de guión en la segunda mitad. Pero dando la impresión de ser más deseo que posible realidad.

SIN RED

Así que Valverde, en medio del desespero, movió piezas y lo cambió todo de arriba abajo. Sacó del escenario a Semedo y Arthur, metió a Vidal y Malcom y ordenó un ataque sin cuartel. Sin más que perder solo cabía confiar en el milagro de resucitar contra toda lógica.

Producía dolor ver a un Barça entregado a la locura, a un ataque sin red, desesperado en busca del gol, de cualquier manera, sin buscar más combinación que un ataque sin red y confiando en ese golpe de suerte que casi apareció cuando a los 56 minutos el palo rechazó un disparo de Messi al que respondió Vidal... Rematando a las nubes.

Y llegó la resurrección necesaria, con el remate al palo de Lenglet a la salida de un corner que remachó a gol Messi, con tiempo por delante suficiente para creer en ese milagro y la sensación creciente de ver el miedo en la cara del Valencia.

A partir de ahí fue el partido un ataque sin descanso del Barça. Sin plan pero con toda la intención mientras se defendía como podía el equipo de Marcelino, rezando por alcanzar el final del suplicio y llevarse la copa a casa ante un campeón que moría por alcanzar la orilla.

No la alcanzó. Y el Valencia besó la gloria acabando una era azulgrana.