La Azzurra, más gris que nunca

La Selección italiana empató por 1 a 1 con Yugoslavia. El resultado fue justo, porque Italia jugó muy mal a pesar de la condición de local y el encuentro fue muy pobre. El partido del miércoles en Gales podría ser decisivo por la continuidad del entrenador Giovanni Trapattoni

NO PUDO METERLA: El goelador Filippo Inzaghi no pudo convertir como lo viene haciendo en el Milan. (AP)
ROMA -- La Selección italiana de fútbol hospedó a Yugoslavia en el estadio San Paolo de Nápoli, pero no logró vencerla y tuvo que conformarse con un pobre empate por 1 a 1, con goles de Mijatovic y Alessandro Del Piero. Se trataba de un partido fundamental, por varias razones, y por eso el resultado parece aún más negativo.

En primer lugar, los eslavos son los rivales más peligrosos del Grupo 9, que también incluye a Gales, Finlandia y Azerbaigián y que clasificará una sola formación para la Eurocopa 2004 (los segundos deberán jugar un desempate). Además, Giovanni Trapattoni y sus muchachos tienen una doble tarea pendiente: por un lado, hacerles olvidar a los aficionados italianos el fracaso mundialista, y en segundo orden tratar de trasladar al "equipo de todos" los progresos en cuanto a buen juego y espectáculo que están mostrando los clubes, especialmente Milan y Juventus.

En este sentido, más allá del empate, la sensación fue la de un fracaso total. El resultado no es satisfactorio, y abre profundos interrogantes ya que la clasificación ahora podría complicarse, especialmente en caso de otro resultado negativo en Gales, el miércoles venidero.

El nivel de juego, por su parte, directamente fue espantoso, a pesar del espectacular marco que entregó el público napolitano: el partido fue aburrido, trabado y mal jugado, con la complicidad de un terreno de juego en pésimas condiciones, que dificultó la tarea de aquellos (pocos) que quisieron jugar la pelota a ras del piso.

LOS CAMBIOS TÁCTICOS
Decíamos de la necesidad de trasladar a la selección azzurra cuanto de bueno muestran en campeonato y en Champions League Milan y Juventus. No es casualidad, entonces, que Trapattoni, fuertemente cuestionado por una buena porción de la prensa especializada italiana que reclama a los gritos - o mejor dicho, con titulares formato catástrofe - su despido, haya decidido enfrentar este trascendental compromiso con una formación prácticamente inédita, modelada alrededor de Andrea Pirlo, el hombre que encarna la "revolución futbolera" de Milan, tratando de repetir el módulo de juego del equipo más "hablado" de Italia.

También hay que decir que Trapattoni se encontró ante la dificultad con los cartuchos contados: las lesiones de Francesco Totti, Christian Vieri, Luigi Di Biagio y Francesco Coco lo dejaron con muy pocas posibilidades de elección.

Entonces el Trap volvió a la defensa a cuatro, con los experimentados Christian Panucci, Fabio Cannavaro y Alessandro Nesta y el joven Luciano Zauri como marcador izquierdo. En la zona central, copió el "rombo" milanista, con Pirlo en el vértice bajo y Cristiano Doni detrás de las puntas. Curiosamente, Gennaro Gattuso, que en Milan juega por derecha, fue corrido sobre la franja opuesta, para dejarle su lugar preferido a Damiano Tommasi. Adelante, los dos delanteros más contundentes del momento: Filippo Inzaghi - 15 goles en 9 partidos - y Del Piero. Lamentablemente, no alcanza con soplar para hacer botellas, así como no alcanza con poner las "figuritas" en la cancha para conseguir un equipo.

En primer lugar, el estado de la cancha, realmente lamentable y muy pesado luego de una semana de lluvias continuas, atentó contra cualquier tentativo de juego preciso y veloz. Pirlo trató de armar como lo está haciendo en su club, pero mientras en Milan Seedorf, Rui Costa, Rivaldo o Tomasson le ofrecen, con un movimiento constante, varias alternativas de descarga, en la selección nadie se movía, y él terminó dialogando casi exclusivamente con su compañero Gattuso, un jugador con garra y dinámica pero sin las cualidades necesarias para manejar eficazmente el balón, quien además, como quedó dicho, se encontraba fuera de su posición natural.

Pero el problema peor fueron Doni y Del Piero. Estos eran los jugadores que, en las intenciones del técnico y por sus características técnicas, debieron haberse juntado con Pirlo para tejer las tramas del juego italiano. Muy por el contrario, Doni casi ni apareció, perdido en una posición que evidentemente le pesa - en su equipo, Atalanta, juega como volante por izquierda y no de enganche - y aplastado por la responsabilidad.

