- Cristiano Ronaldo - 13' Pen, 52' Pen
- Weston McKennie - 20'
Barcelona sigue en picada y la Juve le arrebata el liderato
BARCELONA (Jordi Blanco, corresponsal) -- Sin despeinarse. Sin necesidad de exhibirse, sin más... La Juventus arrasó a un Barcelona de chiste, de juguete, indigno principio a fin. A un Barça que sumaba por victorias sus partidos de Champions y que incluso perdiendo por la mínima, o por 0-2, pasaba a octavos de final como primero de grupo. Y perdió por 0-3 completando una actuación en la que apenas Messi, sí, él, se salvó del desastre mayúsculo y colectivo.
A la Juve, a Cristiano Ronaldo, le regalaron un penalti que no era y que abrió el marcador... Pero no le señalaron minutos después otro, bastante claro, de Pjanic. Lo cierto es que en cuanto el portugués marcó el 0-1 se sospechó el drama en un Camp Nou vacío de público y también de fútbol.
Roto por el eje, el Barça nunca le planteó problemas a una Juve que se sintió cómoda y que a los 20 minutos, en una jugada de tiralíneas, mirando los jugadores locales el balón y persiguiéndolo los visitantes, legró el 0-2 McKennie con una volea espectacular desde el punto de penalti... Estaba solo. Estaba desmarcado, estaba ahí donde debieron estar los centrales que no se sabe donde estaban. Donde nadie sabía.
A partir de ahí el drama ya se dibujó en la mirada de todos los futbolistas de Koeman, incapaz de dar un golpe de timón táctico y que apenas reaccionó tras el descanso dando entrada a Braithwaite. Para que nada cambiase.
Hasta los 35 minutos no intervino Buffon para atajar un disparo de Messi, que repitió al comienzo del segundo acto en lo que fue un simple espejismo, porque el Barça conducía sin más y la Juve disfrutaba a cada minuto que pasaba...
Hasta llegar el penalti de Lenglet, señalado por el VAR, claro al desviar un balón con la mano para que Cristiano Ronaldo redondease una noche inolvidable. Volvió al Camp Nou y marcó por partida doble.
Sin alma ni plan, el equipo de Koeman era ya un juguete roto a manos de una Juventus que no precisó hacer un partido redondo, que se bastó con el orden, con la combinación y la posición. Simple estrategia en la que Pirlo dio una clase maestra al entrenador holandés del Barça, que acabó la noche hundido y señalado.
Tan señalado como queda este Barcelona que volverá a los octavos de final pero acudiendo por la puerta de atrás y despertando las peores sensaciones posibles. Una pesadilla en toda regla.