Los de Alex Ferguson se plantarán en Old Trafford sin confianzas de ningún tipo y con la lección aprendida de lo ocurrido en Budapest, donde quizá subestimaron en exceso al rival y no supieron cómo materializar las frecuentes ocasiones de gol de que dispusieron.

El Manchester ha empezado la temporada tropezando en la misma piedra que tanto le hizo sudar la pasada campaña. Las fisuras en la defensa han vuelto a provocar pesadillas al técnico escocés, Alex Ferguson, que afronta el partido con una larga lista de bajas.

El portero francés Fabien Barthez vuelve a ceder su puesto a Roy Carroll por una lesión en la cadera; Rio Ferdinand continúa con su problema en el tobillo aunque se recupera favorablemente; Gary Neville padece una lesión en el pie y Wes Brown sigue convaleciente desde el choque de ida.

Además, tanto el argentino Juan Sebastián Verón como el medio inglés Paul Scholes contemplarán el encuentro desde el banquillo.

Ferguson considera que la concentración de sus hombres será determinante, ya que, aunque "un gol en contra siempre es un problema, si el equipo no pierde la concentración no habrá dificultades para pasar".

El plantel del Zalaegerszeg, dirigido por el entrenador Peter Bozsik, acudirá crecido en su confianza tras su actuación en Budapest y saltará al campo a la búsqueda desesperada de un primer gol fuera de su territorio, que presionaría en exceso a su adversario.

Aunque no crearon excesivas ocasiones en el partido de ida, los húngaros demostraron una excepcional solidez defensiva y el gol anotado en el tiempo de descuento por Bela Koplarovic, un jugador que tan sólo estuvo en el campo durante nueve decisivos minutos, fue más que suficiente para poner al United contra las cuerdas.

Al margen del resultado de mañana el Zalaegerszeg guardará esta eliminatoria para el recuerdo, porque desde que quedó emparejado con el Manchester ha roto todo tipo de apuestas, decantadas siempre a favor de los ingleses.

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