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Diez años y una selección distinta: el aniversario del partido que despidió a la selección rumbo a Sudáfrica 2010

El calendario marca que pasó hace diez años, pero lo que no dice es que también era otra selección. Es verdad, el día que Uruguay jugó el amistoso previo al Mundial contra Israel, un 26 de mayo de 2010, tenía casi los mismos nombres que el equipo que viajó a Sudáfrica. Era casi el mismo que obtuvo un cuarto puesto y con ese hito aseguró la continuidad del proceso del Maestro Tabárez, que luego fue campeón de América en 2011 y se convirtió en el hombre que reunió a la generación que devolvió la Celeste a la gente.

Pero esa era otra selección. El día que Uruguay jugó ese amistoso, aunque ganó 4-1, no era todo color de rosas. Esa era más bien la selección que clasificó justito al Mundial, después de salir quinto y ganar sufriendo contra Costa Rica, en un repechaje que terminó más ajustado de lo que parecía.

Era la previa del Mundial pero también algo así como una despedida. La clasificación al máximo torneo permitía a Tabárez dirigir a sus muchachos, pero si el desempeño terminaba siendo regular, parecía el final de su tiempo al mando de la selección.

La Celeste goleó pese a jugar a media máquina, en un partido amistoso que sirvió de ensayo y de despedida de la hinchada, a 15 días del debut en el Mundial, frente a Francia.

En el inicio, Uruguay intentó jugar la pelota con seguridad y paciencia, tratando de mejorar lo mostrado en los últimos partidos de las eliminatorias sudamericanas, donde la falta de posesión y los nervios fueron acompañantes permanentes.

Ya en el anterior partido amistoso, cuando Uruguay superó 3-1 a Suiza de visitante, la Celeste se mostró más claro y cuidadoso para el manejo de la pelota.

Esta vez, frente a una selección israelí motivada, pero con carencias en la marca, Uruguay ofendió una y otra vez por las bandas, aprovechando la velocidad y ambición de los Pereira, Maxi por derecha y el Palito por izquierda quienes fueron un problema sin solución para la defensa rival.

Cuando los equipos recién calentaban motores, Ignacio González hizo una gran habilitación por arriba para Forlán, que la bajó con sutileza en el medio del área y la tocó suave para marcar el primer gol.

La selección de Israel logró el empate tras una buena combinación por la banda derecha y la definición de Lior Refaelov, que tiró cruzado y venció la resistencia de Muslera.

Tocados por el gol recibido, los jugadores le imprimieron más velocidad al juego y se fueron decididamente a buscar la ventaja, alentados por los 50.000 uruguayos que colmaron el Centenario.

No demoró el segundo gol. Suárez apiló rivales y sacudió la pierna izquierda, su potente disparo pegó en el travesaño, pero Palito Pereira recogió el rebote y la mandó al fondo de la red.

Abreu, que junto a Forlán serían los únicos en repetir Mundial tras participar en Corea y Japón 2002, marcó los otros dos goles.

Antes del partido, el entonces presidente uruguayo, José Mujica, le entregó al capitán y su suplente, Diego Lugano y Diego Forlán, respectivamente, la bandera uruguaya para izar en la concentración de la Celeste durante el Mundial, en la ciudad sudafricana de Kimberley.

Ese día, casi todo era igual que después del Mundial pero luego todo fue diferente. Quizá fue ahí donde Uruguay dejó de ser el equipo que ganaba con lo justo y empezó a ser el que ganaba porque era justo.