Luis Suárez tiene debut soñado con el Atlético que golea

MADRID -- Mientras los focos se centraban con razón en Luis Suárez, que en 20 minutos marcó dos goles y dio otro, surgió un Atlético de Madrid imponente, protagonista de un estreno perfecto y una goleada total, abierta por Diego Costa, liderada por Joao Félix y ejecutada con determinación para devorar al Granada (6-1).

Ni siquiera lamentó el penalti fallado por Saúl, ni echó de menos a Giménez, fuera del partido por COVID-19, ni se sintió menos preparado que su rival por mucho que haya hecho menos pretemporada y aún no hubiera competido, ni requirió la presencia de Suárez, que el primer balón que tocó fue la asistencia del 4-0 a Llorente y que marcó el 5-0 y el 6-1, hasta que la victoria era ya indiscutible.

Luis Suárez
Luis Suárez
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Son magníficos síntomas, quizá aún en proceso y pendientes de confirmación, pero son irrebatibles, tanto como lo fue el esperado debut de Luis Suárez, sensacional, extraordinario, a la altura de un goleador de su nivel, y como lo fue el autoritario triunfo del Atlético, dirigido por Joao Félix, con especial ayuda de Correa, y con la indispensable construcción de Diego Costa.

Nadie intuía ni preveía hace una semana la titularidad de Diego Costa en el primer partido del nuevo ejercicio. Ni siquiera que aún figurara en la plantilla para este curso. Prescindible para el club, indudablemente entonces en el mercado, sólo sigue hoy por falta de demanda. Es la única causa. O, al menos, la principal. Por mucho que todo haya girado hasta el punto de que haya salido cedido Morata.

Porque la idea original era la marcha del '19'. La actual pasa por su permanencia, con todo lo que eso ofrece a Simeone, que ha fichado a Luis Suárez y que dispone de Diego Costa, al que ha dado siempre una confianza absoluta, inalterable, por mucho que su juego, sus números o sus goles sean incomparables con su anhelado pasado.

No hay mejor respuesta, más rotunda o más irrebatible, para Costa o para cualquier delantero, que los goles. En eso está el '19' entre la melancolía de tiempos mejores y la rebelión de un tipo que hizo historia hace poco más de un lustro con el conjunto rojiblanco y con Simeone. Él insiste en lo segundo: la primera ocasión fue gol. 1-0.

En él, al borde del minuto 9, confluyeron las cualidades de las que surge el Atlético más definitivo en ataque: la presión alta, por la que un lateral, Trippier, ganó el rechace de la defensa rival; la velocidad, con la que recibió Correa (ganó el pulso esta semana por el puesto titular en la banda derecha titular a Marcos Llorente) y a la vez soltó el centro; y la pegada, con el buen testarazo de Costa.

Desbordante la jugada, todo al primer toque, e incontestable la definición, el Atlético divisó el partido desde una posición idónea, que tanto le costó no hace mucho en la pasada campaña, cuando tomar ventaja en el marcador pareció por momentos, demasiados quizás, un jeroglífico que exigía mucha más determinación de la que proponía.

Este domingo la tuvo desde el inicio. La mostró Joao Félix, brillante, fino, activo, atrevido y rompedor, conectado con Costa en más ocasiones de las que se recuerda en casi todo el curso anterior, aparte de la fenomenal asistencia que puso a Correa ante el 2-0 en el comienzo del segundo tiempo y aparte de los regates que hizo.

Y la demostró el equipo por ocasiones, por fútbol, por contundencia ofensiva, por todo lo que contiene un partido, y sobre todo por esa presión alta que, en su caso, cuando la hace, cuando se traslada al campo rival, marca las diferencias.

No sólo en ataque, donde también dispuso de un penalti sobre Joao Félix que Saúl malgastó con un lanzamiento fallido y con un remate en el rechace más fallido aún al cuarto de hora, sino también en la defensa, porque cuando roba tan rápido como lo hizo en la primera media hora casi ni siente la amenaza de su oponente, en este caso el Granada, que miró un pelín de reojo a Europa, al decisivo duelo del jueves contra el Malmoe (Darwin Machis y Soldado fueron suplentes), y que apareció muy poco por la otra portería, donde está Oblak.

Ahí no cambia absolutamente nada para seguridad del Atlético. Ahí sostiene un muro. Incluso cuando el remate, de Víctor Díaz, es dentro del área pequeña y sin oposición... Salvo la suya. Atento, con esa colocación milimétrica para estar siempre en el sitio justo en el momento oportuno, lo repelió con las manos. Una parada clave.

El centro, sensacional, lo puso Luis Milla, sobre el que circuló el crecimiento del Granada. Fue nada más aparente. Su paso adelante fue tan sustancial en el desarrollo, como fugaz e insustancial en el aspecto clave, en el área contraria, aparte de que muchas veces no se sabe si es el Atlético el que le invitó o él quien lo promovió.

Todo apunta a lo primero, porque, en cuanto regresó a la escena para la segunda parte, golpeó con autoridad... Y talento. No se entiende tal jugada sin la precisión que tuvo el Atlético, con una decena de pases sin interrupción rival, pero tampoco sin el ingenio de Joao, cuyo centro promovió el 2-0 a Correa, asistente y goleador.

El Atlético se desató. Joao Félix redondeó su sobresaliente partido con un 3-0 de clase, con un recorte que dejó por los suelos a su marcador... Y debutó Luis Suárez. Entró en el minuto 70:06. Ni siquiera había llegado al minuto en el campo, cuando su primer balón propuso el 4-0 de Marcos Llorente. Y ni siquiera había llegado al cuarto de hora, cuando cabeceó el 5-0. Aún hizo el 6-1. Un fenómeno.