Está en el lugar donde quería estar

BARCELONA (EFE) -- El equipo español Barcelona luchará por la gloria europea en París al hacer valer el gol logrado por Giuly en el encuentro de ida y tras empatar en el Camp Nou frente al Milan (0-0), con lo que disputará su quinta final de la UEFA Champions League, una cita a la que faltaba desde hace 12 años.

El alegre estilo de los barcelonistas les llevará al último peldaño del escalafón europeo, donde les esperará el próximo 17 de mayo el Arsenal, su rival en el partido que soñaba el barcelonismo desde hace mucho tiempo.

En un partido que olía a final, el Barcelona ofreció su registro más práctico. Se agarró al fútbol de Iniesta, de nuevo magnífico, a la magia de Ronaldinho y al oficio de un grupo de jugadores que sabían que se la jugaban.

Ni un riesgo quiso correr el Barca desde el principio. Presionó a la defensa milanista en campo contrario y jugó con los nervios de los lombardos, quien intentaron un fútbol demasiado directo, sin la intervención de sus jugadores mejores dotados para la construcción, como Kaká y Pirlo.

La emoción se vivió desde el primer minuto en un partido que destilaba sensaciones de gran final. Con 40 segundos jugados, el Milan ya había rematado a puerta. Kaká se aprovechó de un falta de atención de Van Bronckhorst y remató fuera. El Barca respondió de inmediato con una gran acción de Eto'o, que disparó sobre el cuerpo de Dida (m.3).

La excelencia de Iniesta, perfecto en la colocación, en la dirección, en la conducción y hasta en la recuperación, le dio muchas opciones a su equipo, que se apoderó del balón, fiel a su estilo.

Tal vez al Barca le faltó la participación de Ronaldinho, encajonado en la izquierda entre Stam y Gattuso, y el acierto de Eto'o, que tuvo tres electrizantes llegadas en los primeros 20 minutos.

Precisamente, en una jugada del camerunés, tras un robo de Deco, Eto'o estuvo a punto de marcar, pero Costacurta (40 años), estandarte de una veterana defensa de 35 años de media, sacó el balón a medio metro de la línea de gol.

El partido era intenso y todos los problemas del Barca llegaban por la banda derecha, donde Ronaldinho no seguía a Stam con la idea de sorprender a la contra. Era una celada preparada por Rijkaard, que no acababa de funcionar.

La primera llegada del brasileño fue en un disparo lejano (m.21), que respondió Shevchenko con un remate a la lateral de la red (m.22). En la parte final del primer tiempo, la posesión del balón se equilibró, pero el Barcelona tenía más llegada.

Oxigenados por Deco, sustentados en Iniesta, los azulgrana sólo sufrían cuando entraba en acción Kaká y el brasileño lo hizo en cuentagotas. Un tiro cruzado de Belleti (m.29), que encontró muy bien una diagonal ofrecida por Giuly, un disparo lejano de Deco (m.40) y una amarilla a Costacurta fue lo que ofreció el partido antes del descanso.

Consciente de que tenía que forzar la máquina, el Milan salió algo más decidido en la segunda parte y en el minuto 50, Shevchenko obligó a Valdés a intervenir por primera vez, pero fue mucho mejor la triangulación que propició una gran oportunidad de Belletti.

Un magnífico pase al hueco de Ronaldinho a Giuly y un servicio de éste a Belleti no fue aprovechado por el lateral en una ocasión inmejorable (m.54).

En el minuto 64, Ancelotti decidió poner en juego a Cafú para aprovechar los huecos por la banda izquierda barcelonista. Rehizo el dibujo el Milan y también Rijkaard, que puso a Eto'o para tapar las incursiones del carrilero brasileño.

Para entonces, los lombardos ya se habían hecho con la situación. Larsson sustituyó a Giuly y Rui Costa a Gattuso en el 68, pero el Barcelona necesitaba el balón, porque ya no lo tenía. Un gol anulado a Shevchenko, en el minuto 69, sembró el pánico en el Camp Nou.

Larsson tuvo la oportunidad de acabar con la incertidumbre, pero no acertó en un espléndido remate de cabeza tras centro de Eto'o (m.75) y a partir de entonces, el partido enloqueció. El Milan porfió ante una defensa local prácticamente individual.

Con Ronaldinho y Larsson en punta y Eto'o de marcador de Cafú, el Barcelona sabía que tenía que aprovechar alguna contra, pero, sobre todo, crear espacios y mantener la posesión del balón.

Y así fue. Tocando y tocando, los de Rijkaard se fueron sintiendo cada vez más cerca de París. Apenas sufrió el Barcelona cuando Ancelotti ordenó un arreón final. Los catalanes se sabían mejores y se clasificaron para su quinta final, después de las perdidas en Berna (1961), Sevilla (1986) y Atenas (1994), el barcelonismo espera que el 17 de mayo en París se repita la historia vivida un 20 de mayo de 1992 en Wembley.