Se tuvo que recurrir entonces a la definición desde la corta distancia, pero antes de que los ejecutores comenzaran a asumir su responsabilidad la alegría era desbordante donde estaba la parcialidad boquense. Los remates certeros de Alfredo Moreno, Beto González, Omar Pérez, Hugo Ibarra y Caneo sirvieron para intensificar esa alegría de los comandados por Carlos Bianchi.

El dolor inmenso de River resultó inevitable a pesar de la puntería de Fernando Cavenaghi, Esteban Fuertes y Nelson Cuevas, porque Víctor Zapata tiró desviado. El primer tiempo fue electrizante, sin respiro, con emociones fuertes en los dos arcos y con dos goles para cada grande. River fue el primero en acertar y de ninguna manera se puede considerar una casualidad que el autor de la conquista haya sido el paraguayo Pipino Cuevas.

Daniel Ludueña aportó el toque corto y preciso y Cuevas metió un zurdazo estremecedor desde 25 metros que penetró arriba y a la izquierda del vuelo de Cristian Muñoz. Pareció que River había encontrado rápidamente el calmante que necesitaba para contrarrestar que ventaja estadística de Boca, pero el equipo de Bianchi metió dos golpes de los más dolorosos, uno muy seguido del otro, el empate a cargo de Caneo y el desequilibrio que consiguió Moreno. La conquista del pibe Caneo se dio cuando el armador pasó al ataque en forma vertiginosa, se llevó el balón que le cedió Moreno y definió hacia el poste derecho, el que descuidó Buljubasich cuando intentó el achique. El santiagueño sacó ventaja de chilena, tras recibir la pelota que valiéndose del mismo recurso le mandó el capitán Ibarra.

En esos dos tantos de Boca mucho tuvo que ver el desacople entre la pareja de centrales que estrenó el chileno Manuel Pellegrini, la compuesta por Horacio Ameli y Martín Demichelis, quien volvió a llevar el brazalete que durante años se repartieron entre Leonardo Astrada, Angel Comizzo y Celso Ayala. River trató de salir cuanto antes de esa situación tan desagradable, de estar una vez más por debajo de Boca. El amor propio y la velocidad de Cuevas fue clave en esa reacción y Cavenaghi también fue importante al dar otras muestras de su capacidad como delantero.

El Torito ejecutó un tiro libre y la pelota pegó en el ángulo, pero River insistió. Cabeceó Guillermo Pereyra y resistió Muñoz; rechazó como pudo César González desde el piso, pero apareció, Eduardo Coudet e igualó el marcador. El primer período siguió con emociones abundantes y una corrida de Matías Donnet terminó con un envío en el travesaño. Boca también dispuso de chances para ganar el parcial, pero en un cabezazo descendente de Pereyra fue despejado por Muñoz y otro de Cuevas fue salvado por Javier Villarreal sobre la línea decisiva.

La segunda etapa fue interesante, emotiva, también digna de un superclásico. El conjunto de Nuñez continuó con sus sed de triunfo y buscó la única solución que le servía en la red de Muñoz. Pipino elaboró otra jugada estupenda, eludió a Diego Crosa, pasó la pelota entre las piernas de Beto González y resolvió con potencia y convicción ante la salida de Buljubasich. El Boca muletto procuró la paridad y le dio algunos sustos a Buljubasich y los suyos, en especial por la movilidad de Moreno, pero faltaba penetración. River quiso consolidar la victoria mediante algún contraataque, pero el tanteador parecía inmodificable. Al final el festejo fue boquense y el dolor inconmensurable quedó para River.

SINTESIS DEL PARTIDO