"Si el próximo fin de semana se producen hechos graves quedarán muy pocos argumentos para seguir jugando", dijo el secretario de Seguridad Interior, Juan José Alvarez.

La violencia en el fútbol argentino provocó la muerte de cuatro personas en lo que va de año, lo cual dejó al fútbol al borde de la suspensión y en evidencia a dirigentes, policías y funcionarios judiciales que no ponen en vigencia las leyes que existen al respecto, aprobadas en la última década, signada por la tragedia en los estadios y sus alrededores.

Tras los enfrentamientos entre hinchas del Chacarita Juniors con los del Boca Juniors y los del Nueva Chicago con los del River Plate, el pasado fin de semana, las autoridades del gobierno anunciaron que se dictarán nuevas normas, pero sin explicar las razones por las cuales no se aplican las que ya existen.

También se anunció que se propondrá al Parlamento la sanción de una ley que condene a cadena perpetua el asesinato por "odio deportivo", iniciativa que provocó la sorpresa de prestigiosos juristas, que la rechazaron.

No obstante las cuatro muertes ocurridas en incidentes vinculados al fútbol en el último mes, el gobierno consideró necesario la continuidad de los torneos profesionales y anunció también que serán reforzadas las operaciones de seguridad y que de producirse nuevos choques entre hinchas y con la policía se paralizará la actividad futbolística profesional.

Con la intención de atenuar el ambiente de tensión que existe entre los simpatizantes del Boca y el River, los presidente de ambos clubes anunciaron que ambos equipos, que se enfrentarán el domingo en el estadio "La Bombonera", saldrán juntos al campo.

Pero en las últimas horas distintas versiones indican que el núcleo de la hinchada boquense, integrado por aficionados que poseen antecedentes en riñas y hechos violentos, no iría al estadio por temor a que la policía efectúe una operación sorpresa para detenerles.

También se estima que algunos de los caracterizados hinchas del River Plate, conocidos por los dirigentes del club y la policía por sus tropelías en los estadios, se quedarán en sus casas y no irán a ver el superclásico.

El miedo de los aficionados a acudir a los escenarios deportivos provocó el domingo pasado un pronunciado bajón en la cantidad de espectadores para un partido del Boca Juniors, el equipo más popular de Argentina, ya que en el estadio del San Lorenzo, donde jugó ante el Chacarita Juniors, sólo 5.000 aficionados pagaron la entrada.

El presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Julio Grondona, dijo esta semana desde Suiza que para erradicar la violencia en el deporte de su país "deben aplicarse medidas con la mayor rigidez" posible.

De todas maneras, Grondona reconoció que no ha logrado hacer cumplir los reglamentos en ese aspecto en los propios clubes desde que tomó posesión de su cargo hace 23 años, período durante el cual han muerto más de cien personas en incidentes relacionados con el fútbol.

Una encuesta publicada por el matutino La Nación indica que el 48 por ciento de las personas que viven en la capital argentina y sus alrededores opina que Grondona debe renunciar a su cargo por su responsabilidad en estos hechos.

Como consecuencia de los acontecimientos recientes, un juez de la provincia de Buenos Aires prohibió el pasado miércoles a veintitrés hinchas del Racing Club asistir a los estadios de fútbol.

Esta es la primera medida concreta que se conoce tras la intervención del Gobierno en su intento de detener la tragedia que conmueve al fútbol.

La medida fue dictada por el juez de la ciudad bonaerense de Avellaneda, Julio Battafaro, e involucra a 23 hinchas del Racing que fueron detenidos el pasado viernes y posteriormente liberados el último martes.