El Barça rompe el maleficio y está en Semifinales

Michael Regan/Getty Images

BARCELONA (Jordi Blanco, corresponsal) -- El Barcelona jugará las semifinales de la Champions League al cabo de cuatro años y tras eliminar con solvencia, y absoluta superioridad, a un Manchester United que se mantuvo en pie el tiempo que tardó Messi en cargar su pierna izquierda para hundir sus esperanzas. Ganó el Barça por 3-0 un partido que comenzó con susto pero cuya incógnita se acabó a los 20 minutos, cuando Leo había batido ya en dos ocasiones a De Gea.

Quiso el equipo inglés repetir la gesta de París con un argumento distinto: salió disparado hacia Ter Stegen y logró sembrar la duda en el Barça, pero en cuanto apareció Messi se acabó todo. El argentino ejecutó al ManUnited y condujo la noche a la felicidad, hasta convertirse en goleada.

Vestido de rosa pálido, el United apareció con toda la ambición en el Camp Nou y tardó un santiamén en provocar terror entre la hinchada local. Eléctrico, veloz y atrevido, Rashford le ganó la posición a Sergi Roberto en la primera jugada del partido y lanzó al entrar en el área un obús a lo alto que se estrelló en el travesaño.

Se llevaban 34 segundos, 34, de juego y al barcelonismo, de pronto, se le aparecían los fantasmas. Dos minutos después Lingaard no controló en el área de Ter Stegen y sin reponerse del susto apareció Martial para dar el tercero... Y Pogba mandaba en el medio campo y el Barça, en apariencia desconcertado, se entregaba a lo que menos quería Valverde: el descontrol y vértigo del rival.

Por fin llegó el equipo azulgrana a territorio rival mostrando el primer aviso una caída de Rakitic ante Fred fue sancionada con penalti... que el VAR rectificó a Felix Brych. Seguía disparado el equipo de Solskjaer y de manera tan inexplicable como messiánica todo empezó a acabarse.

Apenas superado el cuarto de hora, con el miedo instalado entre los hinchas locales y eufóricos los visitantes, Messi tomó el balón en el costado derecho, se lo llevó como solo él sabe hacerlo en diagonal y de pronto, después de un caño majestuoso, soltó un latigazo raso y ajustado al que no llegó De Gea. 1-0. En el primer remate a puerta del Barça.

Si el Manchester United había rematado ya hasta cuatro veces a la meta de Ter Stegen, al Barça le bastó uno para marcar... Y otro para volver a hacerlo. Fred le rebañó el balón a Coutinho en su zona de medios sin atender a la llegada, como un búfalo, de Messi, que se llevó la pelota, alcanzó la corona del área y disparó raso y fuerte pero, en apariencia, sin más peligro para De Gea. Pero al portero español se le escurrió el balón por debajo del cuerpo.

En 20 minutos había solventado el partido y la eliminatoria el MessiBarça, que pasó del susto a la fiesta a partir de ese 2-0 que ya se antojaba imposible de remontar para un Manchester United hundido moralmente y que sin entregarse estaba ya derrumbado.

A partir de ahí la comodidad, el temple y la calma se convirtieron en el modus operandi de un Barça al que casi ni volvió a asustar el equipo de Solskjaer, que alcanzó con fortuna el descanso con ese 2-0, salvado en el último instante por el propio De Gea, atajando a bocajarro un remate de Sergi Roberto después de una asistencia de Jordi Alba en una jugada, mayúscula, de, claro, Leo Messi.

SIN HISTORIA

Si se antojaba un reto mayúsculo para el Manchester United remontar el 0-1 de la ida al comienzo de la noche, levantar ese 2-0 en la segunda parte ya se sabía utópico.

Lo intentó sin la fe del principio el equipo de Solskjaer, estrellado contra un Barça que supo jugar con calma y soltura, combinando, colocándose y corriendo cuando era menester y, por encima de todo, manteniendo la pelota lo más lejos posible del área de Ter Stegen.

Y entregado al liderazgo de su capitán, volvió el equipo de Valverde a convertirse en el dueño de la situación hasta que, de manera inesperada, alejado del área pero terriblemente solo, a Coutinho se le ocurrió soltar un trallazo que fue a colarse por la escuadra. 3-0 a la hora de partido.

Entregado a la realidad a Solskjaer se le acabó la fe de manera automática y su respuesta fue meter en el campo a un lateral, Dalot, en lugar de Martial. Derrotado y goleado, el entrenador noruego estimó mejor evitar la humillación y rezar para que se acabase la pesadilla que estaba sufriendo su equipo.

De hecho estuvo más cerca el 4-0 que el 3-1, no llegando, quizá, porque el Barça acabó levantando el pie del acelerador. Entregado al liderazgo de su jefe, Messi, la noche había acabado hacía mucho rato, hasta que Ter Stegen, en el desemboque, tuvo su momento de gloria.

Y se acabó.