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Lamine Yamal: El niño de oro

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¿Lamine Yamal se acerca al Balón de Oro? (3:22)

El jugador del Barcelona marcó un doblete en la victoria de España ante Francia en Nations League. (3:22)

Lamine Yamal no pelea con Dembélé el Balón de Oro, porque hoy no existe futbolista más completo e imparable como el español, que con galardón o sin él ya es el nuevo rey del futbol.


“Hace mucho tiempo que no encendía la tele para ver a un jugador y con él lo hago. Te hace disfrutar”.

La frase corresponde a Marc Cucurella, pero bien se le puede adjudicar a cualquier aficionado que, más allá de los colores, es capaz de apreciar el talento y la magia de un futbolista.

Lamine Yamal está convertido en aquella figura que describe el escritor uruguayo Eduardo Galeano en su libro ‘El futbol a sol y sombra’: “Desde que aprende a caminar, sabe jugar… Sus artes malabares convocan multitudes, domingo tras domingo, de victoria en victoria, de ovación en ovación.

“La pelota lo busca, lo reconoce, lo necesita. En el pecho de su pie, ella descansa y se hamaca . Él le saca lustre y la hace hablar, y en esa charla de dos conversan millones de mudos”.

La irrupción de este chico cuando tenía 16 años y de inmediato le mostró al mundo sus virtudes, es uno de esos fenómenos que ocurren muy de vez en cuando en el balompié.

Hoy tiene 17 y juega como un adulto, evoluciona a pasos agigantados, no para de sorprender y ha provocado un consenso en el mundo del futbol que ya lo ve como el mejor jugador del planeta.

Fuera de la cancha, sin ser irresponsable, sí que es desenfadado, atrevido y no teme decir lo que piensa: “si quieren que nos lo juguemos el jueves a un partido, nos los jugamos”, dijo hace algunos días cuando le cuestionaron por la pelea rumbo al Balón de Oro que lo enfrenta con Ousmane Dembélé.

Y más allá de que el español ganó claramente el duelo al marcar un doblete y sellar el pase a la final de la Nations League, hoy en día es imposible compararlo con algún otro futbolista: ni Mbappé, ni Vinícius, ni Foden, ni Salah, ni Palmer, ni nadie tiene el desequilibrio, la consistencia y la capacidad de definir un partido como Lamine.

Como bien expresó Cucurella, resulta imposible no disfrutarlo: un regate, una asistencia, un gol, una escapada a velocidad, un cambio de ritmo o cualquiera de los trucos que guarda en la chistera obligan a seguirlo, a estar pendiente de su siguiente acto de magia.

Así que Yamal no pelea con Dembélé, este chico de oro ya tomó la estafeta que dejó Messi al marcharse al pre retiro en la MLS y está dominando el juego, obligando a la gente a prender el televisor y provocando el gozo de propios y extraños.

Es el nuevo rey del futbol. ¡Larga vida al rey!