Hace ya más de un mes, el árbitro árabe Ali Bujsaim pitaba el final del partido frente a Suecia que dejaba a Argentina afuera del Mundial de Corea del Sur y Japón. En un día que recién arrancaba, para los argentinos se terminaba inesperadamente el sueño de ser campeones del mundo que muchos habían convertido en realidad antes de tiempo.

El equipo de Marcelo Bielsa protagonizaba una gran decepción al no poder siquiera pasar la primera ronda. Negar esto sería un despropósito, como también lo sería obviar que durante cuatro años la selección fue un espacio de trabajo, esfuerzo, concentración, seriedad, talento, tranquilidad, como elementos indispensables para la alta competencia, y como virtudes que nunca abundaron en nuestra historia futbolística.

Al presidente de la AFA, Julio Grondona, le llegó la hora de elegir al hombre que conducirá a la selección de aquí en más, y parece que el elegido será, nuevamente, Marcelo Bielsa; extrañamente, cuando la relación entre ambos no pasa por un buen momento.

¿Acaso Grondona no estuvo en Japón? ¿Perdió la memoria y se olvidó de que Argentina no pasó la primera ronda? No, se trata de tener sentido común y ser coherentes - algo difícil en los tiempos que corren - para darle continuidad y otra oportunidad a alguien que hizo méritos suficientes para demostrar que puede estar al frente del equipo que concentra la mayor atención deportiva del país.

Bielsa merece otra oportunidad porque trabajó obstinadamente para lograr un equipo que nos hiciera sentir orgullosos, recomponiendo la estropeada relación con la gente y la prensa de la era Passarella.

Bielsa merece otra oportunidad, pero no porque sea un referente actual de la opinión pública - carente de seriedad, ética y responsabilidad - sino porque, justamente, esas cualidades son indispensables para dirigir un plantel de alta competencia, y no abundan los técnicos que concentren dichas virtudes.

Bielsa merece otra oportunidad porque ningún técnico puede garantizar ser campeón del mundo, pero él puede sumar a todas sus virtudes, la experiencia adquirida a partir de los errores cometidos en el último mundial.

Bielsa merece otra oportunidad, porque hubo una situación innegable que hubiera echado por tierra cualquier planteo táctico: el plantel no llegó en su mejor momento. ¿Quién hubiera dejado a Verón afuera sin siquiera debutar? Bielsa le dio su oportunidad y cuando vio que no rendía, el símbolo de su equipo durante cuatro años, fue al banco. Batistuta y Crespo, escasos de gol; Ortega, falto de inspiración, una defensa improvisada y un sector izquierdo que alternó alzas y bajas con el Kily González y el Piojo López. Las aparentes estrellas llegaron estrelladas a Japón, mucho antes del minuto cero ante Nigeria.

Y el Loco siempre había reconocido que su función y el éxito de su trabajo como conductor iba a estar supeditado al rendimiento y al momento de sus jugadores. Y los tiempos le jugaron una mala pasada, pegándole un cachetazo injusto a alguien que trabajó intensamente por la selección argentina.

Bielsa merece otra oportunidad porque vale también mirar al exterior y sentirse reconfortado al escuchar que al técnico argentino Héctor Cúper, el Inter le renovó el contrato después de haber perdido el campeonato en la última fecha cuando llegaban punteros.

Y más aún cuando la historia del Manchester United, uno de los clubes más importantes del mundo, cuenta que estuvo 25 años sin ganar la Premier League inglesa; para eso contrató en el año 1986 a Alex Ferguson, quien, finalmente, volvió a sacarlo campeón...pero después de siete años.

Bielsa merece otra oportunidad porque el mismo técnico campeón del mundo, el brasileño Luis Felipe Scolari, reconoció semanas después de su consagración haber "copiado" al técnico argentino en su totalidad.

Bielsa merece otra oportunidad, aún cuando ésta demande el consenso de casi todo un país, porque, justamente, las segundas oportunidades se otorgan después de un fallo final pero como estímulo a un gran trabajo realizado en el camino.