Para colmo de males, a mediados del primer tiempo se torció un tobillo, y si bien aguantó en la cancha hasta el entretiempo, la lesión terminó de marginarlo del juego. Del Piero, por su parte, pareció jugar siempre por sí mismo ante que en función del equipo: esperaba inmóvil arriba, se dejaba anticipar permanentemente, y cuando lograba controlar el balón buscaba la jugada personal en lugar del juego asociado.

El resultado maduró en ese primer tiempo: primero un grosero error defensivo de Nesta - demostró en la ocasión una intolerable presunción - lo dejó a Mijatovic "cara a cara" con el arquero Buffon, y el veterano delantero no desperdició el regalo; luego Del Piero, con la complicidad de una desviación de la barrera, que dejó al arquero sin reacción, transformó un tiro libre desde unos 20 metros para estampar la igualdad. Tuvo mucha suerte, Italia, en esa circunstancia, y asusta pensar que hubiera pasado si no hubiese encontrado el empate tan rápida y afortunadamente.

TRES DELANTEROS EN EL SEGUNDO TIEMPO
La lesión de Doni lo obligó a Trapattoni a cambiar otra vez esquema en el segundo tiempo. En lugar del volante ingresó otro delantero, Vincenzo Montella, pero la historia no cambió. Muy por el contrario, el partido se volvió aún más aburrido, con Yugoslavia encerrada en defensa, despejando con facilidad los largos pelotazos italianos y tratando de lanzarse en contraataque. De hecho, los visitantes tuvieron la jugada de gol más clara, y el arquero Buffon salvó a su equipo de la derrota con una atajada prodigiosa sobre un disparo a quemarropa de Darko Kovacevic.

Con el pasar de los minutos, y a pesar del constante aliento de los 50 mil napolitanos presentes, los equipos parecieron conformarse con el empate, algo hasta lógico en el caso de los yugoslavos pero absolutamente inaceptable de parte de los locales. La cancha barrosa y pesada hizo el resto, y el cansancio fue el único protagonista de los últimos minutos del partido.

El "tridente" ofensivo nunca funcionó: las únicas jugadas de riesgo realizadas por Italia en toda la segunda etapa fueron un disparo de volea de Del Piero, terminado en la tribuna popular por la felicidad de algún aficionado ubicado en la trayectoria afortunada, y un par de tiros libres desde afuera del área sin éxito alguno. Demasiado poco como para aspirar al triunfo.

EL CAMINO HACIA PORTUGAL
Claro que, si antes del partido algunos reclamaban la cabeza del técnico, ahora el futuro del seleccionador italiano está ligado a un hilo muy delgado, hilo que podría cortarse definitivamente en caso de una derrota ante Gales. Es que el partido del próximo miércoles se ha vuelto fundamental, y hasta un empate no lograría despejar totalmente el camino de la Selección italiana hacia Portugal 2004.

Para colmo de males, Inzaghi abandonó la concentración luego del empate ante Yugoslavia, por un dolor en la planta del pie derecho que recrudeció con los noventa minutos jugados sobre un terreno tan pesado, y el Trap deberá recurrir a Massimo Maccarone, un joven delantero que está jugando muy bien en la Premier League inglesa pero no cuenta con la experiencia necesaria para un encuentro tan delicado.

Por otra parte, en su visita a Gales Italia podrá jugar como más le conviene, es decir cerrada en defensa y buscando el contraataque rápido, y es de imaginar que Trapattoni volverá a su esquema táctico preferido, es decir tres defensores, dos volantes centrales de marca, dos carrileros, Pirlo de enganche y dos delanteros, Del Piero y probablemente Maccarone.

De cualquier manera, aún un resultado positivo ante los galeses no cambiará mucho la situación, porque el veterano director técnico italiano, luego de haber contado con el apoyo y la confianza de todo el país antes del Mundial, ahora no logra sumar a su alrededor los consensos necesarios, y no podrá revertir esa tónica sin una substancial mejoría del nivel de juego y de espectáculo. Parece mentira, pero también en Italia no alcanza más con los simples resultados.

VITO DE PALMA es italiano pero ha desarrollado gran parte de su carrera periodística en la Argentina, donde trabajó, entre otros lugares, en el diario Clarín. Actualmente es corresponsal en Italia de SportsCenter Latino y de ESPNdeportes.com.

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