Augusta, Georgia -Enviado especial- En este Masters, Dios parece haberle dicho a Augusta: Ustedes pueden controlar muchas cosas, probablemente muchas más que la mayoría de los seres humanos, pero el viento, las nubes y la lluvia siguen obedeciéndome a mí. Pero a pesar de las preocupaciones climáticas, el amanecer en Augusta fue dominado por la noticia del abandono de Tiger Woods. Después de pasar el corte en heroica forma, igualando records, uno más, el guerrero deja la batalla a medio pelear. Su cuerpo estaba diciendo NO, y su espíritu entendía un sí. Quizá la historia de Tiger haya sido una de malos entendidos entre el idioma que habla su espíritu, su carácter y su constitución con otro, algo distinto, que hablaba su cuerpo. Y como muchas veces ocurre en las relaciones difíciles y largas, una de las partes termina imponiendo sus condiciones. Cuál será el futuro deportivo de Tiger parece no ser algo que pueda resolver él. Es el momento de esa clásica expresión: esperar y ver.
El reinicio de la tercera vuelta suspendida estaba previsto para las 8.30 de este domingo. La situación en el green del 7, donde las acciones de la salida final quedaron congeladas el sábado por la sirena, era interesante. Brooks Koepka (-13), el líder por cuatro golpes, enfrentaba un putt de cuatro metros para par. Rahm (-9), su inmediato perseguidor, uno de dos y medio para birdie. Las especulaciones dieron de comer a los analistas en los programas de golf tempraneros. Predicciones y preferencias fueron para acá y para allá. Al final ganó el espectáculo de cara a la vuelta final. Koepka falló y Rahm la metió. La diferencia de cuatro ahora era de dos, y la batalla más pareja. A eso de las 10, las nubes empezaron a abrirse y el sol a brillar, pero el frío y el viento no se fueron. Koepka y Rahm plantearon una linda batalla. La ventaja del estadounidense fue yendo y viniendo, pero con tendencia a achicarse gracias al sólido putt del español. Pasó de los cuatro en el hoyo 7 hasta solo uno al terminar el hoyo 12. Tres otra vez al salir del 16, para terminar en -11 Koepka y -9 Rahm. Y mientras los líderes peleaban al estilo match play, como olvidándose de todos los demás, los hambrientos perseguidores trabajaban por delante para tratar de acercarse y aparecer en las imágenes de la definición. Entre ellos, el más temible y exitoso fue por lejos el noruego Viktor Hovland. Hizo cinco birdies seguidos, del hoyo 11 al 15, y luego tres pares para anotar un divino -8 que lo mete de lleno en la pelea por el título. Dos golpes atrás del noruego, Cantlay muy iluminado, puso su -6 en el tablero y probablemente sea el último con una mínima posibilidad de descontar cinco golpes y lograr el milagro de ganar desde atrás. Ya sea que la vuelta final termine siendo una marcha triunfal de Koepka, una batalla épica entre dos jugadores muy inspirados, o el resultado de una brutal debacle, que son tres resultados posibles y que abundan en la historia del Masters, la vuelta final de Augusta es siempre un evento imperdible para los fanáticos del golf.
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