Así da gusto empezar

BARCELONA (EFE) -- El Getafe inició su segunda temporada en Primera a lo grande, sorprendiendo en Montjuic a un Espanyol (0-2) tan débil en defensa como inoperante en ataque, dubitativo pese a las expectativas que ha despertado el nuevo equipo de Lotina.

El conjunto de Schuster rompió todos los pronósticos apelando a sus genes, cumpliendo un partido muy serio, sin dudas en ninguna de sus líneas, frente al Espanyol de Lotina, que prolongó su pésima racha de pretemporada, siete derrotas y dos empates, con una nueva decepción ante su público.

Con unas piezas en teoría más débiles, Schuster ganó la partida a Lotina de arriba a abajo. El Getafe estuvo más fuerte físicamente, pero además supo anular a los creadores del Espanyol y sacar petróleo de los errores de su rival, demasiado descoordinado en la retaguardia.

Desde el pitido inicial quedaron muy bien repartidos los papeles: el Getafe renunció al balón, se plantó pulcramente en el campo y se dedicó a esperar al Espanyol.

El equipo madrileño es un bloque áspero, tan falto de brillo como carente de fisuras y que ha ganado en confianza con la llegada de Bernd Schuster al banquillo. Se ha sacudido el miedo del principiante y sabe muy bien cuáles son sus limitaciones y sus armas. Juega a la italiana, cortando sin miramientos el juego del rival y encomendándose al talento de Riki, Gavilán o Güiza a la hora de marcar goles.

Al Espanyol no le quedó otra que armarse de paciencia, mover el balón y buscar el hueco en la muralla del Getafe. Pero no estuvo astuto el equipo de Lotina, sobre todo en la primera mitad, porque jugó más en horizontal que en vertical y no se dio cuenta de que la creatividad pasa por conectar con Iván de la Peña o Juanfran, los más talentosos del equipo.

Ambos aparecieron con cuentagotas. De la Peña, obligado a bajar al círculo central para tocar el balón y Juanfran, intentando hacer suya la banda izquierda.

Sólo a través de los balones largos pudo el Espanyol poner en aprietos al Getafe. Lo hizo Tamudo, cuando en el minuto 22 peinó una falta de De la Peña, y lo repitió a la media hora de juego, cuando peleó un pase largo de Costa que estuvo a punto de colarse en la portería de Luis García.

Si el Espanyol estuvo obtuso en ataque, tampoco hiló fino en defensa. De manera incomprensible, los dos pivotes, Ito y Eduardo Costa, recularon cuando el Getafe quería armar su juego, lo que dejaba al equipo blanquiazul desarmado y a la intemperie, a merced del acierto de sus dos centrales, Lopo y Pochettino.

Ito, indiscutible la pasada temporada, y Costa, uno de los fichajes estrella, cumplen la misma función, por eso el Espanyol jugó con un cromo repetido durante buena parte del partido, por eso al cuadro catalán le costó tanto trazar un fútbol competitivo y peligroso.

Y a medida que caían los minutos de juego, el Getafe salía de la madriguera. Habían visto los de Schuster que podían llegar al borde del área de Kameni con suma facilidad, en apenas dos pases, o incluso conduciendo el balón plácidamente ante los desajustes de su rival.

Como si se tratase de otro partido, Espanyol y Getafe tiraron el guión a la basura en la reanudación. El choque se abrió, ganó en atractivo y se llenó de alternativas, sobre todo del Espanyol.

Lotina cambió las bandas, Juanfran por la derecha y Zabaleta por la izquierda, y la maniobra pareció milagrosa. El equipo estuvo más vivo, Juanfran apareció mucho más y el gol estuvo a punto de llegar a los cinco minutos, en un remate a bocajarro de Ito que se fue al palo.

Pero el fútbol es caprichoso, y el premio le tocó al Getafe. En uno de sus ataques, tan escasos como peligrosos, Gavilán sacó partido de la falta de coordinación de Ito y Costa, se paseó por la frontal del área y sorprendió a Kameni con un disparo seco y potente.

El gol dejó aturdido al Espanyol. Lotina intentó resucitar a su equipo retirando a un decepcionante Costa para dar entrada al vivaz Coro. El equipo catalán renunció definitivamente a la banda izquierda y se puso en manos de Juanfran, cuyas intervenciones eran sinónimo de peligro

Mientras, el Getafe se mantuvo impasible. Cómodo en su papel, con 0-1 en el marcador, ganó en autoestima y se atrevió incluso a pedir el timón del partido.

Así logró su segundo gol, en una internada por la banda izquierda de Gavilán que Riki envió a la red de Kameni ante la dejadez de la defensa españolista, que sólo pudo reclamar falta a Lopo o un posible fuera de juego de Riki.

Frágil por naturaleza, el Espanyol acabó por hundirse. Jugó sin orden ni concierto, nervioso y desdibujado, invitando a su rival a aprovechar sus enormes lagunas defensivas, entregado a una remontada imposible en medio de las críticas de la afición, que se las prometía felices después de una temporada tan ilusionante como la pasada. En ningún momento dio la impresión de reengancharse al partido, ni siquiera de ofrecer un final emocionante.

Ni el Espanyol esperaba un arranque tan decepcionante ni el Getafe un partido tan placentero: en la primera parte se limitó a aguantar el tipo, pero en la segunda, disfrutó como si fuese un equipo veterano en la categoría, sin sufrir demasiado en defensa y lanzándose muy alegremente al contragolpe, dejando un aviso para quien lo quiera recoger, que ya no es el novato de la clase, que no será nada fácil ganarle porque ya es un miembro de pleno derecho de la Primera división.