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La trayectoria del histórico periodista uruguayo Diego Lucero

Luis Alfredo Sciutto fue un futbolista uruguayo que bajo el seudónimo de ‘Diego Lucero’ se destacó en el periodismo deportivo, pudo presenciar 15 Copas del Mundo (fue el único en cubrir todos los Mundiales desde 1930 a 1994) y se convirtió en una referencia latinoamericana.

Sciutto nació el 14 de junio de 1901 en el barrio Bella Vista de Montevideo y jugó en los clubes Suárez, Lito, Bella Vista y Nacional según describió Diego Zelonka en el artículo ‘Diego Lucero, un personaje mundial’ (publicado en abril de 2017 en el Centro para la Investigación de la Historia del Fútbol). E incluso se puede encontrar en la web oficial de la Asociación Uruguaya de Fútbol la información de que Sciutto defendió dos veces a la selección uruguaya en 1925.

“Primero le prestó su cuerpo al instinto para que el juego se convirtiera en una posibilidad de disfrute. Cuando terminó de entenderlo con los pies pasó al terreno de la reflexión, donde logró que la pasión fuera cómplice de la poesía”, relata el escritor y ex futbolista Jorge Valdano en la solapa de la colección de Crónicas del viejo Montevideo (2008) del ya fallecido periodista uruguayo.

Según narra el investigador y docente Niall Binns en el número 5 de la revista Letral (2010), Sciutto primero firmaba sus crónicas deportivas como “Wing” y décadas más tarde se haría querido y admirado con otro seudónimo, Diego Lucero. Trabajó como periodista en El País, El Pueblo y El Nacional de Montevideo y en Crítica y Clarín de Buenos Aires, donde se radicó en 1935. Entrevistó a gente tan diversa como Federico García Lorca, Luigi Pirandello, Benito Mussolini, Joseph Goebbels, Francisco Franco y Juan Domingo Perón.

Lucero, o Wing, o Sciutto, confesó alguna vez que en cada viaje estaba interesado en reflejar la situación política, social y cultural de cada país. Además de viajar a Italia para asistir al Mundial de 1934, también dijo presente en los Juegos Olímpicos de 1936 disputados en Berlín y desde allí partió a España para cubrir la Guerra Civil, cobertura reflejada en el libro ‘Cartas de la guerra’.

"El Diario El Día" de La Plata rememoró que Lucero, cuando terminó el conflicto bélico español, pensó aliviado que volvería a Argentina, pero desde el periódico Crítica le avisaron: “Quedate un tiempito más, para ver qué pasa, porque Alemania invadió Polonia…”. Había empezado la Segunda Guerra Mundial y el periodista se quedó en Europa hasta 1945 compartiendo trincheras con Hemingway y Saint-Exupéry, entre otros corresponsales. “Menos a Hitler…entrevisté a todos” llegó a comentar el montevideano.

De todas maneras su pasión continuó siendo el deporte y comentaba los partidos en su columna semanal Minuto 91, creando un estilo propio, con prosa colorida, sabia, traviesa y con mucho lunfardo. Según Zelonka, “el lector se adentraba fácilmente con la pizca de fantasía en medio de tantas realidades y emociones”.

Todo mientras recorría el mundo con la pelota como gran excusa viajando cada cuatro años a dónde la FIFA lo indicara. Presenció cómo Inglaterra pudo ganar su primer y único mundial; se maravilló en México primero con el sensacional Brasil de 1970 y luego con el extraordinario Maradona de 1986. Vio cómo Italia y Alemania imponían su temperamento y también cómo Hungría en 1954 y luego Holanda veinte años después pasaban a la historia a pesar de ser vice campeonas.

Es incalculable la cantidad futbolistas a los que pudo disfrutar y valorar en una Copa del Mundo. Vivió in situ el Maracanazo de 1950, triunfo uruguayo que así calificó: "Esa hazaña no tiene parangón. Es imposible imaginar en el fútbol algo parecido. Los futbolistas uruguayos alcanzaron la gloria con la que sueñan alguna vez todos aquellos que tuvieron un balón en los pies".

Entre sus libros se destacan ‘Déjala Juan, anécdotas deportivas’ (1932), ‘Roberto Noble, un gran argentino’, ‘Siento ruido de pelota’ (1975) y ‘10.000 horas de fútbol’ (obra póstuma editada en 1996). Entre tantos galardones recibió la Orden del Mérito Deportivo de la FIFA.

“Me sorprende la minuciosidad de orfebre para encontrar la palabra exacta y nuestra, pero admiro, sobre todo, la capacidad para darle vuelo a sus reflexiones sin despegar los pies del suelo. Cada crónica que escribía portaba un germen lírico y barrial”, llegó a comentar Jorge Valdano sobre Lucero.

Incluso Valdano cita a Lucero en el capítulo ‘El poder de la palabra’ de su libro ‘Los 11 poderes del líder’ (2013):

“¿Hasta qué punto el fútbol necesita de la palabra? Hace varios años leí una crónica del gran periodista uruguayo Diego Lucero que guardo en algún rincón de la memoria. Hablaba de un partido sin mayor trascendencia que enfrentaba a Temperley con Newell's Old Boys y en el que ocurrió algo especial: De Marta, jugador sordomudo de Temperley, convirtió un gol y salió corriendo a celebrarlo. Como un loco. La felicidad fue tal que, contaba Lucero, De Marta se lanzó histérico sobre un micrófono a gritar: ‘¡Mamá... gol!’. Lucero terminaba el relato diciendo: ‘Se oyó clarito’. Yo le creí siendo un niño y, lo que es mucho peor, le sigo creyendo ahora. ¿Cómo no vas a gritar cuando metes un gol? Qué más da que seas sordomudo... Con esta hermosa historia, doy por comprobado el poder de la palabra. Y también el poder del gol”.

El Mundial de Estados Unidos 1994 tuvo la fortuna de haber sido el último comentado por las palabras de Lucero. Fallecido el 3 de junio de 1995, el ex futbolista y escritor uruguayo se había dado cuenta de la suerte de saber escuchar a la pelota sin que importase el torneo o rincón del mundo donde ella comenzase a rodar.